25 abril 2024
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25 abril 2024

1 de cada 7 adolescentes tiene problemas de salud mental

Un estudio advierte de que los trastornos mentales entre menores son más comunes de lo que creemos y no reciben el tratamiento necesari

Uno de cada siete adolescentes de entre 10 y 19 años tiene un problema de salud mental diagnosticado, 166 millones de niños y jóvenes en todo el mundo, según ha informado el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF). Casi la mitad de estos casos se deben a trastornos como la depresión y la ansiedad.

Por otro lado, se calcula que cada año cerca de 46.000 adolescentes se suicidan en todo el mundo, lo que convierte el suicidio en una de las cinco causas principales de muerte entre los más jóvenes.

Son conclusiones del informe sobre el Estado Mundial de la Infancia 2021, que UNICEF elabora cada año y que por primera vez se ha centrado en la salud mental de los niños y niñas, adolescentes y sus cuidadores. Según el texto, la infancia y la juventud ya sufrían problemas de salud mental antes de la covid-19, pero la pandemia ha dejado al descubierto el alcance de esta problemática.

Durante un año y medio, el confinamiento y las restricciones provocados por la pandemia de covid-19 han condicionado nuestras rutinas, nuestras relaciones sociales y nuestro entorno; en el caso de los niños y adolescentes, han perdido tiempo para estar con parte de su familia y sus amigos, aprendiendo en clase o jugando en los ratos libres. Todo ello ha afectado a su estado anímico y psicológico.

Esta situación ha puesto en el centro del debate la importancia de cuidar de la salud mental, una parte fundamental de nuestro bienestar que a menudo ignoramos porque no es tan visible o no sabemos cómo tratarla. 

Aun así, UNICEF también advierte de que esta situación no es nueva: la incidencia de los trastornos mentales entre la población más joven ya era grave antes de la pandemia y los gobiernos no invierten suficientes recursos para prevenirlos y tratarlos. Según el informe, tan solo un 2% de los presupuestos de salud a nivel mundial se destinan a la salud mental. 

Trastornos mentales: una preocupación global

La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que hay cerca de mil millones de personas afectadas por algún tipo de trastorno mental en todo el mundo. Sin embargo, los recursos para tratarlas son insuficientes. Muy pocas personas tienen acceso a servicios de salud mental de calidad: en los países más pobres, más del 75% de personas con problemas de salud mental no reciben ningún tipo de tratamiento. 

La falta de atención médica especializada repercute en la vida de estas personas y puede afectar a su bienestar físico y emocional, además de tener repercusiones a nivel económico y del desarrollo. A menudo, los trastornos mentales afectan a nuestra capacidad para concentrarnos, estudiar o trabajar, y eso puede tener consecuencias en la formación o la carrera profesional de una persona.

Los trastornos mentales son muy variados: la discapacidad intelectual, el autismo, el trastorno bipolar o la depresión son diferentes tipos de trastornos mentales y del desarrollo. Se manifiestan de formas muy distintas y pueden afectar nuestra capacidad de pensar, cómo nos comportamos o relacionamos con los demás, y cómo nos sentimos con nuestro entorno. 

Para concienciar sobre la importancia de la salud mental y la necesidad de destinar más recursos, las Naciones Unidas celebra cada 10 de octubre el Día Mundial de la Salud Mental.

Hacer frente a los trastornos de salud mental

La salud mental está muy condicionada por el mundo que nos rodea. Más allá de nuestros pensamientos y emociones, las circunstancias en las que vivimos tienen una gran influencia en cómo nos sentimos: la relación con nuestros padres, las relaciones con nuestros amigos, las oportunidades que tenemos de aprender y desarrollarnos como personas, a qué dedicamos nuestro tiempo libre… todo ello puede marcar nuestro bienestar emocional.

Al mismo tiempo, la situaciones de pobreza, violencia, conflicto o enfermedad también afectan directamente la salud mental de millones de niños y niñas en todo el mundo. 

A todo ello hay que sumar el impacto de la pandemia, cuyos efectos a nivel social y económico también afectan al bienestar de los jóvenes y tardarán en desaparecer. Por ejemplo, cuando los ingresos familiares disminuyen o los padres pierden el trabajo, los más pequeños deben hacer frente a situaciones muy difíciles, como dejar de estudiar y ponerse a trabajar para ayudar a su familia. El cierre de las escuelas también implica que muchos jóvenes pierden la oportunidad de estudiar para tener un futuro mejor. 

Estas situaciones pueden hacer que los y las jóvenes se sientan deprimidos o apáticos, sin interés por el mundo que les rodea. También pueden sufrir ansiedad, nerviosismo o miedo por el futuro. 

A menudo nos cuesta hablar sobre nuestra propia salud mental, ya sea por prejuicios o porque no sabemos explicar cómo nos sentimos. Expresar nuestros sentimientos, aunque sean desagradables, nos permite reconocer si hay algún problema y empezar a hacerle frente. Igual que la salud física se consigue con ejercicio, una buena alimentación y otros hábitos saludables, la salud mental debe cuidarse día a día.

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