Irlanda ha multado a la empresa matriz de Facebook con 1.200 millones de euros por vulnerar la política de privacidad de datos de la Unión Europea
La Comisión de Protección de Datos de Irlanda (DPC) ha impuesto una multa de 1.200 millones de euros a Meta, la empresa matriz de Facebook e Instagram, por infringir la privacidad de los usuarios. Según las autoridades, la tecnológica ha hecho transferencias de datos de usuarios europeos de forma sistemática y continua sin proteger su privacidad.
Como otras grandes tecnológicas, Meta tiene su sede europea en Dublín, por eso los organismos irlandeses son los encargados de llevar a cabo esta regulación. En este caso, se trata de la sanción económica más cuantiosa impuesta en la Unión Europea (UE) a una empresa multinacional por infracciones relacionadas con la protección de datos.
Las autoridades irlandesas empezaron una investigación en agosto de 2020, con el objetivo de descubrir cómo Meta estaba utilizando los datos de los usuarios de Facebook en el continente europeo. Esta red social tiene millones de usuarios en Europa, por lo que la cantidad de datos personales que recopila es enorme.
Tras la investigación, Irlanda ha concluido que la multinacional ha enviado datos de ciudadanos europeos a Estados Unidos sin garantías de seguridad. Según la DPC, Meta habría ignorado los riesgos a las libertades y derechos fundamentales que pueden sufrir los usuarios de Facebook en la UE como consecuencia de esta transferencia de datos.
En concreto, la empresa matriz de Facebook habría violado el artículo 46 del Reglamento General de Protección de Datos (GDPR), una norma que regula el tratamiento que realizan personas, empresas u organizaciones de los datos personales relacionados con personas en la Unión Europea.
Por su parte, la tecnológica ha asegurado que la decisión no implica una interrupción inmediata de Facebook en Europa y ha anunciado que apelará la sentencia, al considerar que la multa es "injustificada e innecesaria".
Nuestra privacidad en redes sociales
Facebook es una de las redes sociales más grandes y populares del mundo: a principios de año, la red social tenía alrededor de 2.900 millones de usuarios en todo el mundo. Al igual que Instagram o TikTok, esta plataforma recopila una gran cantidad de datos de sus usuarios desde el momento en el que estos crean una cuenta.
Estos datos van desde la información de perfil básica (nombre, fecha de nacimiento, género, ubicación y dirección de correo electrónico) hasta la actividad en la plataforma (las páginas que les gustan a los usuarios, los grupos a los que se unen y las interacciones con publicaciones y anuncios).
Estos pueden parecer datos inofensivos, pero el problema es que las tecnológicas pueden utilizarlos con diversos objetivos. Por ejemplo, pueden utilizarse para personalizar los anuncios que nos aparecen, pero también pueden cederse a otras empresas. En ese momento, los usuarios están perdiendo el control de quién tiene su información.
El auge de este tipo de plataformas ha hecho que los gobiernos del mundo sean cada vez más conscientes de la importancia de la privacidad en Internet. En Europa, por ejemplo, hace cinco años se aprobó el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD), una norma que regula el mercadeo de la información de los ciudadanos dentro de la UE.
Este reglamento obliga a las organizaciones a obtener un consentimiento explícito antes de recopilar cualquier dato. Además, los usuarios tienen el derecho de corregir o eliminar sus datos personales almacenados por estas entidades. Esto ha aumentado la transparencia y ha dado a los individuos un mayor poder para decidir cómo se utilizan sus datos.
Edward Snowden y el control de los datos
La disputa acerca de dónde se guardan los datos de los usuarios y qué hacen con ellos las redes sociales empezó hace diez años. En 2013 Edward Snowden, un exanalista de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) de Estados Unidos, filtró una gran cantidad de información clasificada sobre el gobierno de Estados Unidos.
A través de estas filtraciones, Snowden demostró cómo el gobierno estadounidense recopilaba y almacenaba datos personales de millones de personas en todo el mundo. Para ello, las autoridades tenían acceso a los servidores de grandes empresas de tecnología, incluyendo Google, Microsoft y redes sociales como Facebook.
Durante años, estas empresas proporcionaron información personal de sus usuarios al gobierno de los Estados Unidos, incluyendo registros de llamadas telefónicas, correos electrónicos, mensajes de texto y actividades en redes sociales.
Estas revelaciones pusieron de manifiesto la falta de transparencia y control en la recopilación de datos por parte de organismos gubernamentales. Pero además, alertaron de la necesidad de regular la recopilación y uso de datos por parte de las redes sociales y la importancia de proteger la privacidad de los usuarios en Internet.
A partir de ahí, las empresas tecnológicas comenzaron a enfrentar una mayor presión para mejorar sus sistemas de privacidad y seguridad de datos, pues los usuarios demandaban saber qué información se recopila, cómo se utiliza y qué medidas se toman para protegerla. Como resultado, algunas empresas implementaron cambios en sus políticas de privacidad.