Más de 160 millones de niños y niñas de todo el mundo se ven obligados a trabajar, una cifra que ha aumentado en los últimos años
Ir a la escuela y jugar es algo que todos los menores deberían poder hacer. Sin embargo, muchos niños y niñas alrededor del mundo son víctimas del trabajo infantil, lo que pone en peligro los derechos de los menores a tener una infancia libre de violencia y cualquier tipo de abuso.
Se calcula que en todo el mundo hay 160 millones de niños y niñas que se ven forzados a trabajar, según un informe elaborado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Los casos de trabajo infantil han aumentado en los últimos años, también como consecuencia de la pandemia. Por eso las Naciones Unidas han declarado este 2021 el Año Internacional para la Eliminación del Trabajo Infantil.
¿Qué es el trabajo infantil? La definición de la OIT lo describe como “todo trabajo que priva a los niños y niñas de su niñez, su potencial y su dignidad, y que es perjudicial para su desarrollo físico y psicológico”. El trabajo infantil, además, suele interferir en la escolarización de los menores, que se ven obligados a abandonar la escuela a edades muy tempranas.
Entre las peores formas de trabajo infantil se encuentran la esclavitud, la prostitución, la trata de personas o tráfico de seres humanos o la obligación de realizar actividades ilegales o peligrosas, como es el caso de los niños soldados que se convierten combatientes involuntarios y se ven obligados a vivir la guerra en primera persona.
De acuerdo con UNICEF, es importante diferenciar el trabajo infantil de las “tareas infantiles”, que serían aquellos trabajos en los que niños y niñas pueden participar sin que estos afecten de manera negativa a su salud y su educación. Por ejemplo, colaborar en el negocio familiar fuera del horario escolar o en vacaciones para ganar dinero.
Poner fin al trabajo forzoso de millones de niños y niñas es también una de las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, una serie de objetivos definidos por la ONU para conseguir un planeta más justo y sostenible de cara al año 2030.
El trabajo infantil, en datos
El informe de UNICEF y la OIT demuestra que el trabajo infantil sigue siendo uno de los grandes desafíos a la hora de proteger los derechos de la infancia. De los 160 millones de niños que trabajan, casi la mitad (79 millones) realiza trabajos muy peligrosos que ponen en riesgo directo su seguridad.
Otro de los datos más preocupantes es el aumento de la cantidad de niños de 5 a 11 años que trabajan, que representan poco más de la mitad de casos de trabajo infantil en todo el mundo.
Los datos también señalan que el trabajo infantil es más común en los niños: 97 millones de niños trabajan en el mundo frente a las 63 millones de niñas. Sin embargo, esta diferencia se reduce casi a la mitad cuando se tienen en cuenta las tareas domésticas. Normalmente, son las niñas las que asumen las tareas del hogar en los núcleos familiares.
En cuanto al sector, el informe de UNICEF revela que 7 de cada 10 menores que trabajan lo hacen en la agricultura. Este dato está directamente relacionado con el escenario más habitual del trabajo infantil: en las zonas rurales, esta problemática es tres veces más frecuente que en las zonas urbanas.
Por otro lado, el trabajo infantil se concentra en los países más pobres, sobre todo en el África Subsahariana, pero también en el Sureste Asiático, América Latina y el Caribe. En los países y regiones menos industrializados, millones de familias dependen directamente de los recursos naturales y los menores tienen menos probabilidades de ir a la escuela y tener acceso a una educación.
El impacto de la pandemia
Una de las conclusiones más preocupantes del informe son los efectos de la pandemia de covid-19 sobre el trabajo infantil. El confinamiento y los meses de restricciones provocaron el cierre de muchos negocios y millones de personas perdieron su empleo, lo que obligó a muchos niños y adolescentes a trabajar para ayudar en la economía familiar.
Las previsiones indican que 8,9 millones de niños y niñas más podrían acabar trabajando a finales de 2022 a causa de la pandemia.
La crisis económica provocada por la covid-19 ha aumentado el alcance de la pobreza en todos los países, pero las consecuencias socioeconómicas van más allá. El cierre de escuelas dejó a muchos estudiantes sin acceso a una educación, con peores consecuencias para los alumnos más desfavorecidos, porque una vez fuera del entorno escolar tienen menos probabilidades de volver a estudiar. UNICEF y la OIT colaboran en la Alianza 8.7, una alianza de gobiernos, instituciones y ONG de todo el mundo que trabajan para eliminar el trabajo infantil, una meta recogida en el punto 8.7 de los ODS. Para prevenir los trabajos forzados y abusos entre los más pequeños, las Naciones Unidas apuestan por invertir en una educación de calidad para crear un futuro sólido para las generaciones futuras.