Los anticonceptivos permiten evitar embarazos no deseados y, en algunos casos, también protegen de las infecciones de transmisión sexual
La anticoncepción hace referencia a cualquier técnica o dispositivo que tiene como objetivo evitar un embarazo. Aunque los preservativos y las píldoras son inventos modernos, los métodos anticonceptivos tienen miles de años de historia.
Uno de los primeros documentos que recoge una receta anticonceptiva es el Papiro de Petri, un texto médico escrito en el antiguo Egipto, hacia el 1850 a.C. Sin embargo, el uso de anticonceptivos no se popularizó hasta el siglo XX, coincidiendo con la aparición de los movimientos feministas y de emancipación de la mujer.
El uso de anticonceptivos es especialmente importante en la adolescencia, un período de crecimiento y desarrollo fundamental en la vida de cualquier persona. Un embarazo no deseado en esta etapa es un problema que afecta principalmente a las jóvenes embarazadas, que pierden la oportunidad de seguir formándose y ven su vida completamente alterada.
Quedarse embarazada a edades tempranas aumenta la probabilidad de abandonar los estudios, lo que tiene consecuencias a nivel profesional y económico, pero también en el entorno social. Además, las adolescentes menores de 15 años son quienes sufren un mayor riesgo de mortalidad materna, según datos de la Organización Mundial de la Salud.
En ese sentido, tener acceso a anticonceptivos es una forma de empoderar a las mujeres, que podrán seguir formándose y desarrollar una carrera profesional para ser autónomas e independientes. Además, el uso de anticonceptivos permite impulsar la salud pública y el desarrollo de los diferentes países del mundo.
Tipos de anticonceptivos
Cuando hablamos de anticonceptivos nos referimos a todos aquellos métodos que se utilizan para prevenir un embarazo durante las relaciones sexuales. Se dividen en tres tipos: los anticonceptivos de barrera, los métodos hormonales y los procedimientos quirúrgicos.
Los anticonceptivos de barrera son los más conocidos, como los preservativos que impiden la llegada de los espermatozoides al óvulo. Estos anticonceptivos son los únicos que cumplen una doble función: evitan embarazos no deseados y previenen el contagio de infecciones de transmisión sexual.
El preservativo masculino es una funda de látex que se coloca alrededor del pene. También existe el preservativo femenino, una funda que se coloca dentro de la vagina. Ambos métodos tienen el mismo objetivo: hacer que el esperma quede atrapado tras la eyaculación.
Los anticonceptivos hormonales son medicamentos que liberan hormonas en el cuerpo: el estrógeno y la progesterona. Estas hormonas evitan la ovulación, es decir, la liberación de óvulos por parte de los ovarios, lo que impide que pueda haber una fecundación. Los métodos hormonales más conocidos son las pastillas anticonceptivas, el anillo vaginal y el parche.
Los anticonceptivos quirúrgicos son métodos permanentes que requieren una intervención médica. Los más populares son la ligadura de trompas, que consiste en ligar las trompas de Falopio para impedir el paso de los óvulos desde los ovarios hasta el útero, y la vasectomía, que consiste en cortar los conductos que transportan los espermatozoides fuera de los testículos.
Acceso desigual a los anticonceptivos
El uso de anticonceptivos permite a las personas ejercer sus derechos sexuales y reproductivos, pero no todo el mundo tiene las mismas posibilidades a la hora de acceder a estos métodos.
En 2019, más de 160 millones de mujeres y adolescentes con necesidad de prevenir un embarazo no tuvieron acceso a métodos anticonceptivos. Son datos publicados por la revista médica The Lancet, que reveló que más de la mitad de esas mujeres (60%) vivían en África subsahariana y el sur de Asia. La imposibilidad de conseguir anticonceptivos fue más alta en Sudán del Sur (35%), República Centroafricana (29%) y Vanuatu (28%).
El acceso a anticonceptivos también puede verse afectado por las crisis económicas o sociales, como sucedió durante la pandemia del coronavirus. Según un estudio del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), la falta de acceso a servicios de planificación familiar durante la pandemia provocó 1,4 millones de embarazos no planeados.
La planificación familiar es el conjunto de prácticas que se realizan para controlar la reproducción durante las relaciones sexuales: información sobre anticonceptivos, asesoramiento médico, prevención de infecciones de transmisión sexual… En ese sentido, garantizar el acceso a métodos anticonceptivos es una de las medidas más importantes para evitar embarazos no deseados.
Reducir el número de embarazos no deseados contribuye también a limitar los abortos no seguros, que se llevan a cabo sin unas mínimas condiciones higiénicas y sanitarias y ponen en peligro la vida de las mujeres. Por ese motivo, la educación sexual, la información de calidad y el acceso a métodos anticonceptivos son fundamentales para la salud y los derechos humanos de todas las personas.