Entre los países más afectados por este fenómeno meteorológico extremo están Grecia y Libia, donde las fuertes lluvias han afectado a miles de personas
La borrasca ‘Daniel’ está siendo la protagonista estos días. La fuerte tormenta, que ha provocado lluvias torrenciales y graves inundaciones en varios países, es el último fenómeno meteorológico extremo. Grecia y Libia son dos de los lugares más afectados, donde el agua ha dejado pueblos inundados y miles de víctimas.
La tormenta llegó primero a Grecia. En la ciudad de Volos, las calles se convirtieron en auténticos ríos y la población sufrió graves cortes de luz. En otras localidades como Makrinitsa, el problema han sido los derrumbamientos: decenas de casas han quedado inhabitables por culpa del deslizamiento de la tierra.
En su paso por Grecia, ‘Daniel’ dejó niveles de precipitaciones nunca vistos. En varias zonas se registraron precipitaciones que han sobrepasado los 600 litros por metro cuadrado en 24 horas. Como consecuencia del desastre, el cuerpo de bomberos tuvo que rescatar a más de 4.000 personas. El número de víctimas mortales asciende a 14, aunque todavía hay tres personas que siguen desaparecidas.
La borrasca dejó el país heleno y se aproximó a Libia, donde las lluvias han dejado varias zonas devastadas. Según las cifras provisionales proporcionadas por las autoridades, alrededor de 6.000 personas han fallecido, mientras que más de 10.000 se encuentran desaparecidas.
La ciudad costera de Derna se ha llevado la peor parte. La fuerte tormenta rompió dos presas próximas a la localidad, lo que acabó desbordando un río y liberando una enorme cantidad de agua. La ciudad ha quedado destruida después de que el agua arrastrara barrios enteros hacia el mar. Debido a su ubicación (rodeada de montañas), Derna ha quedado aislada e incomunicada.
En gran parte del país las infraestructuras no están preparadas para hacer frente a fenómenos meteorológicos extremos de este tipo. La magnitud de lo ocurrido está dificultando las labores de rescate y la llegada de equipos de emergencia a las zonas afectadas.
La borrasca ‘Daniel’
Mientras países como Grecia y Libia han tenido que hacer frente a las consecuencias de la tormenta ‘Daniel’, otras zonas del centro y norte de Europa han vivido días soleados con temperaturas por encima de la media para esta época del año. Esta diferencia tan grande se explica por un fenómeno que se conoce como “bloqueo omega”.
El “bloqueo omega” es un patrón en el clima que se forma cuando una zona de alta presión en la atmósfera actúa como una especie de obstáculo para las tormentas y las nubes. Como si hubiera una pared en el cielo que detiene el flujo normal del clima. Cuando se dibuja en un mapa meteorológico, se parece a la letra griega "Ω" (de ahí su nombre).
Este “bloqueo” puede tener dos efectos principales. En algunas áreas, puede causar un clima muy seco y soleado durante mucho tiempo, lo que a veces conlleva la aparición de sequías. En otras áreas, puede mantener el clima muy húmedo y lluvioso, causando fuertes tormentas e inundaciones.
En el caso de la borrasca ‘Daniel’, también ha influido el aumento de la temperatura del mar. En julio de 2023, el mar Mediterráneo alcanzó la temperatura más alta jamás registrada: 28,4 grados, según el Servicio Europeo de Cambio Climático Copernicus.
El calentamiento del agua puede aumentar la energía disponible en la atmósfera y, por lo tanto, contribuir a la intensificación de fenómenos extremos como tormentas, ciclones o sistemas de baja presión.
Desastres naturales y cambio climático
Desastres naturales como las inundaciones de Libia y Grecia cada vez son más frecuentes y devastadores, un hecho que se relaciona directamente con el cambio climático. El cambio climático aumenta la temperatura de la Tierra, lo que está provocando que el planeta experimente cambios constantes en el clima.
Esta situación favorece la aparición de fenómenos meteorológicos extremos y, por eso, cada vez vemos cómo los países del mundo hacen frente a inundaciones, olas de frío y calor, huracanes, sequías o tormentas.
El aumento de la frecuencia e intensidad de este tipo de desastres naturales representa una amenaza creciente para la sociedad. Uno de los efectos más devastadores es la pérdida de vidas humanas, especialmente si no se toman medidas adecuadas de preparación y respuesta ante estos fenómenos.
Asimismo, estos suelen causar la destrucción de infraestructuras como viviendas, edificios y carreteras, lo que puede llevar a la interrupción de los servicios básicos, como el suministro de agua y energía o el acceso a la educación. En algunos casos, la población puede verse obligada a abandonar sus hogares.
Los desastres naturales suponen grandes pérdidas económicas para las zonas afectadas, que deben invertir dinero para tratar de volver a la normalidad. Las sequías prolongadas, las inundaciones y otros desastres también pueden dar lugar a la escasez de agua y alimentos, lo que puede aumentar la inseguridad alimentaria en algunos países.
Según el Índice de Riesgo Climático Global (IRC), entre 2000 y 2019 murieron 475.000 personas en total como consecuencia directa de más de 11.000 fenómenos meteorológicos extremos y las pérdidas económicas ascendieron a unos 2,56 billones de dólares estadounidenses.