27 diciembre 2024
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27 diciembre 2024

Natalidad: ¿una cuestión de Estado?

El número de nacimientos en Francia cayó considerablemente en 2023 y, para paliar la situación, el gobierno de Macron ha pedido un “rearme demográfico”

Nunca, desde el final de la Segunda Guerra Mundial, habían nacido tan pocos bebés en Francia. En 2023, solo nacieron 678.000, un 6,6% menos que en 2022. Desde 2011, el número de nacimientos no ha dejado de caer en este país, que hasta ahora tenía la mayor tasa de fecundidad total de la Unión Europea.

La tasa de fecundidad es el número medio de hijos que nacerían de una mujer a lo largo de su vida en edad fértil (capacidad de ovular y quedar embarazada). En Francia, esta tasa actualmente alcanza el valor de 1,68 hijos por mujer, mientras que en 2011 el dato llegaba hasta los 2,01 hijos. 

No es un caso excepcional el del país galo. España batió su propio récord de baja natalidad, con menos de 300.000 nacimientos en 2023. Para hacernos una idea de las consecuencias, en 2037 las escuelas españolas tendrán un millón de niños menos, según el último informe elaborado por el centro de políticas económicas EsadeEcPol. 

En las últimas décadas, los europeos han tenido menos hijos, lo que explica en parte la ralentización del crecimiento demográfico de la región. Esta situación de baja natalidad preocupa a los gobiernos de los países y, por esta razón, muchos de ellos tratan de poner en marcha medidas para combatir los problemas demográficos

Las malas cifras de natalidad de 2023 desencadenaron una reacción inmediata por parte de Emmanuel Macron. El presidente francés ha hablado de “rearme demográfico”, un plan para impulsar la natalidad y revertir la tendencia de los últimos años. 

En concreto, Macron propone eliminar el permiso de paternidad y sustituirlo por un “permiso de nacimiento” de seis meses y mejor remunerado, tanto para madres como para padres. Su gobierno también valora la posibilidad de realizar un examen ginecológico gratuito para las mujeres a los 25 años y un análisis de esperma para los hombres para detectar si hay problemas de fertilidad.

Un cambio de tendencia

La baja natalidad es una tendencia en todos los países de la Unión Europea que se explica por una gran variedad de factores, tanto sociales como económicos

Por un lado, encontramos la precariedad. La inestabilidad laboral, los bajos salarios y la falta de seguridad financiera pueden crear un entorno poco propicio para la formación de una familia. Esto hace que muchas personas se vean obligadas a posponer la decisión de tener hijos o directamente tienen que optar por no tenerlos

El creciente coste de vida, con un aumento de la inflación, es otro elemento significativo. Los gastos en vivienda, educación y otros aspectos básicos como la alimentación pueden ser un inconveniente, especialmente si lo sumamos a la precariedad que atraviesan muchos jóvenes. Estos gastos pueden ser un obstáculo importante para la crianza de los hijos.

La ausencia de políticas de apoyo a la maternidad, como permisos parentales pagados, servicios de cuidado infantil asequibles y ayudas a la conciliación, también puede contribuir a la decisión de no tener hijos. La falta de estas infraestructuras puede aumentar la presión económica y logística sobre las familias. 

Otro factor es la inquietud creciente de las nuevas generaciones ante el cambio climático y los problemas medioambientales. La conciencia ambiental y la preocupación por el impacto ecológico de tener hijos son consideraciones cada vez más presentes en las decisiones de planificación familiar.

La posibilidad de elegir

Durante muchos años, las sociedades occidentales presenciaron una marcada tendencia hacia familias más numerosas, donde las mujeres asumieron los roles de cuidado y crianza de varios hijos. Sin embargo, a medida que avanzaba el tiempo y con el impacto del movimiento feminista, la perspectiva de la maternidad se ha redefinido.

El feminismo ha desafiado las normas de género tradicionales, proporcionando a las mujeres una mayor autonomía y capacidad de decisión sobre sus vidas, incluida su elección a la hora de tener hijos. La maternidad ya no se percibe exclusivamente como una “obligación” social, sino como una opción que las mujeres pueden valorar y decidir según sus propias metas y deseos.

Esto también ha venido marcado por la participación creciente de las mujeres en el ámbito laboral. La idea de que el principal propósito de las mujeres era la maternidad y el cuidado del hogar comenzó a cuestionarse hace unos años, dando paso a una comprensión más equitativa de sus roles en la sociedad.

Por eso, podemos decir que la maternidad ya no se percibe como el único camino para la realización personal de las mujeres, sino que ahora la elección de tener hijos se considera como una decisión personal en el marco de un abanico más amplio de opciones.

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