24 noviembre 2024
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24 noviembre 2024

‘El juego del calamar’: cuando matar se convierte en un divertimento

La serie ha conseguido un gran éxito de audiencia a nivel mundial pero preocupa a padres, madres y educadores por la violencia explícita  

La serie surcoreana El juego del calamar se estrenó el 17 de septiembre en Netflix y en poco tiempo se ha convertido en un fenómeno de masas a nivel mundial: memes y videos imitando escenas de la serie inundan TikTok, se venden galletas con los dibujos que aparecen en los créditos de la serie y hasta se pueden comprar disfraces de algunos personajes. 

Esta producción televisiva narra la historia de un grupo de 456 personas en riesgo de exclusión social que deciden arriesgar sus vidas en una competición a vida o muerte basada en juegos infantiles. El objetivo de los seis juegos es llegar a ser el único superviviente y ganar los 34 millones de euros del bote común.

Ahora, la serie de Netflix ha trascendido la pantalla para colarse también en el patio de los colegios, lo que ha encendido las alarmas entre la comunidad educativa. El grado de violencia que se ve en la serie es tan alto que algunos centros ya han mostrado su temor a que el alumnado pueda imitar algunos de estos juegos infantiles, como el tradicional escondite inglés, pero con un componente extra de crueldad y sadismo.

Por ejemplo, los profesores de un colegio en Bélgica han enviado una carta a los padres de los alumnos recomendando que no les dejen ver la serie y se han organizado charlas con psicólogos para abordar cómo el consumo de violencia puede afectar a los niños y niñas. En el Reino Unido se ha detectado un caso aún más grave: a través de las redes sociales se ha organizado una competición en Londres para imitar la trama de la serie. El ganador se llevaría un bote de 10.000 libras (unos 11.7000 euros), mientras que los perdedores recibirían un disparo en la cara con una pistola de aire comprimido

El guionista de la serie, Hwang Dong-hyuk, ideó esta ficción cuando él mismo pasaba por una época de dificultades económicas, según ha afirmado en varias entrevistas. Hwang terminó de escribir el guión en 2009, pero durante diez años no encontró la inversión necesaria para producirlo, pues nadie quería sumarse a un proyecto en el que la violencia tiene un papel protagonista. Ahora El juego del calamar podría convertirse en la serie más vista de la historia de Netflix.

Una crítica al capitalismo 

Todos los personajes que aparecen en El juego del calamar tienen en común que deben mucho dinero, por lo que el hecho de arriesgar sus vidas en el juego se convierte en una oportunidad para saldar sus deudas y rehacer su vida

Con una población que supera los 51 millones de personas, Corea del Sur es un país envejecido que tiene la segunda tasa de natalidad más baja del mundo (solo por detrás de Taiwán). Los efectos de varias crisis económicas, incluida la pandemia de coronavirus, han hecho que muchas mujeres renuncien a tener hijos porque no pueden permitírselo. La falta de gente joven repercute directamente en la productividad y la riqueza de un país, y hace que el gobierno tenga menos recursos para destinar a la población.

Por otro lado, la sociedad surcoreana es muy competitiva. Existe una fuerte presión social para que, desde muy jóvenes, los alumnos y alumnas sean los mejores en el colegio y saquen las mejores notas. Esto se visibiliza en los resultados académicos pero también tiene graves consecuencias para la salud física y mental de los más jóvenes.

La presión social, las dificultades económicas y la falta de una red de apoyo ha provocado que Corea del Sur tenga la tasa de suicidios más alta de la OCDE (organización de 38 países desarrollados que coordinan parte de sus políticas económicas y sociales). De media, cada día se suicidan 38 personas según datos de 2019

En este contexto, el autor de El juego del calamar lo define como una crítica al sistema capitalista y de consumo, en el que las personas no valen nada si no aportan valor económico. De hecho, el mensaje que se desliga del asesinato de los jugadores que quedan eliminados es que son el eslabón más débil y no merecen seguir el juego. 

La violencia como base del éxito 

El juego del calamar también refleja la desigualdad social que existe en Corea del Sur, en la línea de Parásitos (2019) que ganó el Oscar a Mejor Película en 2020. El film cuenta cómo los integrantes de una familia con pocos recursos engañan a otra familia rica para que, poco a poco, les contraten para diferentes tareas domésticas y así salir de la situación de pobreza y desempleo.

Otro ejemplo del uso de la violencia es la trilogía juvenil Los juegos del hambre, escrita por Suzanne Collins y más tarde adaptada a la gran pantalla. La historia narra los llamados “Juegos del hambre”, un evento televisivo en el que se elige a diferentes participantes al azar para que se enfrenten en un juego de supervivencia en el que solo uno puede quedar con vida. El vencedor es recompensado con una casa y alimentos para su familia, así como con reputación y fama.

Por último, la serie Black Mirror (Charlie Brooker, 2011) describe un futuro distópico en el que la tecnología acaba controlando cada una de las acciones y esferas de la vida de las personas. El capítulo Nosedive [Caída en picado] se centra en cómo las redes sociales pueden funcionar para valorar a las personas a través de un sistema de puntuación que determina la influencia y reconocimiento social de cada individuo.

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