El gobierno de Francia ofrece autonomía a la isla tras las violentas protestas por la muerte de un líder independentista en la cárcel
La isla francesa de Córcega ha sufrido violentas protestas y manifestaciones las últimas semanas, después de que Yvan Colonna, líder del movimiento de independencia corso, fuera agredido en la cárcel donde cumplía condena. Finalmente, Colonna murió el 21 de marzo después de pasar tres semanas en coma.
En 1998, Colonna fue acusado junto a otros dos miembros del movimiento nacionalista corso del asesinato de Claude Érignac, el prefecto de Córcega (autoridad que representa al gobierno francés en la isla). Aunque él siempre se declaró inocente, los tres fueron condenados a cadena perpetua y cumplían condena en Arle, una prisión de alta seguridad en el sur de Francia.
El asesinato de Colonna se produjo en una prisión donde se encuentran algunos de los convictos más peligrosos y la vigilancia es extrema. Las autoridades penitenciarias han informado de que el asesino, un terrorista yihadista, atacó a Colonna por haber blasfemado sobre el profeta Mahoma.
No obstante, una parte de los corsos consideran que los vigilantes no hicieron nada para evitar el ataque y culpan al Estado francés de la muerte del líder independentista. Por otro lado, desde hace años se reclamaba que Colonna y los otros dos acusados pudieran cumplir condena en una prisión de la isla para estar cerca de su familia.
Los hechos han despertado la indignación de la población en la isla, donde viven poco menos de 350.000 personas. Miles de personas han salido a las calles en varias ciudades, con proclamas como “Libertad” o “Estado francés asesino”. Algunos manifestantes han lanzado piedras y cócteles molotov contra comisarías y edificios gubernamentales.
Para intentar calmar las protestas, el ministro del Interior de Francia, Gérald Darmanin, ha anunciado que el gobierno central se plantea ofrecer más “autonomía” a Córcega, una idea que luego ha sido respaldada por el presidente francés, Emmanuel Macron. La cuestión es qué implica esta autonomía y qué competencias o poderes tendría el gobierno corso en este nuevo modelo político.
Más de dos siglos de nacionalismo corso
El movimiento nacionalista corso surgió en el siglo XVIII, cuando Francia invadió la isla y después se la compró a los genoveses. Desde entonces, una parte muy importante de la población corsa se siente más cercana a Italia (que está más cerca geográficamente) y quiere independizarse de Francia.
En mayo de 1769, los franceses derrotaron finalmente a los corsos e impusieron su gobierno e instituciones. Unos meses después nacía en Córcega Napoleón Bonaparte, que llegaría a ser emperador de Francia y conquistaría media Europa. Napoleón se enemistó con los independentistas corsos y su familia acabó huyendo de la isla.
En la década de 1970, el movimiento independentista corso recurrió a la lucha armada para reivindicar sus objetivos políticos, como sucedió en otras regiones europeas como la banda terrorista ETA en el País Vasco o el IRA en Irlanda del Norte.
Se creó entonces el Frente de Liberación Nacional de Córcega (FLNC), que atentaba contra edificios públicos y negocios inmobiliarios que corrompían la naturaleza de la isla. El FLNC reclamaba el derecho a la autodeterminación, además de defender los elementos identitarios de la cultura corsa, como la lengua o las instituciones históricas que los franceses eliminaron en el siglo XVIII.
El FLNC tuvo varias disputas internas a partir de la década de 1990, entre partidarios y detractores de mantener la lucha armada, y finalmente abandonó las armas en 2014.
En la actualidad, la asamblea regional de Córcega está gobernada por una mayoría de partidos autonomistas o independentistas, que reclaman una mayor autonomía para la región para impulsar el idioma corso o controlar la especulación inmobiliaria, que está disparando los precios de la vivienda.
Movimientos independentistas modernos
En todo el mundo hay decenas de regiones que reclaman una mayor autonomía frente al gobierno central o bien quieren independizarse de los países en los que se encuentran.
Cada caso es diferente y está condicionado por la geografía, la cultura o las condiciones sociales y económicas en las que vive la población. No obstante, todas comparten un origen histórico que los movimientos nacionalistas aspiran a recuperar.
En España, el movimiento independentista catalán se originó durante la Guerra de Sucesión Española, a principios del siglo XVIII. En los últimos años este movimiento ha intensificado sus demandas, que culminaron con un referéndum en 2017 que fue reprimido e invalidado por las autoridades españolas. A día de hoy, el gobierno catalán y español siguen sin avanzar en las negociaciones.
Un caso similar es el de Escocia, una de las cuatro regiones del Reino Unido. Igual que Catalunya, las diferencias entre escoceses e ingleses también tienen orígenes históricos. En 2014, los gobiernos británico y escocés acordaron la celebración de un referéndum de independencia, en el que el “No” ganó con el 55,3% de los votos (participó el 85% de la población).
Flandes es la región norte de Bélgica, donde la población habla holandés y se diferencia de la mitad sur, de tradición francesa (aunque ambos idiomas son oficiales en el país). Flandes tiene sus propias instituciones políticas y administrativas, pero mantiene disputas con los partidos francófonos en temas nacionales.
Uno de los últimos territorios en votar sobre su futuro político ha sido Nueva Caledonia, región francesa formada por varias islas en el océano Pacífico. Nueva Caledonia tiene un origen colonial y una parte de la población indígena quiere independizarse de las autoridades francesas. Aun así, en la consulta celebrada a finales de 2021, el 96% de los votantes eligió seguir en Francia (aunque participaron menos de la mitad de los electores).