Las mujeres tienen más dificultades para acceder a puestos de responsabilidad y cobran menos que sus compañeros hombres
La desigualdad entre hombres y mujeres está presente en diferentes ámbitos del día a día: en la representación política, en los medios de comunicación, en la cultura… También en el entorno laboral, donde las mujeres se enfrentan a diferentes obstáculos que reflejan su situación de desventaja con respecto a los hombres.
Una de las principales desigualdades con las que se encuentran las mujeres trabajadoras es el techo de cristal: este concepto hace referencia al bajo nivel de representación de las mujeres en los puestos de responsabilidad de empresas e instituciones.
Así, el techo de cristal es una metáfora para explicar la barrera invisible que la sociedad impone a las mujeres que intentan avanzar en su carrera profesional pero que, por diferentes motivos, no lo consiguen: escaso reconocimiento, conciliación familiar, falta de oportunidades… De esta forma, muy pocas mujeres consiguen un puesto en el equipo directivo de sus empresas.
Alrededor del 60% de los nuevos titulados universitarios en la Unón Europea (UE) son mujeres, según datos del Consejo de la UE. Sin embargo, están enormemente infrarrepresentadas en la toma de decisiones en el ámbito económico y solo el 31,5% de los miembros en los consejos de administración de las mayores empresas de la UE son mujeres.
Brecha salarial
Otra de las dificultades a la que se enfrentan las mujeres trabajadoras es la brecha salarial, es decir, la diferencia de salario que reciben las mujeres y los hombres por el mismo trabajo.
En España, el salario medio anual de las mujeres en 2021 fue 4.721 euros inferior al de los hombres, según un informe del sindicato Comisiones Obreras (CCOO). En ese sentido, el salario medio de las mujeres tendría que aumentar un 20,9% para igualar el sueldo de sus compañeros.
Las causas que explican esta desigualdad son diversas. Por un lado, las mujeres realizan más horas de trabajo no remunerado, dedicado al cuidado de los hijos y las tareas domésticas. Las horas empleadas en estas tareas hacen que tengan menos tiempo para desempeñar su profesión en una empresa.
Como consecuencia, muchas mujeres se ven obligadas a reducir su jornada laboral o tener empleos a tiempo parcial que les permitan conciliar el trabajo remunerado con las tareas familiares. Según los datos de Eurostat de 2021, el 29% de mujeres de la Unión Europea trabajan a tiempo parcial, mientras que solo el 8% de los hombres lo hacen.
Por otro lado, las mujeres tienen una mayor presencia en sectores con salarios más bajos, como los cuidados, las ventas o la educación. A esto se suma que tienen más dificultades para acceder a estudios superiores de ciencia, tecnología o ingeniería, que son sectores mejor remunerados.
Una igualdad efectiva y real
Así pues, la desigualdad en el entorno laboral es otra forma discriminación de género que afecta a millones de mujeres. Esta situación impide que puedan desarrollar todo su potencial en su carrera profesional, pero también que puedan disfrutar de forma plena en el ámbito personal.
Para combatir esta discriminación es importante actuar desde diferentes ámbitos. Por un lado, el sistema educativo debe promover la igualdad de género, la empatía y el respeto en las aulas. Los niños y las niñas deben aprender a detectar y combatir los estereotipos de género para evitar que condicionen su futuro.
Por otro lado, es importante concienciar a la sociedad en general sobre la importancia de realizar un reparto equilibrado de las tareas no remuneradas entre hombres y mujeres: las tareas del hogar y el cuidado de los hijos no pueden seguir siendo una responsabilidad única de las mujeres.
Por su parte, las empresas deben negociar y aplicar planes de igualdad eficaces entre sus empleados y empleadas. Estos planes deben incluir medidas que faciliten la conciliación, pero también que promuevan la formación, contratación y promoción de las mujeres.
Romper la brecha salarial y el techo de cristal es una cuestión de derechos para todas las mujeres trabajadoras y una oportunidad para promover el desarrollo económico y combatir la pobreza.