Las nuevas generaciones feministas adoptan términos en inglés para definir las diferentes formas de violencia contra las mujeres
En los últimos años se ha popularizado una serie de términos ingleses para referirse a los diferentes tipos de violencia contra las mujeres, ya sea en el plano físico o psicológico. Por ese motivo, cada vez es más habitual leer conceptos como mansplaining o gaslighting en los medios de comunicación y en Internet.
Si bien es cierto que hay conductas y actitudes machistas que ya existían y que ahora se han renombrado, con el auge de la tecnología y las redes sociales han emergido nuevas formas de discriminación que afectan sobre todo a las mujeres. A continuación explicamos cuatro de ellas para aprender a detectarlas y frenar estos abusos.
‘Gaslighting’
El término inglés gaslighting puede traducirse como “hacer luz de gas” y significa “intentar que alguien dude de su razón o juicio mediante una prolongada labor de descrédito de sus percepciones y recuerdos”, según la definición de la Fundación del Español Urgente (FundéuRAE).
En otras palabras, consiste en manipular a una persona, haciéndole creer que está loca y que muchos de sus recuerdos son producto de su imaginación. El origen de esta expresión se halla en la película estadounidense Luz que agoniza (Gaslight, 1944), cuya protagonista sufre este tipo de maltrato psicológico.
A pesar de ser una conducta que suele existir en relaciones abusivas de pareja (principalmente hacia las mujeres), también puede darse entre amigos, familiares o en el lugar de trabajo.
‘Mansplaining’
Este concepto combina las palabras inglesas man [hombre] y explaining [explicar]. Hace referencia a aquellas situaciones en las que un hombre explica algo a una mujer, generalmente con tono condescendiente, asumiendo que ella necesita una aclaración porque es ignorante en la temática (aunque no la haya solicitado y puede que incluso sea experta).
Esta conducta paternalista es común en muchos aspectos de la vida diaria, pero especialmente en aquellos espacios que tradicionalmente se han asociado a los hombres, como el deporte, el motor o la ciencia.
La primera vez que se usó el término mansplaining fue en 2014, cuando Rebecca Solnit publicó el libro Los hombres me explican cosas. En esta obra, Solnit describe mediante una selección de ensayos diversas escenas donde hombres dan lecciones a mujeres en materias en las que, precisamente, ellas son especialistas.
En esta misma línea, también ha surgido el concepto maninterrupting, que básicamente se define como la interrupción innecesaria del discurso de una mujer por parte de un hombre. Tanto en este caso como en el anterior, los hombres infantilizan a su interlocutora para reforzar su posición de poder.
‘Slut-shaming’
El slut-shaming tampoco es nada nuevo. Se trata de una forma de acoso que busca avergonzar y humillar a otra persona por su forma de vestir, su comportamiento o por cómo vive su sexualidad. La traducción en español sería “tildar o acusar de prostituta”.
Este tipo de violencia se ha extendido en el mundo digital y las redes sociales, donde cualquiera puede insultar, juzgar y culpabilizar de forma anónima. Las principales víctimas de esta forma de acoso son las mujeres jóvenes, que de pronto ven coartada su libertad.
Además, el slut-shaming es muy peligroso porque, en ocasiones, se ha utilizado como argumento para justificar o no condenar una agresión sexual. Preguntar cómo iba vestida la víctima o qué había hecho antes de la agresión es una forma de poner en duda su credibilidad.
‘Sexspreading’
También conocido como “pornovenganza”, consiste en difundir contenido íntimo o sexual de una persona sin su consentimiento. Como en otros casos de violencia de género, la mayoría de víctimas del sexspreading son mujeres. Este tipo de acoso se considera un ataque directo a la privacidad y a la intimidad.
El sexpreading no se debe confundir con otros dos conceptos relacionados con el sexo: el sexting y la sextorsión. Por un lado, el sexting hace referencia al envío de fotografías y/o imágenes entre personas de manera voluntaria y consentida.
Por el otro, la sextorsión o extorsión sexual se traduce en la amenaza de exponer contenido erótico de una persona (la víctima) con el objetivo de conseguir algo a cambio. En el caso de no obtenerlo, es cuando se puede dar el fenómeno del sexspreading.