El sorteo para la Copa del Mundo en Qatar vuelve a generar dudas y polémicas sobre la violación de derechos humanos en el país anfitrión
El 1 de abril se celebró el sorteo final de la Copa Mundial de la FIFA, competición futbolística que tiene lugar cada 4 años y que enfrenta a las mejores selecciones del mundo. Es la 22ª edición del mundial organizado por la FIFA, entidad que agrupa las federaciones de fútbol de todo el planeta.
Las 32 selecciones participantes han quedado encuadradas en 8 grupos de cuatro equipos, que disputarán la fase de grupos durante 12 días. Los 16 mejores equipos pasarán a octavos de final.
La actual campeona, Francia, deberá defender el título ante otras selecciones favoritas como Brasil, Alemania y Argentina. También Bélgica, que llegó a las semifinales del Mundial de Rusia 2018, y España, que juega con un equipo muy joven pero siempre está en las quinielas para ganar.
El Mundial de Qatar tendrá lugar entre el 21 de noviembre y el 18 de diciembre de 2022. Esta competición suele celebrarse en verano, coincidiendo con las vacaciones, para facilitar la movilidad de los aficionados de todo el mundo; sin embargo, las altas temperaturas en la Península Arábiga obligaron a posponer los partidos a finales de año para evitar problemas de salud y fatiga entre los futbolistas.
La Copa Mundial Femenina tendrá lugar el año que viene en Australia y Nueva Zelanda, los países anfitriones. La selección de Estados Unidos luchará por revalidar el título y ganar su quinto mundial.
“La Copa Mundial de la vergüenza”
La elección de Qatar como sede del Mundial de Fútbol provocó fuertes críticas por parte de la sociedad civil y de organizaciones humanitarias como Amnistía Internacional, que la bautizó como “La Copa Mundial de la Vergüenza”.
Esta organización denuncia la explotación y los abusos que sufren los trabajadores que están construyendo los estadios e instalaciones que se utilizarán durante el Mundial. La mayoría (más del 90%) son migrantes de Bangladesh, la India o Nepal que han dejado sus países para huir de la pobreza y mantener a sus familias.
Muchos de estos trabajadores pagan una comisión a agencias de empleo en sus países de origen para ser contratados. Una vez en Qatar, son víctimas de trabajos forzados, sin posibilidad de descansar o de salir de las obras por miedo a ser detenidos, ya que algunos empleadores no les renuevan el permiso de residencia para coaccionarlos y obligarlos a trabajar más.
Por otro lado, los migrantes viven hacinados en alojamientos insalubres, sin unas condiciones mínimas de higiene. Algunas empresas constructoras los amenazan con deportarlos sin pagarles el salario que les deben, mientras se embolsan miles de millones de dólares por la construcción de los estadios.
Otras organizaciones como Human Rights Watch denuncian la falta de derechos humanos y la represión de libertades en este país, donde rige una visión muy estricta de la sharía o ley islámica. Las mujeres de Qatar están sometidas a la tutela masculina y no pueden decidir libremente sobre su propia vida: necesitan el permiso de su padre, hermano o marido para viajar, estudiar o trabajar.
En Qatar está prohibido criticar al emir (título del monarca en Qatar), difamar la religión o cualquier tipo de oposición al régimen, bajo pena de cárcel o multas de miles de dólares. También se persigue cualquier publicación en redes sociales que suponga una “violación de los valores sociales” según la ley islámica.
La FIFA mantiene silencio sobre la violación de derechos humanos en Qatar, ya que hay miles de millones en juego. Tan solo algunas selecciones, como Noruega y Alemania, y algunos jugadores a título personal se han atrevido a denunciar la situación de los trabajadores migrantes.
Deporte e intereses económicos
La celebración del Mundial de Qatar es un ejemplo de la influencia que el dinero y los intereses económicos pueden llegar a tener en el deporte y las competiciones. Los equipos e instituciones como la FIFA se benefician de ingresos millonarios, mientras que los patrocinadores aprovechan la popularidad del deporte para promocionarse.
Algunos de estos patrocinadores llevan a cabo actividades poco transparentes o incluso están denunciados por las organizaciones humanitarias, como es el caso de Qatar. El objetivo final es limpiar su imagen aprovechando los valores del deporte: trabajo en equipo, respeto por el rival, esfuerzo, espíritu de superación…
En 2010, el FC Barcelona anunció un acuerdo de patrocinio con Qatar Foundation, una organización que promueve la educación y el desarrollo social. El club recibiría 30 millones de euros por cada temporada que el logotipo de Qatar apareciera en la camiseta azulgrana. En 2014, Qatar Foundation fue sustituida por Qatar Airways.
El acuerdo provocó muchas críticas debido a la vulneración de derechos humanos en Qatar, todavía más porque el anterior patrocinador del Barça había sido Unicef: el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia.
Otro ejemplo de patrocinio polémico es la organización de la Supercopa de España. La Real Federación Española de Fútbol ha firmado un acuerdo millonario con el gobierno de Arabia Saudí para acoger las próximas ediciones de la final de la Supercopa hasta 2030, a razón de 30 millones de euros anuales.
Arabia Saudí es uno de los países más ricos del mundo debido a sus grandes reservas de petróleo, pero también es uno de los países con mayor desigualdad y pobreza. Las mujeres saudíes tienen menos derechos que los hombres y hasta 2018 no podían ir a un estadio para ver un partido de fútbol.