El presidente Daniel Ortega sale reelegido para un cuarto mandato, pero la comunidad internacional no reconoce el resultado
El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, ha ganado las elecciones y será presidente por cuarta vez. De esta forma, a finales de este mandato Ortega habrá gobernado en Nicaragua durante dos décadas, en medio de acusaciones de corrupción y represión contra la oposición política.
Las elecciones presidenciales se celebraron el domingo 7 de noviembre y el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), el partido de Ortega, se impuso con un 74,99% de los votos, según los datos oficiales.
Las Juntas Receptoras de Votos, el órgano encargado de supervisar las votaciones, informó de que un 65% de los nicaragüenses participó en los comicios. Sin embargo, el observatorio Urnas Abiertas, una organización que vela por el cumplimiento de los derechos electorales, anunció que la abstención había superado el 80%.
Ortega ocupa el poder en Nicaragua desde 2007 junto a su esposa, Rosario Murillo, que será la “copresidenta” del país, un nuevo cargo creado especialmente para ella. En los últimos meses, su gobierno había actuado con dureza para silenciar cualquier voz crítica.
En las últimas semanas ha ordenado detener y encarcelar a varios candidatos presidenciales, acusándolos de “traición a la patria”. Otros miembros de la oposición han tenido que exiliarse para no acabar en prisión. Ortega también eliminó tres partidos políticos que denunciaban las amenazas, el acoso y las detenciones arbitrarias de los miembros de la oposición.
La Organización de Estados Americanos (OEA), la Unión Europea (UE) y Estados Unidos han criticado la falta de transparencia de las elecciones y han anunciado que no reconocen los resultados. Según datos de Urnas Abiertas, en el último año se han registrado más de 1.500 hechos de violencia política, desde agresiones hasta detenciones forzadas, juicios irregulares e incluso asesinatos.
El gobierno represivo de Daniel Ortega
La primera vez que Daniel Ortega ganó las elecciones presidenciales fue en noviembre de 2006. Hasta entonces, Nicaragua había estado gobernada durante casi dos décadas por partidos conservadores o de derechas.
Durante los primeros años de su gobierno, Ortega volvió a introducir políticas de izquierdas que le reportaron una gran aceptación entre la población nicaragüense: garantizó la educación y la sanidad públicas, ofreció ayudas para reducir la desigualdad social y despenalizó la homosexualidad (aunque el colectivo LGTBI sigue estando perseguido en Nicaragua y no disfruta de los mismos derechos).
Sin embargo, con el paso del tiempo, Ortega empezó actuar de forma más autoritaria. En 2013 impulsó una serie de reformas en la constitución para eliminar las limitaciones en el mandato y seguir gobernando de forma indefinida. Nombró a su mujer vicepresidenta y colocó a aliados políticos para controlar el poder judicial y las fuerzas armadas.
En abril de 2018, en un momento de crisis económica, el gobierno aprobó unos recortes en las pensiones de los jubilados. Miles de personas salieron a la calle para protestar en todo el país y Ortega envió a la policía y el ejército para reprimir las protestas. Murieron más de 300 personas y hubo miles de heridos, según datos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
En los últimos años, Ortega ha aumentado la represión y la persecución contra cualquier movimiento político y social que cuestione su gobierno. Ha cerrado medios de comunicación, encarcelado a líderes políticos y estudiantiles y mantiene a raya las manifestaciones a través de milicias armadas que patrullan las calles de las principales ciudades nicaragüenses.
De guerrillero a dictador
Daniel Ortega fue uno de los combatientes del Frente Sandinista de Liberación Nacional, un grupo guerrillero de izquierdas que durante la década de 1960 y 1970 luchó contra la dictadura en Nicaragua. El FSLN se inspiraba en otros movimientos revolucionarios como el que lideró la Revolución Cubana.
En 1979, el ejército sandinista consiguió derrocar al dictador Anastasio Somoza Debayle y más tarde se convirtió en un partido político que gobernó en Nicaragua entre 1979 y 1990.
Los sandinistas introdujeron importantes cambios en las políticas sociales, impulsando la alfabetización, la sanidad y la igualdad de género. En 1990, el FSLN perdió las elecciones y pasó a la oposición, hasta que volvió a recuperar el poder en 2006 con Daniel Ortega como candidato.
La dictadura de la familia Somoza se extendió desde 1934 hasta 1979 y contaba con el apoyo del gobierno de Estados Unidos, como otros dictadores de América Latina en aquella época. Por ese motivo, Ortega acusa a la oposición de estar financiada por los Estados Unidos y asegura que existe una conspiración para arrebatarle el poder.
Ortega reivindica su pasado de guerrillero y su lucha contra la dictadura somocista para justificar sus decisiones políticas y la represión contra la oposición. Sin embargo, una parte de la población nicaragüense considera que él mismo ha acabado por convertirse en un dictador.