La Organización de las Naciones Unidas ha publicado un informe pionero en el que propone recomendaciones para abordar los riesgos asociados a esta tecnología
La inteligencia artificial (IA) está transformando el mundo. Esta tecnología tiene un gran potencial y multitud de empresas están utilizándola para mejorar sus servicios. Su uso se extiende a todo tipo de sectores: desde la educación a la investigación científica, pasando por ámbitos como la salud y la energía.
Sin embargo, si no existe un control, los beneficios de la IA podrían limitarse a solo unos pocos países, empresas y personas particulares. Es la conclusión a la que ha llegado el comité de expertos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) dedicado al estudio de esta tecnología.
Tras un análisis exhaustivo que ha durado varios meses, este grupo de investigadores ha presentado un informe pionero en el que resaltan la necesidad de una regulación mundial de la IA. Esta regulación es clave si queremos evitar la brecha digital y la desigualdad en el acceso a esta herramienta.
El texto advierte que las desigualdades ya están presentes. Solo siete países (Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Reino Unido y Estados Unidos) participan actualmente en iniciativas para regular la IA ajenas a la ONU. En el otro lado encontramos a 118 países, principalmente del Sur Global, que no participan en ninguna.
La ONU señala que esta falta de equidad en la toma de decisiones no puede justificarse y que ningún país debería quedarse fuera. Para abordar estas preocupaciones, el comité propone una serie de recomendaciones que podrían ponerse en marcha en los próximos meses.
¿Cómo controlar la IA?
En el informe, las Naciones Unidas proponen una lista de medidas que consideran eficaces y fáciles de implementar para mejorar la gobernanza de la inteligencia artificial en el mundo.
Por un lado, proponen la creación de un panel científico internacional. El objetivo es que esta entidad, compuesta por expertos en esta tecnología, pueda ayudar a los Estados miembro de la ONU a desarrollar la IA, conociendo sus riesgos y capacidades. Para ello, el panel elaborará informes anuales sobre las últimas tendencias de esta herramienta.
Asimismo, la ONU quiere convocar reuniones intergubernamentales que reúnan a empresas tecnológicas, gobiernos y usuarios para fomentar un diálogo común sobre cómo regular la IA al mismo tiempo que se protegen los derechos humanos. La organización también prevé la creación de una red de formación y datos para que las entidades interesadas puedan tener acceso a la información necesaria para entender mejor esta herramienta.
Para llevar a cabo estas medidas, el informe propone la creación de una agencia de inteligencia artificial que opere dentro de la Secretaría de las Naciones Unidas. Esta oficina sería la encargada de apoyar y coordinar la implementación de todas estas propuestas.
Tecnología para unos pocos
La llegada de herramientas como ChatGPT o Dall-E ha democratizado el acceso a la inteligencia artificial. Cualquier persona que tenga un ordenador con conexión a Internet puede utilizar estas aplicaciones. No obstante, aunque estas tecnologías son más accesibles que nunca, no todas las personas del mundo tienen las mismas oportunidades para aprovecharlas.
En este sentido, un informe de la ONU publicado en 2018 ya advertía que el desarrollo de nuevas tecnologías como la IA podría acentuar la desigualdad entre países.
Según esta organización, los avances de última generación se concentran cada vez más en unas pocas empresas y países, principalmente en regiones como América del Norte, Europa y algunas partes de Asia. Estos lugares cuentan con las infraestructuras necesarias para desarrollar nuevas herramientas tecnológicas, pero también con el conocimiento técnico para aprovechar sus beneficios.
Mientras, al otro lado del mundo, hay multitud de países en desarrollo que no han podido siquiera adaptarse a los avances tecnológicos pasados. En algunas zonas, una gran parte de la población ni siquiera tiene acceso regular a electricidad y mucho menos a dispositivos electrónicos.
Esta situación hace imposible que hoy en día exista un desarrollo equitativo y sostenible. Por eso, para evitar que la brecha digital se convierta en una barrera insuperable, es esencial que se tomen medidas globales que promuevan la inclusión tecnológica.
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