17 noviembre 2024
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17 noviembre 2024

Árboles para reducir el calor

París prevé plantar más de 100.000 árboles con el objetivo de paliar las altas temperaturas causadas por las olas de calor y el cambio climático

París sigue trabajando para abordar el problema de las altas temperaturas que está alcanzando la ciudad. El gobierno local, liderado por la alcaldesa Anne Hidalgo aprobó a principios de verano el nuevo Plan Local de Urbanismo (PLU), que incluye diversas medidas para promover la resiliencia climática en la capital francesa.

París es una de las ciudades de Europa que más está sufriendo el impacto del cambio climático y el calor extremo durante los meses de verano. Según un informe elaborado por el propio ayuntamiento, dentro de 25 años el calor será tan extremo que en la ciudad podrían alcanzarse los 50ºC.

Como otras capitales europeas, París está sufriendo las consecuencias de haberse convertido en una “isla de calor”, donde se alcanzan temperaturas extremas por la falta de vegetación y la concentración de calor en el pavimento, entre otras razones. 

Esta situación ya está provocando consecuencias negativas en la vida de las personas: según un estudio reciente publicado en la revista The Lancet, París es la ciudad europea donde el riesgo de mortalidad durante las olas de calor es mayor.

Con la aprobación del PLU, el gobierno parisino ha anunciado que aumentará las zonas verdes de la capital, sustituyendo las zonas de hormigón por otros materiales y creando nuevas zonas verdes. En concreto, ha prometido crear 300 nuevas hectáreas de parques y jardines en las próximas dos décadas y plantar 170.000 árboles para 2026.

El objetivo es claro: convertir a París en una ciudad más fresca y luchar contra el cambio climático

Islas de calor

Cuando hablamos de “islas de calor” nos referimos a zonas urbanas que experimentan temperaturas muy altas debido a la concentración de una serie de elementos como edificios, pavimentos, infraestructuras  y actividades humanas. 

Las carreteras y calles de las ciudades suelen estar construidas con asfalto y hormigón, materiales que tienden a absorber y retener el calor durante el día y liberarlo por la noche, impidiendo que las temperaturas bajen. A esto se suma la falta de vegetación: muchas ciudades tienen pocas áreas verdes con sombra, lo que ayuda a regular la temperatura.

El calor generado por los coches, las fábricas y los sistemas de calefacción y aire acondicionado de los edificios también contribuye al aumento de la temperatura en áreas urbanas. Además, en las ciudades los edificios tienden a ser altos y esto provoca que el flujo de aire quede bloqueado, dificultando que el calor se disipe.

En los últimos años, diversos estudios han tratado de demostrar los efectos nocivos de las “islas de calor” en la salud humana. Las altas temperaturas pueden provocar problemas en nuestro cuerpo como golpes de calor, deshidratación o mareos, entre otros. En ocasiones extremas, las temperaturas pueden causar la muerte. 

Una investigación del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) publicada en la revista The Lancet reveló que, en las 93 ciudades cuyos datos analizaron, 6.700 muertes prematuras podrían ser atribuidas a los efectos de las islas de calor durante los meses de verano. 

Pero existen soluciones. El estudio estima que aumentar la cantidad de árboles al 30% enfriaría las ciudades en una media de 0,4°C, lo que podría prevenir muertes prematuras asociadas al calor. 

Huertos urbanos 

Existen multitud de iniciativas que se pueden poner en marcha en las ciudades para paliar el cambio climático y reducir el impacto de sus efectos negativos en los espacios y la población. Entre ellos, destacan los huertos urbanos, que son espacios de cultivo de alimentos y plantas que se establecen en áreas urbanas.

Durante la fotosíntesis, las plantas absorben dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera. Al cultivar más plantas a través de estos huertos, se puede aumentar la cantidad de CO2 absorbida, lo que ayudaría a reducir los niveles de gases de efecto invernadero que son contaminantes.

Además, las plantas también ayudan a filtrar el aire al capturar partículas contaminantes y liberar oxígeno, lo que puede contribuir a conseguir una mejor calidad del aire en las ciudades.

Al mismo tiempo, las plantas proporcionan espacios de sombra y áreas verdes. Estas zonas absorben menos calor que superficies como el asfalto de las calles, lo que puede ayudar a reducir las temperaturas. Esto, a su vez, hará que las personas residentes vivan en mejores condiciones.

Pero en estos huertos no solo se cultivan plantas, sino también alimentos. Estos productos locales requieren menos transporte en comparación con los productos que proceden de grandes supermercados. De esta manera, los huertos urbanos también ayudan a disminuir la huella de carbono asociada a la producción y distribución de los alimentos.

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