El presidente, que lleva dos décadas al mando, ha ganado la segunda vuelta de las elecciones presidenciales y seguirá liderando el país
Recep Tayyip Erdogan, el presidente de Turquía desde 2014, permanecerá en el poder cinco años más tras haber ganado la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, celebradas el pasado 28 de mayo. El país tuvo que volver a celebrar los comicios después de que en la primera vuelta ningún candidato lograra la mayoría necesaria.
Los escándalos de corrupción, la falta de libertad de expresión y la censura del gobierno, una crisis económica sin precedentes, las consecuencias de los terremotos que azotaron el país en febrero… Ninguno de los últimos acontecimientos que han rodeado al gobierno de Erdogan han sido suficientes para apartarlo de la presidencia.
El líder del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) ha obtenido el 52% de los votos, frente al 47% de Kemal Kiliçdaroglu, que lideraba una coalición de seis partidos. Los resultados convierten a Erdogan en el líder turco que más tiempo ha permanecido en el poder después del fundador de la república turca, Mustafá Kemal Atatürk.
Tras la victoria, el presidente comenzará una nueva legislatura cuyo principal reto será hacer frente a la crisis económica que atraviesa el país, acentuada por la subida desmesurada de los precios. Durante 2022, la inflación llegó a alcanzar el 85%. Como consecuencia, millones de familias turcas no pueden comprar alimentos básicos o pagar el alquiler.
A la crisis económica se suma la crisis migratoria que atraviesa el país. Según datos del Banco Mundial, en Turquía hay alrededor de 4 millones de refugiados y la mayoría provienen de Siria. Algunos expertos consideran que, en los últimos años, el gobierno turco ha utilizado a los migrantes como arma política para ganarse el apoyo de la opinión pública.
El presidente también deberá enfrentar retos fuera de Turquía. El gobierno de Erdogan tiene una buena relación con el presidente ruso, Vladimir Putin, por lo que no vio con buenos ojos las sanciones impuestas a Rusia tras la invasión a Ucrania. Esta situación lleva meses dificultando las relaciones de política exterior con Estados Unidos y la Unión Europea.
Erdogan, un presidente autoritario
Recep Tayyip Erdogan es el presidente de Turquía desde el año 2014. Antes de alcanzar la presidencia, fue primer ministro turco (2003-2014) y alcalde de Estambul (1994-1998), la ciudad más importante del país.
Durante sus primeros años como presidente, Erdogan logró una gran popularidad tanto dentro como fuera del país. Se considera que su gobierno fue el responsable del crecimiento económico de Turquía a principios del siglo XXI, pues aplicó algunas políticas que modernizaron el país.
Sin embargo, con el paso de los años, el gobierno de Erdogan pasó a ser ampliamente criticado por varios gobiernos internacionales y organizaciones de derechos humanos. Entre otras razones, por el carácter autoritario que el presidente turco ha ido adquiriendo, presente en sus leyes y medidas aprobadas.
En 2017, Erdogan implementó una serie de reformas constitucionales para consolidar su poder. La reforma más importante fue la transición del sistema parlamentario al sistema presidencial, que otorgó al presidente poderes ejecutivos ampliados como la capacidad de nombrar ministros y tomar decisiones sin la aprobación del parlamento.
Además, incorporó una reforma para mantenerse en el poder: eliminó el límite de mandatos previamente establecido y amplió hasta 2029 su posibilidad de seguir en el cargo de presidente. Estas reformas han generado preocupaciones a nivel internacional sobre la concentración de poder en manos de una sola persona durante un periodo tan prolongado.
Libertad de expresión en Turquía
La libertad de expresión es un pilar fundamental de cualquier sociedad democrática, ya que garantiza el derecho de las personas a expresar libremente sus opiniones y participar en el debate público. Sin embargo, en el caso de Turquía, este derecho se ha visto gravemente afectado.
En los últimos años, el país ha sido objeto de críticas por la creciente censura y represión hacia la libertad de expresión. Periodistas y activistas han sido detenidos y encarcelados por expresar opiniones críticas hacia el gobierno. Además, los medios de comunicación independientes han visto limitada su capacidad para informar de manera imparcial.
En este sentido, una de las últimas medidas aprobadas ha sido la “ley de desinformación”, que permite al gobierno turco perseguir la difusión de “noticias falsas”. Tras su aprobación, algunos organismos internacionales como la Unión Europea o Naciones Unidas manifestaron su preocupación, al considerar que esta medida deja la puerta abierta a juicios arbitrarios.
La preocupación por la situación de libertad de expresión en el país también ha estado presente en las últimas elecciones. La Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) ha criticado la cobertura mediática de los comicios, al considerar que Erdogan contaba con una “ventaja injustificada” en los medios de comunicación.
Según la OSCE, opositores y medios independientes han visto restringidas sus libertades durante la campaña electoral, lo que ha dificultado el pluralismo político. Estas formas de represión perjudican los cimientos de la democracia turca y tienen un impacto negativo en la sociedad, al limitar el acceso a información objetiva y restringir el debate público.