Se trata de una especie altamente invasora que afecta a los insectos autóctonos y puede resultar tóxica para los humanos
Un equipo de investigadores del Institut de Biologia Evolutiva de Barcelona (IBE) ha identificado el primer ejemplar de hormiga aguja asiática en Europa, una especie altamente invasora que es depredadora y amenaza la supervivencia de otras especies de hormigas autóctonas.
El ejemplar en cuestión fue encontrado en julio de 2020 por el italiano Vincenzo Gentile, un entomólogo aficionado que también ha colaborado en el estudio científico. Gentile descubrió la hormiga en Torre Annunziata, un municipio de Nápoles (Italia), en una zona residencial cerca del puerto.
Las características de la hormiga (forma y tamaño) y el análisis genético posterior confirmaron que se trataba de un ejemplar macho de Brachyponera chinensis, el nombre científico de la hormiga aguja asiática. Es el primer caso documentado de esta especie en el continente europeo.
La hormiga aguja asiática es una especie originaria de China, Taiwán, la península de Corea y Japón. En la década de 1930 se detectaron los primeros casos en Estados Unidos, donde afectó negativamente a la población de hormigas autóctonas, que fueron desapareciendo. Los investigadores del IBE creen que la hormiga de Nápoles pudo llegar a Europa desde Estados Unidos o bien desde algún punto de Asia.
Además de perjudicar el ecosistema de insectos, la hormiga aguja tiene una picadura tóxica que puede provocar fuertes reacciones alérgicas en humanos. Por eso el gobierno de Estados Unidos la ha calificado como una amenaza emergente para la salud pública.
El ejemplar recogido por Gentile hace dos años era un macho alado en proceso de enjambre, es decir, que formaba parte de una colonia de insectos mucho más grande. Eso significa que, en el momento del descubrimiento, existía al menos un nido en fase avanzada de implantación.
Los científicos advierten de que es importante actuar lo antes posible, mientras la especie invasora todavía se está estableciendo en el nuevo lugar y está muy localizada, para actuar contra ella y evitar que se expanda.
Especies invasoras: una amenaza para la biodiversidad
Las especies exóticas invasoras son especies foráneas que se introducen de forma artificial, accidental o intencionada en un lugar donde antes no existían. Estas especies se extienden por el nuevo entorno a costa de las especies autóctonas, que pierden espacio y, en algunos casos, acaban desapareciendo.
Las especies invasoras son la segunda causa de pérdida de biodiversidad en el mundo (por detrás de la actividad humana), según datos de la organización medioambiental WWF. En Europa, una de cada tres especies está en peligro crítico de extinción por la introducción de nuevas especies.
Algunas de las especies invasoras más conocidas son la tortuga de florida, la rana toro, el mapache, el siluro, la avispa asiática o el mosquito tigre. También hay plantas invasoras que crecen de forma descontrolada en un paisaje y sustituyen a las plantas originarias.
Estas especies pueden llegar de forma accidental a través del comercio o transporte globales: por ejemplo, el mejillón cebra que llegó a España enganchado en el casco de un barco de ultramar. También hay turistas que compran plantas o animales en países exóticos, los introducen en su país y luego los abandonan en exteriores, como es el caso de los mapaches o las tortugas de florida. Por eso muchos países prohíben introducir plantas y animales del extranjero.
Una vez implantadas, las especies invasoras son muy difíciles de erradicar y pueden acabar con el ecosistema natural. Por eso, una vez detectada su presencia, es muy importante actuar de inmediato. Los ciudadanos también pueden contribuir con el monitoreo o rastreo de especies, compartiendo su ubicación en redes sociales para que las autoridades puedan intervenir.
Un código de barras genético
Se calcula que en todo el planeta hay más de 8 millones de especies de animales, plantas, hongos, algas y microorganismos. La inmensa mayoría están sin identificar, ya que procesar el ADN completo de un ser vivo es un proceso muy largo que puede durar años.
Para identificar a la hormiga aguja asiática, el equipo del IBE ha utilizado el llamado “código de barras genético”, un sistema que analiza segmentos de ADN en lugar de analizar la secuencia entera, lo que supondría muchísimo más tiempo y trabajo.
Para hacerlo, los científicos utilizan un gen marcador o marcador genético: una parte del ADN cuya ubicación física dentro del cromosoma ya se conoce, lo que permite identificar rápidamente las características genéticas de una especie.
El objetivo de este sistema es crear un catálogo de especies animales y vegetales a partir de su código genético. La información recopilada por los científicos se reúne en International Barcode of Life (iBOL), un proyecto internacional que reúne “códigos de barras genéticos” de especies en todo el mundo.
Esto permite que investigadores de diferentes países y continentes compartan información, comparen resultados y puedan hacer un seguimiento del desplazamiento de especies o incluso detectar posibles cambios evolutivos en su ADN. También es una herramienta muy útil en la lucha contra el tráfico ilegal de especies.