El grupo radical ha tomado el control del país en las últimas semanas después de la retirada de las tropas extranjeras
Los talibanes, un grupo extremista que defiende una visión radical del islam, vuelven a gobernar en Afganistán. El cambio de poder se produce al mismo tiempo que los Estados Unidos retiraban sus tropas después de ocupar el país durante 20 años.
Cuando el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, anunció la retirada definitiva de sus tropas en julio, los talibanes empezaron a desplegarse por todo el territorio afgano. Capturaron una veintena de ciudades en poco más de una semana, sin ninguna resistencia por parte del ejército oficial afgano, que contaba con casi cuatro veces más efectivos.
En los últimos días el caos se ha apoderado del aeropuerto de Kabul, la capital de Afganistán, donde miles de personas intentaban huir. La población afgana teme que los talibanes tomen represalias contra aquellos que han colaborado con las tropas internacionales durante los últimos años, por eso muchos intentaban subir a un avión de forma desesperada.
Los gobiernos extranjeros han conseguido evacuar a 100.000 personas, aunque otras miles siguen esperando una plaza para marcharse. El presidente afgano, Ashraf Ghani, abandonó el país el 16 de agosto tan pronto como los talibanes entraron en Kabul. El Estado Islámico ha aprovechado la incertidumbre y la falta de un gobierno estable para cometer un doble atentado que ha provocado cerca de 200 muertos, entre ellos 14 soldados estadounidenses.
El ejército talibán asegura que el Emirato Islámico, como ellos mismos denominan al nuevo gobierno, pretende colaborar con la comunidad internacional y que respetará los derechos de la población. Sin embargo, las pocas protestas que han habido se han disuelto con armas y disparos contra los manifestantes. Los analistas internacionales temen que se imponga un nuevo régimen de islamismo radical, con las mujeres y niñas como las víctimas más vulnerables.
De la ocupación soviética a la ocupación estadounidense
La historia reciente de Afganistán ha estado marcada por los conflictos internos entre grupos armados que se disputan el control del comercio de opio y los intereses extranjeros en la zona, que tiene una posición estratégica para combatir el terrorismo.
En 1747, Afganistán consiguió liberarse del dominio del imperio turco. Pocos años después empezarían los intentos ingleses y rusos por dominar la región, que en ocasiones derivarían en revueltas y guerras. En 1979, la Unión Soviética decidió invadir Afganistán para ampliar su influencia mundial ante Estados Unidos.
La invasión soviética provocó la reacción de los muyahidines, un grupo armado que luchaba por liberar el país de los soviéticos y recibió el apoyo de Estados Unidos con entrenamiento militar y armamento. Con el tiempo surgieron otros grupos militares que se enfrentaban entre ellos por controlar el territorio afgano, como los talibanes. En 1996 los talibanes consiguieron el poder y se hicieron con el armamento que Estados Unidos había proporcionado a los muyahidines.
Los Estados Unidos decidieron invadir Afganistán después de los atentados del 11-S, el 11 de septiembre de 2001, en los que murieron casi 3.000 personas. Los ataques fueron reivindicados por Al-Qaeda, un grupo terrorista liderado por Bin Laden, que vivía en Afganistán gracias a su buena relación con los talibanes.
La ocupación de Estados Unidos ha durado 20 años. Durante este tiempo, los estadounidenses han invertido más de 800.000 millones de dólares en el país, formando al ejército afgano y reconstruyendo sus instituciones. Pero la corrupción (tanto en el ejército como en el gobierno), la desmotivación de las tropas y la falta de estrategia han precipitado la derrota ante los talibanes.
Un régimen contra los derechos de las mujeres
El movimiento talibán surgió mayoritariamente en el sur de Afganistán y norte de Pakistán. Prometían aplicar una visión estricta de la sharia o ley islámica, para garantizar la paz y la seguridad una vez establecidos en el poder.
La palabra talibán podría traducirse como “estudiante” y tiene su origen en los seminarios religiosos donde se estudia el Corán, el libro sagrado de la religión musulmana. Entre sus principios está el rechazo a la cultura occidental y a utilizar internet, las redes sociales o la televisión, aunque en esta última ofensiva los talibanes han utilizado las nuevas tecnologías para comunicarse con el mundo.
Los portavoces del nuevo Emirato Islámico han anunciado que respetarán los derechos de las mujeres, aunque muchas se han apresurado a huir del país ante la llegada del régimen talibán, que se basa en un patriarcado autoritario y violento.
Muchas mujeres afganas en zonas rurales han denunciado que los soldados talibanes cogían a las mujeres de los pueblos que ocupaban, las violaban, les obligaban a casarse o incluso las asesinaban, como han hecho con los disidentes que se oponían a su régimen. Una vez en el poder, los talibanes no permiten a las mujeres salir de casa solas, trabajar, conducir o estudiar.