Millones de personas se suman a las reivindicaciones del Día Internacional de la Mujer a pesar de las restricciones por la pandemia
Un año más, el 8 de marzo: Día Internacional de la Mujer se celebrará en varias ciudades del mundo para reivindicar la igualdad de género y los derechos de las mujeres.
El 8-M también es una jornada para dar visibilidad a la situación de la mujer, romper estereotipos de género e impulsar el cambio hacia una sociedad más justa e igualitaria. La desigualdad afecta a niñas y mujeres en todos los países, pero sobre todo a aquellas que viven las regiones más desfavorecidas.
Tras más de un siglo de reivindicaciones feministas, ¿por qué se sigue celebrando el Día de la Mujer? Las cifras muestran que las mujeres siguen teniendo menos derechos y oportunidades que los hombres en diferentes ámbitos: a la hora de acceder a una educación, en el trabajo, en el reparto de las tareas del hogar, en su representación en parlamentos y gobiernos…
La pandemia de Covid-19 dificulta la celebración de grandes eventos multitudinarios por el riesgo de contagio que conllevan. Por eso, este año habrá más actos virtuales que nunca: entrevistas, conferencias, conciertos, talleres… Cientos de actividades accesibles desde cualquier punto del planeta. Las manifestaciones y concentraciones verán su aforo reducido y serán estáticas para garantizar las medidas de seguridad.
Mujeres en política
ONU Mujeres, la agencia de Naciones Unidas que trabaja para promover la igualdad de género, señala que las mujeres siguen siendo minoría en los órganos de decisión.
Según el último informe del Consejo Económico, sólo hay 22 países (de los casi 200 que hay en el mundo) con una mujer como jefa de Estado o de Gobierno, y solo 14 gobiernos paritarios en los que la mitad de ministros sean mujeres. Si juntáramos todos los parlamentos del mundo, solo 1 de cada 4 diputados sería una mujer.
Las cifras han mejorado en los últimos diez años y cada vez hay más mujeres en cargos de responsabilidad, como la presidenta de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, o la nueva directora de la Organización Mundial del Comercio, Ngozi Okonjo-Iweala. Sin embargo, si seguimos a este ritmo, tardaremos otros 130 años en alcanzar la igualdad de género en política.
El hecho de que haya menos mujeres en los gobiernos también implica que se tenga menos en cuenta sus necesidades, por ejemplo, a la hora de proteger sus derechos laborales, combatir la brecha salarial o garantizar un permiso de maternidad como derecho fundamental.
En el contexto de la Covid-19, un estudio reciente de ONU Mujeres destaca que las mujeres han jugado un papel crucial en la gestión de la pandemia como trabajadoras del sector sanitario, científicas, doctoras y cuidadoras. Sin embargo, ganan un 11% menos que sus compañeros de trabajo.
En ese sentido, también es importante promover la figura de la mujer en profesiones del ámbito científico y tecnológico. Menos del 30% de los investigadores y científicos del mundo son mujeres, y solo 1 de cada 3 estudiantes de carreras universitarias del ámbito STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) son mujeres.
La falta de educación limita las posibilidades de las niñas y adolescentes. Sin una educación básica no podrán acceder a estudios superiores y conseguir empleos mejor remunerados. Además, el acceso a una educación no solo sirve para encontrar un trabajo, sino para desarrollar una actitud crítica y ser más independientes.
Micromachismos: el machismo cotidiano
Los micromachismos son comportamientos machistas heredados que hoy en día ya no están bien vistos, pero que aun así siguen produciéndose.
En una relación de pareja, por ejemplo, se dice que el hombre “ayuda” o “colabora” en las tareas del hogar, cuando en realidad son responsabilidad de todas las personas que viven en una casa. Sin embargo, se entiende que quienes se ocupan de limpiar, cocinar o hacer la compra son las mujeres porque tradicionalmente ha sido así.
Aunque cada vez pasa menos, la cuenta en un bar o restaurante suele entregarse directamente al hombre: antes ellos eran los únicos que trabajaban, ganaban dinero y gestionaban las cuentas del hogar. Las mujeres también trabajaban: en casa, pero sin cobrar.
Igualmente, cuando el cambiador de bebés solo está disponible en el baño de mujeres, estamos dando por supuesto que ellas se encargan de los niños.
El lenguaje que utilizamos también es muy importante, porque refleja ideas y pensamientos sobre la figura de la mujer y su papel en la sociedad.
Distinguir entre “señora” o “señorita” según si una mujer está casada o es soltera, llamar “nenaza” a alguien para denigrarlo o cuando un hombre se dirige a una mujer que no conoce llamándola “cielo” o “cariño” también son ejemplos de micromachismo, porque colocan a la mujer en una situación de inferioridad.
Los derechos de las mujeres en pandemia
La pandemia de covid-19 también ha perjudicado los derechos de las mujeres. El cierre de escuelas y la falta de recursos para seguir las clases a distancia ha afectado especialmente las regiones más desfavorecidas, pero sobre todo a las niñas y chicas que han pasado de aprender a tener que quedarse en casa y hacerse cargo de las tareas del hogar, con todo lo que supone para su futuro.
Los puestos de trabajo ocupados por mujeres también han sido los más afectados por la crisis económica. Al mismo tiempo, a raíz del confinamiento, muchas mujeres han tenido que hacer de cuidadoras y atender a niños y personas mayores porque los servicios de salud no daban abasto.
Una de las situaciones más graves provocadas por la pandemia ha sido el aislamiento de las víctimas de violencia machista, que de repente se han visto obligadas a cerrarse en casa con un maltratador.