Este cuerpo policial detuvo y torturó a la joven Mahsa Amini, cuya muerte ha encendido una oleada de protestas en el país
El gobierno de Irán ha anunciado la supresión de las Gasht-e Ershad (“Patrullas de la orientación” en persa), también conocidas como “policía de la moral”, que se encargan de vigilar los espacios públicos y hacer cumplir las normas de moralidad islámica en aspectos como el vestuario, el maquillaje o el uso del velo.
Esta policía fue la responsable de la muerte de Mahsa Amini, una joven de 22 años que fue detenida por llevar mal puesto el hiyab o velo islámico. Mahsa murió el 16 de septiembre por las agresiones y torturas sufridas mientras estaba detenida, y la noticia de su muerte provocó una oleada de protestas histórica.
Desde entonces miles de iraníes, mujeres y hombres, han salido a la calle durante meses para denunciar la represión del gobierno iraní. Se han quemado velos como símbolo de la opresión, se han convocado paros en las universidades, se han hackeado emisiones oficiales, la selección de fútbol iraní se ha negado a cantar el himno nacional durante el Mundial…
Por otro lado, el gobierno iraní también está estudiando la posibilidad de modificar la ley que obliga a llevar el velo islámico. Esta ley se aprobó en 1983, poco después del triunfo de la Revolución Islámica, que instauró el régimen de los ayatolás e impuso unos valores islámicos ultraconservadores.
Estas medidas se consideran un intento de aplacar las protestas, pero la población iraní ha recibido la noticia con escepticismo y sigue manifestándose bajo el lema “Mujer, vida, libertad”. Hasta ahora, hay miles de detenidos y las autoridades han reconocido la muerte de más de 200 personas como consecuencia de los enfrentamientos entre manifestantes y fuerzas policiales, aunque las ONG creen que son muchas más.
La teocracia en Irán
Irán es una teocracia, un sistema político donde el poder está en manos de un líder religioso o de un grupo de clérigos. El gobierno iraní está controlado por ayatolás, que son clérigos chiitas (una de las dos grandes ramas del islam). Estas autoridades religiosas imponen una visión muy estricta de la sharía o ley islámica.
El máximo líder político y religioso es el ayatolá Alí Jamenei, considerado el Líder Supremo de Irán. Además de ser el Jefe de Estado, Jamenei también controla las fuerzas de seguridad, nombra al jefe de la Justicia y a los asesores del gobierno. Tiene la última palabra sobre la elección del presidente y sobre cualquier reforma importante.
Desde el inicio de las protestas, Jamenei ha denunciado que se trata de una conspiración de países extranjeros que quieren desestabilizar el país y atacar la moral musulmana, con el objetivo final de derrocar al actual gobierno.
Irán también dispone de un parlamento nombrado en unas elecciones: la Asamblea Consultiva Islámica, formada por 290 diputados. Este organismo se encarga de debatir nuevas leyes, que luego deben ser aprobadas por un Consejo de Guardianes, un grupo de expertos juristas que velan por el cumplimiento de la ley islámica. Además, cualquier candidato que quiera presentarse a las elecciones a la Asamblea debe contar con la aprobación de las autoridades religiosas.
Mujeres iraníes empoderadas
De acuerdo con las leyes iraníes, las mujeres musulmanas deben cubrirse el pelo, no pueden llevar pantalones ajustados ni ropa con colores llamativos. Tampoco pueden ir muy maquilladas y deben mantener la compostura en público, sin tener muestras de afecto con su pareja, por ejemplo.
La policía de la moral se estableció en 2005 para controlar la indumentaria y la apariencia de las mujeres en las calles. De algún modo, fue una reacción del gobierno iraní ante el creciente empoderamiento de las mujeres, muchas de las cuales empezaron a vestirse como querían, a maquillarse y mostrar su cabello bajo el velo medio caído.
Estos pequeños gestos desafían las leyes y van en contra de los valores más conservadores del islam, que relegan la mujer a un papel familiar y secundario. La situación es peor en países como Arabia Saudí, pero las mujeres iraníes tampoco pueden ir en bici o en moto, no pueden divorciarse libremente o pueden perder la custodia de sus hijos si vuelven a casarse.
Esta visión conservadora cuenta con el apoyo de una parte de la sociedad más tradicional, que es la que sostiene el régimen de los ayatolás. Sin embargo, las generaciones más jóvenes no se sienten representadas por esta élite religiosa y reclaman más derechos y libertades.
En ese sentido, las protestas de estos últimos meses van más allá del velo y buscan cambiar el sistema entero. Esta revolución está liderada por las mujeres pero no reivindica solo sus derechos, sino los de toda la población, cansada de un régimen represivo y discriminatorio.