El trastorno del espectro autista (TEA) no es una enfermedad, no se contagia y no implica tener altas capacidades
El Trastorno del Espectro Autista (TEA) es un trastorno de origen neurobiológico y está relacionado con alteraciones en el sistema nervioso. Condiciona la capacidad de las personas para comunicarse e interactuar con los demás y provoca patrones repetitivos en comportamientos, intereses o actividades.
En el pasado, el autismo se consideraba un trastorno raro, lo que ha dado lugar a la creación de falsos mitos. A menudo, las personas con TEA se enfrentan a prejuicios y estereotipos que son fruto del desconocimiento y perjudican su integración en la sociedad.
Por otro lado, los síntomas del autismo aparecen durante la infancia y duran toda la vida, por eso la etapa escolar es clave para mejorar su calidad de vida. La comunidad educativa debe trabajar de forma conjunta, profesores y alumnos, para que todos tomen conciencia sobre la realidad de los niños y niñas con autismo y evitar que sean víctimas de abusos.
Rompiendo estereotipos
Cada vez más gobiernos, asociaciones y familias trabajan para promover el conocimiento sobre el autismo, la comprensión y la sensibilización, elementos imprescindibles para favorecer la inclusión de estas personas.
Sin embargo, todavía existen muchos falsos mitos sobre el trastorno del espectro autista. El más habitual es considerarlo una enfermedad: una persona con TEA no está enferma, sino que presenta un trastorno que lo acompañará durante todas las etapas de su vida. No es un enfermo que contagie o una afección que pueda contraer en un momento de su vida.
Precisamente porque el TEA acompaña a la persona durante toda su vida, no existen remedios milagrosos que curen este trastorno. Lo que sí puede mejorarse es la calidad de vida de las personas con autismo gracias a tratamientos psicoeducativos, además de contar con el apoyo y sensibilización de las personas de su entorno. La capacidad intelectual de los TEA es diferente en cada individuo: mientras algunos pueden presentar alguna discapacidad intelectual, otros tienen las capacidades propias para su edad o incluso presentan altas capacidades.
No obstante, hay que señalar que no todos los TEA son superdotados ni tienen habilidades especiales (otro de los mitos más recurrentes). Algunos pueden presentar talentos fuera de lo común, pero solo representan una minoría.
Las habilidades sociales y comunicativas de las personas TEA también son objeto de prejuicios y estereotipos, por ejemplo: que prefieren mantenerse aisladas y evitar el contacto con los demás. Estas personas sí tienen interés en relacionarse; pero, en ocasiones, sus diferencias en la comprensión y el manejo de las situaciones sociales pueden dificultar sus relaciones. Si cuentan con los apoyos necesarios, las personas con autismo pueden participar activamente en la sociedad.
Otra de las falsas creencias es que el autismo está asociado a rasgos físicos concretos, pero eso no es cierto, ya que las manifestaciones de esta condición solo afectan a la conducta. Asimismo, las personas con TEA no son agresivas: en algunas ocasiones sufren niveles elevados de estrés, relacionados con la dificultad de relacionarse o de entender y asimilar lo que pasa en entornos imprevisibles. La aparición de conductas que pueden resultar extrañas para los demás se deben, habitualmente, a la falta de adaptación por parte del entorno. Situaciones que pueden afrontarse con los apoyos necesarios.
Acoso escolar: prevenir, detectar y concienciar
El bullying o acoso escolar es cualquier forma de maltrato psicológico, verbal o físico que tiene lugar entre escolares de forma reiterada, a lo largo de un tiempo determinado. La mayor parte de abusos son emocionales (no físicos) y se producen sobre todo en el aula, pero también en espacios con menos supervisión como el patio, el comedor, los vestidores… Al mismo tiempo, la aparición de las redes sociales y el uso de la tecnología en edades cada vez más tempranas, hace que estas personas también sean víctimas de ciberacoso.
Los centros educativos deben tomar conciencia y actuar en casos de bullying. Cuando se detecta un caso de acoso, el centro debe atender las necesidades de la víctima y ofrecerle apoyo emocional: hacerle entender a la persona que acosa que lo que hace está mal y trabajar con todo el grupo para que tomen conciencia de su actuación. Como siempre, la prevención es el primer caso y el más importante.
Diem PROU a l’assetjament juvenil! A arrel del vídeo publicat a les xarxes sobre l’agressió a un jove, publiquem aquest comunicat de rebuig a la violència i de proposta per la informació i la sensibilització sobre la diversitat #stopbullying
— Federació Catalana d’Autisme (@FedCatAutisme) January 5, 2021
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En el caso de los alumnos con TEA, los expertos recomiendan que tengan un referente dentro del centro educativo con quien tengan confianza y a quien puedan acudir en caso de conflicto. También pueden facilitarse técnicas de resolución de conflictos, pero sobre todo es esencial concienciar a los compañeros: deben aprender a comprender las necesidades de las personas con autismo.
A nivel de grupo, se pueden redactar unas normas contra las agresiones, para que tengan una visión conjunta de lo que puede hacerse y lo que no dentro del aula. También pueden trabajar las relaciones en grupo con el objetivo de empatizar, aprender a pedir ayuda o verbalizar cómo se sienten.
Con el objetivo de trabajar la prevención, los docentes pueden desarrollar actividades o crear programas específicos para mejorar la convivencia. Involucrar a los estudiantes es la clave para prevenir y reducir la intimidación.