Un estudio alerta que los fertilizantes y pesticidas utilizados en zonas agrícolas están teniendo efectos perjudiciales en las poblaciones de aves
Cada vez hay menos pájaros en Europa. Las poblaciones de aves han disminuido un 25% de media en los últimos 40 años y su pérdida se eleva hasta un 57% entre aquellas especies que viven en zonas agrícolas. Hay varias causas que explican este descenso en el número de pájaros, pero la principal está relacionada con la agricultura intensiva.
Es la conclusión a la que ha llegado una investigación liderada por la Universidad de Montpellier, con participación del CREAF y el Institut Català d’Ornitologia (ICO), y publicada en la revista científica PNAS. Según el estudio, la intensificación de la agricultura de las últimas décadas ha provocado que algunas aves desaparezcan.
La agricultura intensiva es un tipo de agricultura que pretende sacar el máximo provecho de las tierras de cultivo. Para alcanzar este objetivo, se utilizan ciertos elementos como el riego artificial, los fertilizantes o los pesticidas. El problema es que durante años se han subestimado las consecuencias medioambientales de este sistema agrícola.
La investigación de PNAS revela que el uso masivo de pesticidas y fertilizantes está teniendo efectos perjudiciales en la vida de los pájaros. Estos productos eliminan ciertos insectos y plantas, lo que provoca que las aves se queden sin alimento y refugio.
El estudio también alerta de la expansión de monocultivos, que son tierras de gran extensión donde solo se planta un único elemento. Este tipo de agricultura genera paisajes homogéneos donde apenas hay diversidad de vegetación, por lo que los pájaros tienen más dificultades para nutrirse de plantas y frutos variados o buscar un lugar donde refugiarse.
Para llegar a esta conclusión, los investigadores han analizado 170 especies de aves comunes, que se han observado en más de 20.000 lugares de 28 países europeos durante 37 años. En las últimas décadas, algunas de las especies que más han sufrido son la alondra, el escribano cerillo, la golondrina y la tórtola.
El efecto de la crisis climática
La agricultura intensiva no es la única causa de la pérdida de pájaros en Europa. La investigación también señala los efectos de la urbanización, los cambios en el paisaje forestal y el cambio climático. En concreto, la crisis climática sería la segunda causa del descenso de aves.
El cambio climático está modificando radicalmente las condiciones de vida de los pájaros. Los eventos climatológicos adversos, como inundaciones o sequías, pueden destruir los hábitats de las aves y sus nidos. Según el estudio, las aves propias de ambientes fríos han disminuido un 40% por culpa del aumento de las temperaturas.
Esta situación también está alterando la disponibilidad de alimentos. Las variaciones en los patrones de lluvia y sequía afectan la disponibilidad de insectos, semillas y frutas, que son fuentes de alimento para muchas especies de aves. Esto puede llevar a la desnutrición y al debilitamiento de los pájaros, afectando su capacidad para reproducirse y sobrevivir.
Otro de los efectos es la alteración de los procesos migratorios. Las aves migratorias dependen de señales ambientales, como los cambios de temperatura y la disponibilidad de alimentos, que les permiten determinar cuándo y hacia dónde deben migrar. El problema es que el calentamiento global está alterando los ciclos estacionales, dificultando la capacidad de las aves para encontrar los recursos necesarios.
Además, el cambio climático también está provocando que las aves desarrollen alteraciones en su morfología para poder sobrevivir. Según un estudio de la revista científica Science Advances, las aves migratorias de Norteamérica han reducido el tamaño de su cuerpo e incrementado el de sus alas para adaptarse a las nuevas condiciones climatológicas.
Otra forma de hacer agricultura
La creciente población mundial demanda una gran cantidad de alimentos. Con el objetivo de satisfacer esta demanda, muchos países han optado por utilizar la agricultura intensiva. Este sistema explota al máximo los medios de producción para conseguir la mayor rentabilidad. El objetivo es conseguir los máximos cultivos con el menor coste y esfuerzo.
Esto permite cultivar una gran cantidad de alimentos, por lo que los propietarios de las tierras consiguen grandes beneficios económicos. El problema es que para conseguir esto se utilizan elementos como los fertilizantes y los pesticidas. Estas sustancias químicas favorecen el crecimiento de los cultivos pero, a su vez, son perjudiciales para el planeta.
Por esta razón, diferentes organizaciones internacionales demandan que este tipo de agricultura se sustituya por sistemas más sostenibles como la agricultura ecológica. Esta se basa en principios que promueven la conservación de los recursos naturales y la protección del medio ambiente.
La agricultura sostenible reduce la dependencia de químicos sintéticos y busca alternativas más respetuosas con el medio ambiente, como el uso de fertilizantes orgánicos. Esto disminuye la contaminación del suelo y del agua, pero también preserva la salud de especies animales como las aves.
Este sistema fomenta la conservación de los recursos hídricos a través de prácticas como el riego eficiente o el riego con agua de lluvia, lo que permite mantener ecosistemas acuáticos y hábitats para la fauna. Además, la agricultura ecológica también apoya el comercio local, reduciendo las emisiones de efecto invernadero asociadas al transporte de alimentos.