El Reino Unido y la Unión Europea llegan a un acuerdo sobre la frontera en Irlanda del Norte, el último obstáculo del Brexit por resolver
Después de años de negociaciones, el gobierno del Reino Unido y la Unión Europea (UE) han alcanzado un acuerdo sobre la frontera de Irlanda del Norte y cómo deben ser los controles aduaneros que separan esta región (una de las cuatro que forman el Reino Unido) de la República de Irlanda (un país miembro de la UE).
La soberanía británica de Irlanda del Norte ha sido motivo de disputa durante décadas e incluso provocó un conflicto armado con miles de víctimas durante la segunda mitad del siglo XX. Por eso era importante alcanzar un acuerdo satisfactorio para todas las partes y que evitara nuevos enfrentamientos.
El primer ministro del Reino Unido, Rishi Sunak, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, han presentado el llamado Marco de Windsor: un acuerdo que reduce los controles de mercancías y facilita los intercambios comerciales entre el Reino Unido e Irlanda del Norte.
Hasta ahora, Irlanda del Norte seguía las normas aduaneras de la Unión Europea, así se evitaba crear una nueva división dentro de la isla de Irlanda. El problema es que, en la práctica, esto suponía una frontera entre dos regiones del mismo país (Irlanda del Norte y el Reino Unido). A partir de ahora, se establecerá una “línea verde” para que las mercancías vayan de la isla de Gran Bretaña a Irlanda del Norte sin tener que pasar controles.
La propuesta todavía debe someterse a votación en el Parlamento británico, que podría rechazarla y poner en aprietos al nuevo primer ministro. No obstante, este acuerdo soluciona uno de los apartados más complicados del Brexit, que el gobierno británico y las instituciones europeas han estado negociando desde 2017.
Cuando el Reino Unido todavía formaba parte de la Unión Europea, compartía un mercado común con el resto de países miembro: la circulación de personas y el transporte de mercancías tenían unos controles comunes que facilitaban la movilidad. En ese sentido, la frontera entre Irlanda e Irlanda del Norte era una “frontera blanda” y el comercio tenía pocas restricciones.
En cambio, después del Brexit, el Reino Unido (y también Irlanda del Norte) quedaba fuera de las políticas comerciales comunes. Se establecieron una serie de controles adicionales que antes no existían, conocidos como “frontera dura”. A nivel práctico, esto podía dificultar el transporte y los negocios, generar malestar y provocar un nuevo conflicto en Irlanda del Norte. Por eso era tan urgente alcanzar un nuevo acuerdo.
El conflicto de Irlanda del Norte
Durante siglos, la isla de Irlanda estuvo bajo el control de los ingleses. No fue hasta principios del siglo XIX, tras la Guerra de Independencia Irlandesa (1919-1921), que el movimiento separatista consiguió imponerse a las tropas británicas y declarar la independencia.
Sin embargo, en la zona norte de la isla, la mayoría de la población era favorable al Reino Unido. Compartían lazos históricos, culturales y religiosos con los ingleses. Por eso, durante el proceso de independencia, la provincia del Ulster (en el norte) quedó dividida: de los nueve condados, tres pertenecen a la República de Irlanda y los otros seis componen Irlanda del Norte (Reino Unido).
Esta situación provocó una disputa política entre ingleses e irlandeses, pero también enfrentó a los norirlandeses entre sí. Los unionistas (de religión protestante) querían seguir vinculados al Reino Unido, mientras que los independentistas o nacionalistas (de mayoría católica) querían recuperar el Ulster dentro de la República de Irlanda.
Durante la segunda mitad del siglo XX, el enfrentamiento se convirtió en un conflicto armado en el que murieron más de 3.000 personas entre soldados británicos, grupos paramilitares y civiles. El proceso de paz no concluyó hasta 1998, cuando todas las partes firmaron el Acuerdo de Viernes Santo.
Después de años de calma relativa, el referéndum del Brexit ha reavivado el conflicto y la frontera entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda ha sido uno de los asuntos más polémicos en las negociaciones.
Brexit: del referéndum al Marco de Windsor
La salida del Reino Unido de la Unión Europea ha sido uno de los procesos políticos más largos y complejos de la última década. El origen de la separación estaba en la crisis económica, el descontento generalizado de la población y la aparición de partidos políticos euroescépticos como el UKIP, que presentaban la salida de la UE como la solución a todos los problemas.
En junio de 2015, el entonces primer ministro David Cameron anunció la convocatoria de un referéndum para decidir si el país debía seguir formando parte de la UE. El 23 de junio de 2016, los partidarios del Brexit ganaron el referéndum con una mayoría ajustada (51,9%).
En marzo de 2017, la primera ministra Theresa May activó el artículo 50 del Tratado de Lisboa, que pone en marcha el proceso de desconexión de la UE. Empezaron entonces varios años de negociaciones para establecer las nuevas relaciones políticas y comerciales con el Reino Unido: participación en el mercado único, circulación entre países, permisos para estudiar y trabajar, derechos de los ciudadanos europeos en territorio británico…
En noviembre de 2018, los negociadores alcanzaron un acuerdo. Sin embargo, Theresa May no consiguió la aprobación del Parlamento británico y presentó su dimisión en mayo de 2019. Le sucedió Boris Johnson, político del Partido Conservador y uno de los partidarios del Brexit duro. El 1 de enero de 2021 el Brexit se hizo efectivo.
No obstante, todavía quedaban algunas cuestiones pendientes de negociar, como la frontera comercial en Irlanda del Norte. Johnson contaba con el apoyo de su partido, pero una serie de escándalos durante la pandemia de covid le obligaron a dimitir. Tras un breve mandato de Liz Truss, el actual primer ministro, Rishi Sunak, es el encargado de culminar el proceso de separación entre el Reino Unido y la Unión Europea.