Un nuevo estudio indica que la capa que protege de la Tierra de las radiaciones ultravioletas no se está recuperando
Investigadores de la Universidad de Otago, en Nueva Zelanda, advierten que el agujero en la capa de ozono no se esté recuperando, tal y como se creía, y que incluso podría estar agrandándose. Su estudio, publicado en la revista Nature, indica que los agujeros en esta capa protectora de los rayos ultravioletas no solo no se han reducido, sino que son más grandes y profundos de lo que se creía.
La capa de ozono es una región de la estratosfera situada a una altitud de entre 10 a 40 kilómetros sobre la superficie de la Tierra, en la parte superior de la atmósfera. Su principal función es la de absorber la mayor parte de la radiación ultravioleta (UV) que procede del sol.
Según este estudio, a pesar de las medidas tomadas para reducir la producción de sustancias dañinas como los clorofluorocarbonos (CFC) mediante el Protocolo de Montreal, el agujero no solo no se ha reparado, sino que ha aumentado de tamaño.
La capa de ozono, especialmente sobre la Antártida, es básico para proteger la Tierra contra la radiación ultravioleta dañina del sol. Se trata de una especie de escudo que absorbe la mayor parte de esta radiación, y su debilitamiento o adelgazamiento podría tener graves consecuencias para la salud humana, como un mayor riesgo de cáncer de piel o cataratas, así como efectos nocivos en los ecosistemas.
Los investigadores aseguran que se ha producido una pérdida del 26% en el núcleo del agujero de ozono en los últimos 19 años. El estudio más reciente destaca que el agujero registrado en 2023 es uno de los más grandes de los últimos tres años.
¿Qué destruye la capa de ozono?
La formación y la destrucción del ozono en la estratosfera son procesos naturales en los que interviene la radiación solar y las moléculas de oxígeno y ozono. Sin embargo, la capa de ozono se ha visto afectada por la liberación de ciertas sustancias químicas producidas por el ser humano, como los clorofluorocarbonos (CFC) y otros compuestos halogenados.
Estos compuestos fueron desarrollados originalmente como refrigerantes, disolventes y propelentes en aerosoles debido a su estabilidad y baja toxicidad. Los CFC son sustancias químicas artificiales que no se encuentran naturalmente en la atmósfera.
Los CFC fueron ampliamente utilizados en la industria y en productos de consumo durante gran parte del siglo XX. Sin embargo, a fines de la década de 1970 y principios de la década de 1980, se descubrió que al liberarse a la atmósfera, tenían un impacto negativo en la capa de ozono estratosférica.
Cuando los CFC alcanzan la estratosfera, son descompuestos por la radiación ultravioleta del sol, liberando átomos de cloro. Estos átomos de cloro reaccionan con las moléculas de ozono (O₃), destruyéndolas y afectando así la cantidad total de ozono en la estratosfera.
Sin embargo, según el estudio más reciente realizado en Nueva Zelanda, hay otros factores que podrían estar destruyendo la capa de ozono. Los investigadores explican que la conexión entre la disminución del ozono y los cambios en el aire que llega al vórtice polar sobre la Antártida sugiere que los agujeros más recientes pueden no deberse sólo a los clorofluorocarbonos.
Este hallazgo es relevante porque indica que hay otros factores que contribuyen al problema, lo que podría requerir una revisión y adaptación de las estrategias actuales para abordar la protección de la capa de ozono.
El Protocolo de Montreal
Hasta el momento, la medida más importante llevada a cabo ante el agotamiento de la capa de ozono ha sido la adopción del Protocolo de Montreal en 1987, un acuerdo internacional que establece medidas para reducir y eliminar gradualmente la producción y el consumo de sustancias que agotan la capa de ozono.
Fue adoptado el 16 de septiembre de 1987, y entró en vigor el 1 de enero de 1989. El protocolo es un acuerdo histórico que ha sido ampliamente considerado como un éxito en la cooperación global para abordar un problema ambiental significativo.
El principal objetivo del Protocolo de Montreal es eliminar gradualmente la producción y el consumo de sustancias agotadoras de la capa de ozono (SAO). Las SAO incluyen compuestos químicos como los clorofluorocarbonos (CFC), halones, cloruro de metilo, bromuro de metilo, y otros productos químicos que contienen cloro y bromo. Estas sustancias, liberadas en la atmósfera, descomponen las moléculas de ozono y contribuyen al agotamiento de la capa de ozono estratosférico.
El protocolo establece calendarios para la eliminación gradual de la producción y consumo de SAO, con la idea de permitir que la capa de ozono se recupere con el tiempo. A medida que los países han cumplido con las disposiciones del protocolo, ha habido evidencia de una recuperación gradual de la capa de ozono. Las nuevas evidencias podrían obligar a revisar este protocolo.