Lai Ching-te, rechazado por China por su postura independentista, ha ganado las elecciones y será el próximo presidente del país asiático
El candidato del Partido Democrático Progresista (PDP) de Taiwán, Lai Ching-te, se ha alzado como ganador con un 40% de los votos en las elecciones celebradas el pasado 13 de enero. El nuevo presidente había sido vicepresidente de la región durante los últimos cuatro años.
Este resultado marca un triunfo sin precedentes en la historia democrática de Taiwán, que verá por primera vez al mismo partido presidiendo la isla durante tres mandatos consecutivos.
Los taiwaneses, que celebran elecciones cada cuatro años, han elegido a su presidente, encargado de diseñar el Ejecutivo, y al Yuang legislativo, que sería el equivalente a nuestro parlamento, con 113 diputados. Este último es el encargado de marcar la agenda política y puede vetar ciertas decisiones, por lo que su composición es fundamental.
El partido de Lai Ching-te representa la opción más alejada de la China continental, país con el que Taiwán ha tenido una tensión política desde hace más de un siglo. El PDP, que lleva gobernando desde 2016, se ha caracterizado por defender el autogobierno y la independencia de la isla.
Por todo esto, tras la victoria de Lai Ching-te, los analistas prevén que las tensiones con China se mantendrán durante la nueva legislatura. El gobierno central de Pekín considera a Taiwán como una provincia rebelde que forma parte de su territorio. Mientras tanto, Taiwán se considera una entidad política soberana.
Aunque la tensión entre ambos territorios no es nueva, esta se hace cada vez más evidente por el acercamiento de Taiwán a Estados Unidos. Este país ha apoyado a la isla desde el inicio de la República de China en 1949, lo que China no ha visto nunca con buenos ojos. Esto ha dificultado y tensionado la relación entre China y EE.UU.
La relación de China y Taiwán
La rivalidad entre China y Taiwán se remonta a hace más de cien años. En 1927 empezó una Guerra Civil entre el partido anticomunista Kuomintang y el Partido Comunista Chino, que enfrentó a la población y provocó la muerte de millones de personas. El conflicto militar acabó en 1949, cuando el Partido Comunista Chino venció.
Tras la derrota, el gobierno del Kuomintang se exilió a Taiwán, un archipiélago que se ubica a escasos 180 kilómetros de China continental. Unos 2 millones de personas fueron evacuadas hasta la isla y allí proclamaron la República de China: crearon un gobierno democrático separado, con su propia Constitución.
Sin embargo, los comunistas ubicados en China continental han afirmado que ellos gobiernan la “única China” (que incluye a Taiwán como una provincia más del país) y que Taiwán debe ser reconocida como una provincia rebelde china y no como un Estado independiente de pleno derecho.
Esto ha creado un clima de tensión que todavía continúa. A pesar de compartir tradiciones, cultura y una lengua en común, China y Taiwán representan posturas ideológicas enfrentadas: comunismo frente a régimen democrático. Asimismo, en el archipiélago existe un movimiento político que aboga por un Taiwán independiente que no dependa de China.
En los últimos años, China ha intensificado la presión sobre Taiwán a través de maniobras militares, ejercicios navales y aéreos cerca de la isla, así como mediante campañas diplomáticas para aislar al país a nivel internacional.
A esto se suma la implicación de Estados Unidos. El gobierno estadounidense ha mostrado su apoyo a Taiwán desde hace muchos años, vendiendo armas y haciendo visitas diplomáticas a la isla. Históricamente esto ha complicado su relación con China, acrecentando la tensión entre estas dos potencias mundiales.
Desinformación en las elecciones
Las últimas elecciones de Taiwán han estado marcadas por la desinformación. No es algo nuevo: en los últimos diez años, Taiwán ha sido el mayor país receptor de noticias falsas creadas en el extranjero, según el último informe de Varieties of Democracy (V-Dem).
Una de las narrativas más destacadas durante los últimos comicios ha girado en torno a su relación con China. Se han difundido noticias falsas acerca del estallido de un posible conflicto militar entre ambos países, una desinformación destinada a infundir miedo y ansiedad por la guerra entre los taiwaneses, según denuncia Taiwán Fact Check Center.
También han estado circulando noticias falsas sobre la construcción de armas biológicas para la supuesta guerra, la circulación de carne de cerdo envenenada procedente de Estados Unidos y la supuesta intención de Taiwán de reclutar a ciudadanos jóvenes y mayores para el Ejército.
La desinformación durante las elecciones puede representar una amenaza significativa para la integridad del proceso democrático, distorsionando la percepción de los votantes.