Miles de jóvenes de todo el mundo vuelven a salir a las calles tras la pandemia para reclamar que se actúe contra el cambio climático
El viernes 24 de septiembre, después de un año y medio de parón por culpa de la pandemia de covid-19, el movimiento ecologista Fridays For Future retomó su actividad en 1.500 ciudades de todo el mundo. Decenas de miles de jóvenes de todos los continentes salieron a las calles con un mismo mensaje: que de una vez por todas los gobiernos actúen para frenar el cambio climático.
Fridays For Future es una iniciativa global liderada por jóvenes de diferentes países que luchan contra el cambio climático. La pionera fue la joven sueca Greta Thunberg, que en 2018 decidió saltarse las clases de los viernes y plantarse frente al Parlamento sueco para reclamar a los políticos medidas para reducir las emisiones en su país. En sus insólitas protestas, Thunberg llevaba un cartel que decía: “En huelga escolar por el clima”.
Esa idea inspiró a jóvenes estudiantes de otros países para hacer huelga por el clima cada semana. Fue el inicio de un movimiento que se ha popularizado gracias a internet y las redes sociales, que han permitido conectar a personas de todas las partes del planeta con un objetivo común.
Estos jóvenes activistas exigen cumplir el objetivo de limitar el aumento de temperatura global a 1,5ºC antes del año 2100, tal como se estableció en el Acuerdo de París de 2015, un tratado que firmaron cerca de 200 países pero que sigue sin cumplirse. Respetar este límite en el aumento de temperatura permitiría evitar los peores impactos del cambio climático.
Otra de las demandas del colectivo es la llamada justicia climática. Los jóvenes son conscientes de que el cambio climático no afecta a todos por igual y que las regiones más pobres son las más perjudicadas por la sequía, la desaparición de especies o el incremento de desastres naturales, y además tienen menos recursos para hacer frente a la crisis climática. Por eso, la lucha contra el cambio climático es también una cuestión de igualdad y justicia.
La pasividad de los gobiernos es una de las principales denuncias de Fridays for Future y otras organizaciones ecologistas. En la conferencia de la plataforma Juventud por el Clima celebrada en Milán el pasado martes, Greta Thunberg acusó a los políticos de ignorar la voluntad de las generaciones más jóvenes, quienes deberán hacer frente a la grave situación climática que se está desarrollando.
La crisis climática se acelera tras la pandemia
A mediados de septiembre, diferentes agencias medioambientales vinculadas a las Naciones Unidas presentaron el informe Unidos en la Ciencia 2021, en el que se presentan los últimos datos científicos sobre el clima. El pronóstico no es bueno: la pandemia no ha retrasado el cambio climático, cuyos efectos se aceleran.
Según el informe, las emisiones de dióxido de carbono (el principal gas de efecto invernadero responsable del calentamiento global) han vuelto a aumentar y están lejos de las metas de reducción impuestas por los acuerdos internacionales. Por ejemplo, entre enero y julio de 2021, las emisiones mundiales procedentes de la generación de energía eléctrica y la industria ya se encontraban al mismo nivel o en un nivel superior al mismo período en 2019, antes de la pandemia.
El aumento de temperaturas hace que los fenómenos meteorológicos extremos sean más frecuentes y devastadores, como se ha visto recientemente con el huracán Ida en el Caribe y Estados Unidos, los incendios que han quemado miles de hectáreas en varios países durante este verano, o las inundaciones de Australia en marzo.
Por otro lado, la crisis climática afectará más a los niños y a las futuras generaciones, tal y como indica un estudio de Save The Children publicado en la revista científica Nature. De acuerdo con la investigación, los niños que nacen hoy deberán hacer frente a muchas más olas de calor, incendios y sequías, que están provocando graves crisis alimentarias en países como Afganistán, Madagascar o Somalia.
COP26: ¿nueva oportunidad para el planeta?
La COP26, la conferencia de las Naciones Unidas sobre el clima, tendrá lugar del 31 de octubre al 12 de noviembre en Glasgow, Escocia (Reino Unido). La cita volverá a reunir a líderes políticos, representantes de empresas y organizaciones ecologistas de todos los países para avanzar en los objetivos del Acuerdo de París.
Para lograrlo, uno de los principales objetivos es la neutralidad de carbono, es decir: conseguir que la cantidad de dióxido de carbono que lanzamos a la atmósfera se compense con medidas de mitigación que equilibran la balanza de emisiones. Por ejemplo, invirtiendo en energías renovables o plantando y recuperando zonas de bosque, que actúan como almacenes naturales de las emisiones de carbono.
Por supuesto, la forma más directa de conseguir esta neutralidad es reducir las emisiones de carbono. Esa es la clave para dar respuesta a la crisis climática y el mayor motivo de desacuerdo entre países ya que, mientras que los países desarrollados quieren limitar las emisiones globales, los países en desarrollo defienden su derecho a seguir creciendo después de décadas de contaminación de los países más ricos.
Si todos los gobiernos se comprometen, la cumbre de Glasgow podría suponer un antes y un después en la lucha climática. Habrá que ver si las reivindicaciones de los más jóvenes son tomadas en serio por sus gobernantes.