Un estudio compara las dos ‘Giocondas’ pintadas en el taller de Leonardo Da Vinci y revela nuevos datos sobre cómo trabajaba el artista
El Museo del Prado ha inaugurado esta semana Leonardo y la copia de Mona Lisa, una exposición que explica cómo era el proceso creativo de Leonardo da Vinci (1452-1519) a través de La Gioconda del Prado, versión del famoso cuadro que se exhibe en el Museo del Louvre de París. La pintura del Prado fue creada a principios del siglo XVI en el taller del artista italiano y se parece muchísimo a La Gioconda original, pero su autor sigue siendo un misterio.
El Museo del Louvre, donde se expone el famoso cuadro de La Gioconda o Mona Lisa, pidió en 2010 al Museo del Prado que realizara un estudio sobre la copia de La Gioconda que se exhibe en Madrid. La opinión mayoritaria es que el cuadro del Prado fue obra de uno de sus aprendices, pero no puede descartarse que el propio Da Vinci interviniera en el cuadro.
Los estudios en el laboratorio mostraron, además, que debajo del fondo negro del cuadro del Prado había un paisaje idéntico al de La Gioconda: las montañas del fondo tenían el mismo perfil y el balcón en el que se sentaba la dama del Prado tenía las mismas columnas y exactamente las mismas dimensiones que las que aparecían en el cuadro del Louvre. Una laboriosa restauración permitió mostrar ese paisaje al público en 2012.
La reflectografía infrarroja, una técnica que utiliza la luz infrarroja para visualizar líneas hechas con carboncillo y ocultas por las capas de pintura posteriores, también permitió mostrar algunas formas dibujadas a mano alzada que se interpretaron como correcciones del cuadro hechas por el pintor.
Según los expertos, esto indica que el autor de La Gioconda del Prado estaba viendo a Leonardo mientras hacía el original, repitiendo los mismos pasos tanto a la hora de dibujar la figura al carboncillo como al pintarla. Realizar copias de pinturas era algo muy habitual en el Renacimiento: los artistas de renombre tenían sus propios talleres, donde los aprendices aprendían su estilo y su técnica.
En aquella época no existían impresoras ni imprentas capaces de reproducir dibujos tan grandes y las familias más ricas gastaban mucho dinero en cuadros y pinturas para decorar sus casas. A través del mecenazgo, la nobleza y la burguesía hallaron una forma de impulsar el arte y, al mismo tiempo, demostrar su poder.
Fascinación por ‘La Gioconda’
La Gioconda es probablemente la obra más famosa de Leonardo da Vinci. Cada año, millones de visitantes se acercan al Museo del Louvre para contemplar la última obra del artista renacentista, pintada entre 1503 y 1519.
Se trata del retrato de Lisa Gherardini, esposa de Francesco del Giocondo, un rico mercader de telas de la Toscana. De ahí el apodo de La Gioconda, que puede traducirse como “la alegre” y hace también referencia a la enigmática sonrisa que muestra la protagonista del cuadro.
Esta pintura es uno de los ejemplos más destacados del sfumato o esfumado, una técnica pictórica inventada por Da Vinci que consiste en difuminar el contorno de las figuras para que se fundan con el paisaje, creando un juego de sombras y colores que da vida a las imágenes.
Leonardo retocó el cuadro a lo largo de los años y hasta su muerte en 1519. De hecho, se llevó el cuadro con él a Francia cuando se trasladó allí en 1516, después de que el rey Francisco I se convirtiera en su nuevo mecenas. Tras su muerte, el cuadro pasó a ser propiedad del Estado francés y por eso se exhibe en el Louvre.
Da Vinci, el genio del Renacimiento
Leonardo da Vinci fue uno de los máximos exponentes del Renacimiento (s.XV-XVI). Tal y como su nombre indica, esta época supuso el renacer de los valores e ideales de la época clásica tras los años de oscuridad de la Edad Media. Durante el Renacimiento, artistas, intelectuales y científicos se vieron libres para crear, escribir e investigar.
Da Vinci tenía una curiosidad infinita y eso le llevó a explorar diferentes campos del conocimiento y el arte: no solo pintaba cuadros al óleo, sino que también realizaba detallados bocetos del cuerpo humano y las plantas, escribió tratados de filosofía e incluso imaginó varias máquinas e inventos que no llegarían a construirse hasta siglos más tarde.
Además de sus cuadros, los archivos de Da Vinci son uno de sus mayores legados: anotaciones sobre sus inventos, esbozos de sus estudios de biología, reflexiones y poemas… Se calcula que escribió cerca de 50.000 documentos, aunque solo una tercera parte se ha conservado hasta hoy.
Se dice que Da Vinci era ambidiestro, lo que significa que podía escribir y dibujar con ambas manos sin problemas. Tal vez por eso su obra es tan extensa. Merece la pena adentrarse en su mundo y descubrir todos sus secretos.