Barcelona y su área metropolitana han entrado en nivel de preemergencia, aprobando restricciones al uso del agua para millones de habitantes
La sequía es un fenómeno climático en el que la disponibilidad de agua se sitúa por debajo de lo habitual y suele ser común en los meses cálidos de verano, cuando no hay apenas precipitaciones. Sin embargo, el impacto del cambio climático ha cambiado esta situación, haciendo que los periodos secos se extiendan a estaciones más lluviosas, como el otoño.
Es lo que está ocurriendo en territorios como Catalunya, donde el gobierno ha tenido que activar un plan de preemergencia por la sequía que ahora mismo está sufriendo la región. De esta manera, la Generalitat podrá intensificar algunas medidas para forzar la reducción del consumo de agua ante la falta de lluvias.
Este plan afectará al sistema Ter-Llobregat, empresa pública que abastece de agua a 202 municipios de 14 comarcas, incluyendo Barcelona y su área metropolitana. En total, unos 6 millones de habitantes. El objetivo es aplicar medidas transitorias para evitar tener que declarar la fase de emergencia, que implicaría restricciones al consumo doméstico.
Entre esas medidas de adaptación, la Generalitat ha explicado que las piscinas privadas no podrán llenarse, estará prohibido limpiar con agua potable las calles, los vehículos solo podrán lavarse en establecimientos comerciales dedicados a esta actividad y tampoco se podrán llenar fuentes ornamentales ni lagos artificiales.
Catalunya está viviendo la sequía más extrema de su historia. Según datos del Servei Meteorològic de Catalunya (SMC), la racha de sequía acumula ya 31 meses consecutivos y el 50% del territorio catalán se ha visto afectado de manera persistente.
El caso de Doñana
Catalunya no es el único territorio que está sufriendo las consecuencias de la sequía. En España, otro de los casos más sonados es el de Doñana. Este Parque Nacional, ubicado entre Huelva y Sevilla, tiene más de 50.000 hectáreas de extensión y en él conviven especies únicas y en peligro de extinción.
En los últimos años, este espacio también se ha visto gravemente afectado por la falta de precipitaciones. Según el último estudio publicado en la revista Science of The Total Environment, el 59% de las lagunas de mayor tamaño de Doñana no se han inundado al menos desde 2013. Esto tiene un impacto directo en la fauna que habita allí que dispone de menos agua para poder subsistir.
La sequía que experimenta la zona ha hecho que el gobierno limite los regadíos. Es decir, los agricultores que siembran en Doñana tienen menos agua para regar. A esto se suma la falta de lluvias: si no llueve y no hay agua para regar los cultivos, los profesionales que se dedican a la agricultura tienen más dificultades para sacar su trabajo adelante.
Uno de los sectores más afectados es el del arroz. Las marismas del Guadalquivir, ubicadas en Doñana, son una de las productoras de arroz más grandes de España. Este año, toda la situación del agua ha llevado a los agricultores de este cereal a paralizar por completo el sembrado.
Esto no solo deja a muchas familias sin trabajo, sino que también afectará probablemente a los consumidores. La interrupción en la producción de arroz tendrá un impacto en la disponibilidad y los precios de este alimento en los supermercados en el futuro.
Impacto del cambio climático
Los casos de Catalunya y Doñana son solo algunos de los ejemplos de cómo la sequía es un fenómeno cada vez más extendido. En España, se han producido unas precipitaciones un 11% por debajo del valor normal en el último año, según datos de WWF. Como consecuencia, muchos ríos, pantanos y embalses se están vaciando.
La Agencia Estatal de Meteorología de España (AEMET) prevé que habrá lluvias abundantes en los próximos meses de otoño e invierno. Sin embargo, será difícil dejar atrás la sequía: en octubre, las precipitaciones han sido abundantes y, aún así, no consiguieron paliar la sequía meteorológica que atraviesa actualmente el país.
La situación es similar en la Unión Europea, donde el 30,2% del territorio se encuentra en situación de prealerta y el 2,4% en alerta por culpa de la sequía. Son los últimos datos del Observatorio Global de la Sequía de la Comisión Europea, el cual alerta que la grave y prolongada sequía que afectó a Europa durante la mayor parte de 2022 sigue afectando actualmente a amplias zonas de la región.
En toda esta situación, el cambio climático es clave. Este provoca un aumento generalizado de las temperaturas, lo que puede conllevar a la evaporación del agua en la superficie con más rapidez. También altera los patrones de precipitación, haciendo que las lluvias sean más intensas pero menos frecuentes.
Todo esto contribuye negativamente, haciendo que los periodos secos se prolonguen. La tendencia global es que hay un aumento en la frecuencia, intensidad y duración de los periodos de sequía. Por todo eso, es fundamental abordar el cambio climático y sus efectos de manera integral.