Un estudio de ‘The Lancet’ advierte que esta tecnología, utilizada cada vez con más frecuencia por los jóvenes, puede influir en sus emociones y comportamiento
Ha ocurrido con todas las tecnologías que, en su momento, fueron innovadoras: la televisión, los videojuegos, las redes sociales, los teléfonos inteligentes… Todas ellas crearon una preocupación global sobre su impacto en la sociedad y, durante años, se han analizado los riesgos asociados a la salud mental de los más jóvenes.
Lo mismo está ocurriendo ahora con la inteligencia artificial. La diferencia es que esta tecnología tiene un alcance mucho mayor y, en poco tiempo, ha sido integrada de manera masiva en muchas de las herramientas que utilizan los jóvenes hoy en día: aplicaciones educativas, plataformas de entretenimiento, redes sociales…
Un informe publicado en la revista The Lancet advierte que los niños y adolescentes sufrirán las consecuencias del mal uso de la inteligencia artificial si no se toman las medidas necesarias con rapidez. El estudio señala que el impacto final dependerá del diseño de estas herramientas y de cómo los jóvenes aprendan a utilizarlas.
En este sentido, los investigadores explican que es necesario que haya una colaboración entre diversos actores: industria tecnológica, responsables políticos, educadores, familias… Todos deben trabajar para que esta tecnología innovadora pueda ser utilizada de forma segura por los más jóvenes, minimizando sus riesgos.
Los riesgos de la IA
Uno de los principales riesgos asociados a las herramientas de IA es la generación de imágenes y vídeos lo suficientemente convincentes como para que sea difícil distinguirlos del contenido real. Según el informe de The Lancet, este contenido falso puede influir en las emociones y el comportamiento de los jóvenes.
Los deepfakes pueden manipular la percepción de lo que es real, generando confusión en los adolescentes que aún están desarrollando su pensamiento crítico y habilidades para evaluar información. Esto puede llevar a que tomen decisiones o adopten creencias basadas en información falsa o manipulada.
En ocasiones, este contenido “fake” se ha utilizado para acosar y avergonzar a otros adolescentes. En septiembre de 2023, un grupo de alumnas menores de edad de un instituto extremeño denunciaron que fotografías suyas, manipuladas con inteligencia artificial para que pareciera que estaban desnudas, circulaban por Internet.
Otro de los riesgos asociados a la IA tiene que ver con los prejuicios. Estas herramientas “aprenden” todo lo que ven en Internet: si encuentran información discriminatoria, pueden usarla sin filtrar, reforzando estereotipos en el contenido que generan. La IA también puede poner en peligro la privacidad de los usuarios al recopilar enormes cantidades de datos.
Tener una visión crítica del contenido que consumimos en Internet puede ayudarnos a identificar la desinformación, cuestionar estereotipos, proteger nuestra privacidad y tomar decisiones más informadas sobre lo que creemos y compartimos.
Cuidar nuestra salud mental
La adolescencia es una etapa crucial de la vida en la que se experimentan cambios profundos y significativos. Durante este período, los jóvenes aprenden habilidades fundamentales para la vida adulta, como la gestión de sus emociones, la construcción de su identidad o el establecimiento de relaciones interpersonales.
Los cambios hormonales y neurológicos propios de esta etapa, sumados a la presión social, las expectativas y factores externos como la violencia, el maltrato o la discriminación, pueden contribuir al desarrollo de problemas de salud mental en la adolescencia.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que uno de cada siete jóvenes de entre 10 y 19 años padece algún tipo de trastorno mental. Hablamos de trastornos emocionales (como la ansiedad o la depresión), del comportamiento (como el déficit de atención o la hiperactividad) o de la conducta alimentaria (como la bulimia o la anorexia).
Este tipo de trastornos tiene un impacto directo en el bienestar general de los jóvenes, pudiendo afectar negativamente a su rendimiento académico y a sus relaciones sociales. La OMS recuerda que cuidar nuestra salud mental es igual de importante que cuidar nuestra salud física: ambas son esenciales para tener una vida saludable.
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