17 noviembre 2024
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17 noviembre 2024

Los retos de Brasil

La victoria de Lula pone fin al gobierno de derechas de Jair Bolsonaro y abre una nueva etapa en el país más grande de Sudamérica

El político brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, líder del Partido de los Trabajadores (PT), ha ganado las elecciones de Brasil y será el nuevo presidente a partir del 1 de enero de 2023. Lula consiguió imponerse por la mínima al actual presidente, Jair Bolsonaro, del Partido Social Liberal (PL). 

El resultado fue muy ajustado: Lula consiguió el 50,9% de los votos (60,3 millones de votos), frente al 49,1% de Bolsonaro (58,2 millones). Esta situación es un reflejo de la gran división que existe entre los votantes de izquierdas que apoyan a Lula, frente a los sectores de ultraderecha que apoyan a Bolsonaro. 

La polarización ha marcado toda la campaña electoral y ha provocado enfrentamientos violentos entre partidarios de ambos partidos. En realidad, algunas personas temían que pudiera producirse un incidente parecido al Asalto al Capitolio de Estados Unidos en 2020, cuando el presidente Donald Trump perdió las elecciones y animó a cientos de personas a asaltar este edificio, que representa el poder político.

Finalmente, dos días después de las elecciones, Bolsonaro ha anunciado que cumplirá con la Constitución. Aunque no ha reconocido la victoria de Lula ni le ha felicitado, esto significa que reconoce los resultados en las urnas y que dará inicio a la transición.

Desde que se dio a conocer la victoria de Lula, partidarios de Bolsonaro se han manifestado por todo el país. Decenas de camioneros han cortado numerosas carreteras sobre todo en el sur de Brasil, donde el líder de ultraderecha cuenta con mayor apoyo. Una de las consecuencias ha sido la cancelación de vuelos en el aeropuerto de Sao Paulo, el más importante del país.

Los retos de Lula como nuevo presidente

Lula da Silva ya fue presidente entre 2003 y 2011, aunque en un contexto totalmente diferente. En aquel momento, Brasil era una potencia emergente: acababa de descubrir grandes reservas de petróleo en la costa y había sido elegido como sede del Mundial de Fútbol de 2014 y de los Juegos Olímpicos de 2016.

Sin embargo, ahora vive una grave crisis económica que afecta a millones de familias. La mala situación de la economía ha sido provocada por la corrupción política, pero también es una consecuencia de la pandemia de covid, que afectó la producción y colapsó el sistema sanitario. De hecho, Bolsonaro está siendo investigado por su mala gestión de la pandemia

El índice de pobreza se ha multiplicado en los últimos años. En 2022, más de 33 millones de personas pasan hambre y solo 4 de cada 10 familias tienen acceso a los alimentos necesarios para llevar una dieta sana, según datos de la Red Penssan.

Otro de los grandes problemas en el país es la inseguridad (una situación derivada de la pobreza y la falta de oportunidades en los entornos con menos recursos). Brasil se encuentra entre los 10 países más violentos del mundo, según datos de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito.

Para combatir esta inseguridad, Bolsonaro flexibilizó las leyes de compra de armas, una política similar a la que existe en Estados Unidos. Como consecuencia, la venta de armas se ha multiplicado casi por cinco, y es difícil saber cuántas acaban en manos de criminales o miembros del narcotráfico

Por otro lado, Lula deberá volver a unir un país dividido, donde el enfrentamiento entre ideas y partidos ha llegado a provocar choques violentos. La desinformación y las fake news han dominado toda la campaña, especialmente entre el entorno de los bolsonaristas, que han promovido un discurso de odio contra Lula y el PT.

Por ese motivo, en su discurso de victoria, Lula defendió la reconciliación entre la población y aseguró que gobernaría por y para todos los brasileños.

Salvar la Amazonía

La naturaleza y el medio ambiente han sido uno de los ámbitos más afectados durante el gobierno de Bolsonaro. En los últimos cuatro años, el ritmo de deforestación se ha acelerado y cada año desaparecen más de 10.000 km2 de selva tropical (una superficie similar al Líbano).

Según el último informe anual del Instituto Nacional de Investigaciones Especiales (INPE), entre agosto de 2020 y agosto de 2021 se destruyeron 13.235 km2 de selva amazónica, un aumento del 22% respecto al año anterior y el peor dato de los últimos 15 años. 

Desde el inicio de su mandato, Bolsonaro se presentó como un negacionista del cambio climático y ha impulsado nuevas leyes y decretos que protegen a los empresarios de la madera y la soja, cuyo cultivo es uno de los principales causantes de la deforestación (los bosques se talan para crear nuevas zonas de cultivo).

La Amazonia es considerada el pulmón del planeta por la gran cantidad de especies que allí viven. Además, los árboles actúan como un sumidero de carbono: absorben el dióxido de carbono de la atmósfera, lo que permite reducir el aumento de temperaturas y frenar el cambio climático. De ahí la importancia de su conservación.

La victoria de Lula da Silva ha sido vista con esperanza por muchos grupos ecologistas, que esperan que vuelva a instaurar las leyes de protección medioambiental que Bolsonaro anuló. Durante su primer mandato, Lula ya aprobó varias leyes que consiguieron reducir el ritmo de deforestación en la Amazonía.

Países como Noruega ya han anunciado que volverán a colaborar con el Fondo Amazonia, un fondo internacional para controlar la deforestación y replantar las áreas afectadas. El Fondo Amazonia fue suspendido tras la llegada de Bolsonaro al poder y actualmente cuenta con más de 2.000 millones de dólares de recursos. 

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