El asesinato de tres periodistas en una semana subraya el peligro al que se enfrentan los profesionales de la información a la hora de contar la verdad
La periodista palestina Shireen Abu Akleh murió el miércoles 11 de mayo en una redada del ejército israelí en la ciudad de Yenín, al norte de Cisjordania, una de las dos regiones que forman Palestina. La periodista recibió un disparo en la cabeza mientras cubría la operación militar israelí en territorio ocupado.
Abu Akleh trabajaba para la cadena de noticias Al Jazeera. Otro compañero periodista que iba con ella, Ali al Samudi, también ha resultado herido por una bala. Ambos llevaban un chaleco con la palabra “PRESS” [Prensa], que les identificaba como periodistas en ejercicio de su oficio.
El lunes 9 de mayo, las periodistas mexicanas Yesenia Mollinedo y Sheila Johana García fueron asesinadas a tiros en Veracruz, al este de México. Ambas se encontraban dentro de un coche cuando un grupo de hombres armados llegaron y empezaron a disparar contra el vehículo. Mollinedo y García trabajaban en #ElVeraz, un portal digital que publicaba informaciones críticas con el gobierno local.
Con Mollinedo y García, ya son 11 los periodistas asesinados en México en 2022. Casi todos son víctimas de los cárteles del narcotráfico, que amenazan y extorsionan a la población para llevar a cabo actividades ilegales: tráfico de drogas, secuestros, asesinatos…
Los periodistas mexicanos que se atreven a contar e investigar estos delitos viven amenazados de muerte. En algunos casos, los criminales cuentan con la complicidad de políticos y autoridades corruptos, que ceden a los sobornos y fomentan la impunidad de estos crímenes.
En lo que va de 2022, 27 periodistas han sido asesinados y hay 480 periodistas encarcelados en todo el mundo, según el barómetro de Reporteros Sin Fronteras (RSF), una ONG que defiende la libertad de prensa y “el derecho de todo ser humano a tener acceso a información libre y fiable”.
Libertad de prensa en el mundo
Reporteros Sin Fronteras realiza cada año una Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa, en la que analiza la situación de los medios de comunicación en 180 países y la libertad de los periodistas y reporteros para realizar su trabajo.
En lo alto de la clasificación figuran países del norte de Europa como Noruega, Dinamarca o Suecia, donde la función social del periodismo está garantizada y es independiente de las presiones políticas o económicas, que a menudo presionan a los periodistas para que no publiquen ciertas informaciones o expliquen una versión interesada de los hechos.
La clasificación de RSF considera que hay 20 países en el mundo donde la situación es muy grave: hay periodistas encarcelados o asesinados y no existe la libertad de prensa. En países como Irán, Eritrea o Corea del Norte (los últimos de la lista), el gobierno persigue y detiene a los periodistas y los medios de comunicación están controlados para publicar únicamente la versión oficial.
Aunque no está a la cola de la clasificación, México (en el puesto 127) es el país con más periodistas asesinados. La situación de censura y represión informativa también ha empeorado en Nicaragua y El Salvador, lo que convierte a América Latina en la región más peligrosa para los periodistas.
Sin embargo, RSF también alerta sobre el peligro creciente de la desinformación y la propaganda en los últimos años. Algunos gobiernos e instituciones utilizan los medios de comunicación para difundir informaciones falsas o incompletas que benefician sus políticas e intereses. Uno de los casos más recientes es la campaña del gobierno ruso para justificar la invasión de Ucrania ante la población.
¿Por qué es importante defender la libertad de prensa?
La libertad de prensa es un derecho fundamental para crear sociedades justas y democráticas: si no tenemos acceso a información veraz sobre lo que sucede a nuestro alrededor, si nadie nos explica qué sucede en el gobierno o si se está respetando la ley, las personas en el poder podrán vulnerar nuestros derechos sin que nos demos cuenta.
Este derecho está amenazado en las zonas de conflicto: en Ucrania pero también en las guerras de Oriente Medio, activas desde hace varios años, o los conflictos en África. La labor de los periodistas en estas zonas es tan peligrosa como importante: debemos saber lo que allí sucede para reclamar responsabilidades y evitar que caigan en el olvido.
No obstante, la libertad de prensa también está amenazada en las sociedades democráticas, aunque de forma más sutil. La proliferación de medios digitales que publican informaciones sin verificar, bulos y propaganda favorece la desinformación, es la base de actitudes discriminatorias y provoca división social.
Al mismo tiempo, Reporteros Sin Fronteras alerta sobre la polarización mediática, es decir: explicar la actualidad de forma simplista, con titulares tendenciosos, obligando al lector a posicionarse a favor o en contra de una cuestión sin plantearse los matices.
El trabajo de los periodistas es explicar lo que pasa en la sociedad para que las personas puedan tomar decisiones informadas en todos los ámbitos de la vida, des de qué partido votar hasta qué móvil comprar. Como profesionales, deben regirse por un código ético para informar con rigor y responsabilidad, contrastando la información y distinguiendo los hechos de la opinión.
En ese sentido, su trabajo debe estar protegido de interferencias de cualquier tipo: políticos, empresas, grupos criminales, personajes públicos… De ello depende nuestro derecho a la información y, por lo tanto, nuestra capacidad de decidir y ser más libres.