17 noviembre 2024
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17 noviembre 2024

Groenlandia vota af avor de su naturaleza

La izquierda gana las elecciones groenlandesas y podría paralizar las explotaciones mineras en la isla, impulsadas por intereses extranjeros 

El partido Inuit Ataqatigiit (IA) ha ganado las elecciones de Groenlandia por segunda vez en 40 años, desde que la isla consiguió la autonomía de Dinamarca en 1979. El IA se ha impuesto con un 37% de los votos al Siumut, partido socialdemócrata que históricamente ha gobernado en Groenlandia. 

El IA es un partido de izquierdas y ecologista que defiende los intereses de la comunidad inuit, la población autóctona de la isla, y la conservación del entorno natural. En ese sentido, se opone a la construcción del proyecto Kuannersuit, una gran mina de tierras raras al sur de la isla que ha dividido a la sociedad groenlandesa. 

Las tierras raras son unos materiales poco comunes y muy valiosos que se utilizan en la fabricación de teléfonos móviles y ordenadores, por ejemplo. De ahí que varias empresas y gobiernos extranjeros se hayan interesado por la mina y hayan prometido invertir grandes cantidades de dinero, como Estados Unidos y China, que compiten por imponer su influencia en este territorio.

Este proyecto permitiría crear centenares de puestos de trabajo y serviría para que Groenlandia dependiera menos de otras actividades como la pesca, que ahora es su principal fuente de exportaciones. Además, también reduciría la dependencia económica de Dinamarca, país con el que todavía mantiene una relación política.

Sin embargo, los opositores al proyecto denuncian que tendría un gran impacto medioambiental sobre el paisaje y la naturaleza. Groenlandia es una isla con más de 2 millones de kilómetros cuadrados y poco más de 56.000 habitantes: es el país con menor densidad de población del mundo y un proyecto como Kuannersuit cambiaría por completo el estilo de vida de sus habitantes.

La posible construcción de la mina desató varias protestas y provocó la ruptura entre el Siumut y el partido Demokratiit, que hasta ahora gobernaban en coalición. En febrero, el primer ministro y líder del Siumut, Kim Kielsen, se vio obligado a convocar elecciones anticipadas.

Ahora, el Inuit Ataqatigiit deberá encontrar apoyos para formar gobierno si quiere detener la construcción de la mina y otras prospecciones en suelo groenlandés.

Territorio autónomo pero no independiente

Groenlandia es la isla más grande del mundo. Hace miles de años estuvo habitada por pueblos amerindios que llegaron a pie cruzando el hielo que entonces todavía unía la isla con el continente. Hacia el siglo X, los pueblos del norte de Europa colonizaron la isla. 

En 1814, tras la separación del Reino de Noruega y Dinamarca, Groenlandia pasó a estar bajo soberanía danesa. Tras décadas reivindicando una mayor autonomía, en 1979 se convirtió en un territorio autónomo del Reino de Dinamarca con un parlamento y gobierno propios. En 1985, el gobierno groenlandés decidió abandonar la Unión Europea (de la que Dinamarca todavía forma parte).

El Estatuto de Autonomía de 2009 otorgó nuevas competencias al gobierno groenlandés, como el derecho a organizar un referéndum de autodeterminación que le permitiría desvincularse totalmente de Dinamarca. 

En la actualidad, el gobierno danés solo interviene en las relaciones exteriores y defensa de Groenlandia. Además, sigue destinando una parte de su presupuesto a la isla: los groenlandeses reciben cada año más de 520 millones de euros de Dinamarca. 

Para los groenlandeses, independizarse supondría perder una parte importante de su presupuesto, pero este dinero podría compensarse con la explotación de los recursos naturales. Por eso deben debatir cómo encontrar el equilibrio entre ganar independencia económica y conservar su patrimonio natural.

La explotación del ártico

El Ártico es toda la zona alrededor del Polo Norte de la Tierra y abarca territorios que pertenecen a diferentes países. En las últimas décadas, el cambio climático ha acelerado el deshielo del océano Ártico: tres cuartas partes de la capa de hielo flotante han desaparecido en los últimos 30 años, según datos de Greenpeace.

Pero además, en los últimos años, varios gobiernos se han lanzado a explotar los recursos naturales en esta zona. El deshielo facilita la pesca masiva, la extracción de minerales, la construcción de plataformas petrolíferas e incluso la navegación de grandes barcos para crear nuevas rutas comerciales.

Países como Estados Unidos, Noruega o Rusia hace tiempo que han iniciado la carrera por controlar las reservas de gas y petróleo en el Ártico, que se calcula en billones de barriles.

La desaparición de la capa de hielo tiene consecuencias directas sobre el planeta y acelera el calentamiento global. Supone una amenaza directa para la fauna del Ártico y para los 4 millones de personas que viven en estos territorios.

Organizaciones medioambientales como Greenpeace reclaman a los gobiernos la creación de un santuario marino que permita proteger el Ártico de las actividades humanas. 

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