Los ataques y agresiones contra mujeres afectan a todos los ámbitos de la sociedad, también en la política
La violencia de género es un problema que afecta a millones de mujeres en todo el mundo, sin distinguir su origen, su edad, su clase social o su profesión. Esta violencia discrimina a las personas por su género y, en la gran mayoría de casos, se produce por parte de hombres contra mujeres, por eso también se utiliza el término “violencia machista”.
Las leyes deben proteger a las mujeres de cualquier tipo de violencia, ya sea física, verbal, psicológica o incluso institucional, es decir, la violencia machista ejercida por los funcionarios e instituciones de un gobierno. Por ejemplo, cuando una sentencia no garantiza el derecho de una mujer a ser protegida.
Lamentablemente, la discriminación de género también se produce en el ámbito político. Muchas políticas, mujeres que han sido elegidas democráticamente como representantes de la población, se enfrentan cada día al acoso y la violencia por parte de hombres, incluso por parte de representantes políticos.
Es lo que ha sucedido los últimos días en el Congreso de España, donde la ministra de Igualdad, Irene Montero, ha sido víctima de insultos y vejaciones por parte de Carla Toscano, una diputada de VOX, un partido de extrema derecha. Aunque los ataques fueron de una mujer hacia otra mujer, puede considerarse violencia de género porque el motivo de la agresión es que Montero es una mujer.
Los ataques a mujeres políticas por el simple motivo de ser mujeres son habituales en gobiernos de todo el mundo. En agosto, la primera ministra de Finlandia, Sanna Marin, fue censurada por varios políticos de la oposición y medios de comunicación por un vídeo en el que se la veía bailando y de fiesta con unos amigos.
Marin se vio obligada a someterse a un test de drogas y a pedir disculpas públicamente. Pero la duda que queda es: si hubiera sido un hombre, ¿también se le hubiera juzgado de ese modo? ¿Una mujer joven no tiene derecho a divertirse por el hecho de dedicarse a la política? ¿La censura y críticas que recibió pueden considerarse violencia de género?
En Estados Unidos, la congresista Alexandria Ocasio Cortez se ha convertido en un figura muy popular dentro del Partido Demócrata por sus opiniones feministas y sus políticas sociales. Sin embargo, ella también ha tenido que hacer frente a comentarios ofensivos y ataques por parte de políticos más conservadores, miembros del Partido Republicano.
La extrema derecha contra el feminismo
Los ataques contra mujeres políticas son un ejemplo del avance de la extrema derecha en los gobiernos. Estos partidos están en contra de las políticas feministas, se niegan a ofrecer derechos específicos a las mujeres o a reconocer la existencia de la violencia machista.
El feminismo promueve la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, partiendo de la base de que las mujeres se encuentran discriminadas o desprotegidas en muchos ámbitos de la sociedad: desde el acceso a la educación a las condiciones laborales, pasando por un mayor riesgo de ser agredidas sexualmente o de ser víctimas de la violencia de género.
Esta situación desigual está provocada por factores históricos y culturales, pero las leyes y gobiernos pueden y deben intervenir para corregirla. En ese sentido, las políticas feministas (generalmente representadas por los partidos de izquierdas) promueven medidas para proteger a las mujeres y darles más oportunidades. El objetivo final es empoderar a las mujeres y alcanzar la igualdad de género.
Sin embargo, los partidos de ultraderecha niegan que exista esta desigualdad de género y la atribuyen a una supuesta “ideología de género”, un concepto que se utiliza de forma despectiva para desacreditar el movimiento feminista. Para estas formaciones políticas, lo más importante es mantener el modelo de familia tradicional en el que el hombre representa el rol de patriarca, y eso choca de frente con las ideas del feminismo.
El gran peligro de los comentarios de VOX en el Congreso es que, aunque solo sean palabras, constituyen una agresión verbal que puede normalizar esta forma de pensar y de actuar. Es decir, que cualquier persona pueda juzgar a una mujer por su vida privada y que estos argumentos sirvan para atacar su labor profesional. Y que esta ideología acabe sirviendo para reducir la presencia de mujeres políticas.
El origen de la violencia
Las agresiones físicas y la violencia sexual son la manifestación más grave de la desigualdad entre hombres y mujeres. Alrededor de 1 de cada 3 mujeres en todo el mundo ha experimentado alguna vez violencia física o sexual, según estimaciones de ONU Mujeres. Por eso cada 25 de noviembre se conmemora el Día Internacional para Eliminar la Violencia contra la Mujer.
No obstante, la violencia contra niñas y mujeres puede producirse de formas muy diversas. Hablamos de agresiones físicas y sexuales, pero también de amenazas y coacciones, de matrimonios forzados, de obligarlas a trabajar en contra de su voluntad, pero también de negarles a tener una fuente de ingresos para que sigan dependiendo de un hombre.
La desigualdad de género es un problema que va más allá del ámbito privado y se refleja en ámbitos como la cultura, la educación, el entorno laboral o las relaciones sociales. Saber detectar estas situaciones desiguales, también conocidas como micromachismos, nos permiten reflexionar y actuar para evitar que sigan sucediendo.
Que tu novio te controle los mensajes del móvil, ir por la calle y escuchar comentarios sobre tu físico, que las mujeres tengan que ocuparse de las tareas del hogar, que los hombres cobren más que las mujeres por el mismo trabajo… Son situaciones injustas producidas por una relación desigual entre hombres y mujeres e impiden que las mujeres avancen hacia la igualdad.