El fenómeno meteorológico ha dejado más de 200 muertos y centenares de desaparecidos en su paso por España
El paso de una DANA sin precedentes ha provocado un escenario devastador en parte de España. Más de 200 personas han muerto como consecuencia de las fuertes lluvias e inundaciones, y aún hay centenares de personas que buscan a sus familiares desaparecidos. La Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) señala que se trata de la peor DANA del siglo XXI.
La Comunidad Valenciana es la que se ha llevado la peor parte: localidades como Utiel, Chiva o Paiporta son algunas de las más afectadas por las riadas que ha dejado la lluvia. Pero las inundaciones han afectado también a localidades de otras provincias españolas como Cuenca, Albacete o Málaga.
Fotografías y vídeos de las zonas afectadas revelan cómo la fuerza del agua ha inundado casas, arrastrado coches y destrozado todo lo que se encontraba a su paso. Miles de personas se quedaron sin luz, otras estuvieron incomunicadas durante horas sin poder contactar con sus familiares.
Ante la magnitud del desastre, muchos ciudadanos se han planteado si lo ocurrido se podía haber previsto y así haber evitado daños. La AEMET llevaba días alertando del paso de una DANA y decretó alerta roja para toda la provincia de Valencia el martes 29 de octubre a primera hora.
Sin embargo, la alerta de Protección Civil que se envía a los móviles de los ciudadanos no llegó hasta las 8 de la tarde de ese día. Esto provocó que a muchos ciudadanos les pillaran las intensas lluvias y riadas fuera de casa; algunos estaban trabajando y tuvieran que pasar la noche en sus lugares de trabajo por la imposibilidad de volver a sus domicilios.
Los expertos señalan que es necesario adaptarse a estos fenómenos, que serán con gran probabilidad más frecuentes con el cambio climático. Para ello, son necesarios protocolos de actuación claros y asequibles tanto para los ciudadanos como para las administraciones públicas.
¿Gota fría o DANA?
En muchos medios de comunicación han dado esta noticia hablando de gota fría, un término meteorológico muy arraigado en España que se usa coloquialmente. Este se utiliza normalmente para hablar de lluvias catastróficas, intensas y dañinas, así como de situaciones meteorológicas altamente peligrosas.
Sin embargo, la AEMET alerta en un comunicado que este concepto no está basado en aspectos meteorológicos precisos. Muchos medios lo utilizan para explicar de forma “llana y simplista” situaciones de lluvias fuertes que pueden llegar a provocar graves pérdidas humanas y materiales.
La Agencia Estatal de Meteorología señala que los avances científicos nos permiten ahora ser mucho más precisos con los conceptos que utilizamos para hablar de fenómenos meteorológicos. En este caso, recomienda que se extienda el uso del término Depresión Aislada de Niveles Altos (o DANA). Pero ¿en qué consiste exactamente este fenómeno?
Según la AEMET, la DANA es el resultado del choque de una masa de aire frío en altura con aire caliente de la superficie. Esta combinación produce una atmósfera muy inestable que puede provocar lluvias intensas, tormentas eléctricas y granizo en áreas localizadas. En muchos casos, las precipitaciones son tan grandes que hay inundaciones.
En España, este fenómeno afecta especialmente al este y sureste de la península ibérica y Baleares. En estas zonas, el aire frío en altura se encuentra con el aire húmedo y cálido del Mediterráneo, un mar que cada año está más caliente. Este verano la temperatura media del agua fue de 28,5 grados centígrados.
El impacto del cambio climático
Catástrofes naturales como la que ha ocurrido en Valencia esta semana son cada vez más frecuentes y devastadoras, un hecho que las principales organizaciones de meteorología llevan años advirtiendo que se relaciona directamente con el cambio climático y el calentamiento global.
A medida que la temperatura promedio del planeta aumenta debido a la acumulación de gases de efecto invernadero, se alteran los patrones climáticos y atmosféricos, lo que intensifica y amplifica los fenómenos meteorológicos extremos. Hablamos de inundaciones, sequías, huracanes, incendios forestales y olas de calor.
Esta situación representa una amenaza creciente para la sociedad y uno de sus efectos más devastadores es la pérdida de vidas humanas: entre 2000 y 2019 murieron 475.000 personas como consecuencia directa de más de 11.000 fenómenos meteorológicos extremos, según un estudio del Índice de Riesgo Climático Global (IRC).
En este sentido, el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) advierte que estos eventos extremos serán más comunes y devastadores con el paso de los años si no se toman medidas drásticas para reducir las emisiones contaminantes de gases de efecto invernadero.