23 noviembre 2024
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23 noviembre 2024

¿El autismo es diferente en hombres y mujeres?

La discriminación de género provoca que haya muchas menos mujeres que hombres diagnosticados con autismo

Los estudios científicos realizados en las últimas décadas muestran que hay un número mayor de casos de autismo entre hombres que entre mujeres. Las conclusiones son muy variables, pero la cifra que cuenta con más aceptación por parte de la comunidad científica es una proporción de 4 hombres autistas por cada mujer

No obstante, la realidad podría ser muy distinta y estar influenciada por el sesgo de género en la salud. Esta discriminación de género se produce cuando el estudio de trastornos y enfermedades se centra sobre todo en los pacientes hombres y deja de lado a las mujeres que también los padecen.

En ese sentido, varios estudios recientes advierten de que el Trastorno del Espectro Autista (TEA) no es menos habitual en mujeres, sino que muchas mujeres con TEA no obtienen un diagnóstico, o bien llega muy tarde. Esto sucede también porque el autismo se manifiesta, generalmente, de manera diferente en niños y en niñas; sin embargo, mientras los síntomas en niños son bien conocidos, los síntomas del autismo en niñas no se han estudiado lo suficiente y a veces pasan desapercibidos.

Los principales síntomas del autismo tienen que ver con las dificultades en la comunicación y la interacción social y con los comportamientos repetitivos, entre los más frecuentes. Pero puede darse el caso de que las niñas no muestren conductas repetitivas o estereotipadas. Por eso, aunque estos síntomas no se observen en niñas, no significa que no estén presentes. 

El camuflaje social

Muchas niñas y adolescentes autistas hacen un esfuerzo por disimular algunas de las conductas y síntomas propios del autismo. Este comportamiento se conoce como “camuflaje social” y sirve para encajar en grupos sociales, pero a la vez puede provocar cuadros de ansiedad, estrés o baja autoestima en la persona autista. 

Es como si estuvieras fingiendo o interpretando un rol todo el rato para que los demás te acepten. Luego llegas a casa y tienes que desahogarte, canalizar todo lo que has estado controlando: esta presión por pasar desapercibido causa ansiedad. Y también puede dar pie a diagnósticos erróneos o retrasar el diagnóstico de un trastorno del espectro autista.  

Algunas niñas autistas pueden mostrar muy buen comportamiento y parecer tímidas, características que no llaman la atención. Otras tendrán tendencia a dejarse llevar por otras niñas y, en algunos casos, algunas pueden presentar una conducta inapropiada según el contexto.

La Asociación Española de Profesionales del Autismo ha elaborado una guía de buenas prácticas para promover la perspectiva de género en este ámbito y mejorar el conocimiento de las niñas, adolescentes y mujeres con Trastorno del Espectro Autista. 

El texto explica algunas conductas que pueden ser indicadoras de un TEA en niñas, adolescentes y mujeres: mostrar escasa iniciativa social y estar aislada del grupo; niñas particularmente desinhibidas que cuentan secretos a desconocidos o hacen preguntas que invaden la intimidad de otros; chicas que presentan crisis de angustia o llantos sostenidos ante situaciones que pueden parecer exageradas; niñas que buscan lugares aislados, que imitan a las demás de forma mecánica o que parece que no tengan dolor cuando se hacen daño. 

Por otro lado, algunas niñas y chicas adolescentes con autismo corren el riesgo de ser víctimas de acoso sexual, precisamente porque no saben interpretar correctamente las señales y detectar los comportamientos abusivos por parte de otras personas. Al mismo tiempo, las limitaciones a la hora de comunicarse pueden provocar que vivan estos abusos en silencio y sea más difícil detectarlos. Por eso es importante concienciar y sensibilizar sobre la realidad de las personas autistas, para que la gente a su alrededor pueda ayudarlas y guiarlas.

La edad adulta

El retraso en el diagnóstico puede provocar que las mujeres con autismo se sientan diferentes o que no encajan en su entorno durante muchos años. En algunos casos, solo se plantean la posibilidad de tener un trastorno autista cuando una persona externa se lo sugiere, o bien si son madres y sus hijos son diagnosticados con TEA. 

En el caso de las mujeres adultas con autismo, algunos síntomas habituales son la inhibición social o falta de control; la dificultad para llevar gestionar aspectos de la vida cotidiana como las tareas del hogar o el cuidado familiar; la sensación de cansancio después de un encuentro social de larga duración; las dificultades para pedir disculpas o, por el contrario, pedir disculpas de forma excesiva o el perfeccionismo y un alto sentido de la justicia social.

En los últimos años, y especialmente durante la pandemia, ha surgido un movimiento de empoderamiento encabezado por mujeres autistas que reivindican sus características, sus manifestaciones y su derecho a ser acompañadas. Por desgracia, a la discriminación por discapacidad se suma la discriminación de género, y eso expone mucho más a las mujeres al riesgo de exclusión social.

La identidad de género

Los programas de intervención y acompañamiento a las personas con autismo se han diseñado, principalmente, a través de características que definen a los hombres autistas. Durante muchos años, no han existido programas que incluyan la perspectiva de género y que den un apoyo específico a las mujeres TEA y a sus necesidades.

Al mismo tiempo, también falta mucha investigación sobre la vinculación entre el autismo y la identidad de género. Los estudios muestran que las personas autistas tienen más probabilidades de sufrir disforia de género: la sensación de angustia o incomodidad que tienen las personas que sienten que han nacido con un sexo que no les corresponde. Es decir, son niños que han nacido con genitales femeninos, o niñas que han nacido con genitales masculinos.

A menudo, las personas autistas y transgénero no cuentan con un acompañamiento correcto que atienda a sus necedidades: ya sea porque no se da importancia a sus sentimientos de identidad de género, o bien porque no reciben la atención y el apoyo adecuados para una persona con autismo. En ese sentido, hay que tener en cuenta que estas personas representan una doble diversidad: por las dificultades que experimentan a la hora de comunicarse y relacionarse y, al mismo tiempo, por la diversidad que refleja su identidad de género.

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