La festividad está presente en prácticamente todo el mundo, trascendiendo costumbres y creencias
Cada año, a principios de diciembre (a veces mucho antes), ciudades de todo el mundo empiezan a adornar las calles para dar la bienvenida a la Navidad.
Las fiestas navideñas tienen su origen en la religión cristiana, que en estas fechas celebra el nacimiento de Jesús de Nazaret, el Mesías elegido por Dios para difundir el mensaje del cristianismo.
El Belén de Arena de Las Canteras es un museo al aire libre, con artistas de nivel internacional. Buscamos que la gente sienta el arte en la calle, y con una intención pedagógica, invitamos a los niños a descubrir los pequeños detalles que esconden las esculturas. pic.twitter.com/wZ7Xwis3xo
— Belén de Arena (@belendearena) October 7, 2024
Junto con el islam y el hinduismo, el cristianismo es una de las religiones más seguidas: se calcula que hay más de 2.000 millones de creyentes cristianos. Por eso, sus ritos y tradiciones se han difundido por todo el mundo.
El calendario escolar y laboral está marcado por estas fiestas: por ejemplo, el 25 de diciembre (Natividad del Señor) y el 6 de enero (Epifanía) son días festivos en muchos países.
Sin embargo, hoy en día la celebración de la Navidad va más allá de la religión.
De las tradiciones al consumismo
Como fiesta de origen religioso, la celebración de Navidad va acompañada de una serie de tradiciones: montar el belén, asistir a la misa de Navidad, cantar villancicos, dar el aguinaldo…
Muchas de estas tradiciones se mantienen, pero otras han dado paso a nuevas formas de celebrar la Navidad.
Para algunos, las fiestas de Navidad se han convertido en las vacaciones de Navidad: los estudiantes celebran el parón de las clases y muchos trabajadores aprovechan sus últimos días de vacaciones para hacer un viaje invernal.
Tradicionalmente, estos días sirven para reunir a toda la familia. La crisis económica de 2008 obligó a muchas personas a emigrar, por lo que estas fechas son ideales para el reencuentro. Aun así, cada vez más personas optan por celebrar Navidad con los amigos.
Por otro lado, el tradicional intercambio de regalos se ha convertido en todo un negocio.
Las tiendas aprovechan la campaña navideña para hacer ofertas sobre sus productos y fomentar el consumismo, sobre todo a través de las nuevas plataformas online que permiten comprar y devolver productos con un solo clic.
Los estudios de consumo señalan que los regalos más comprados para niños son juguetes, mientras que los adolescentes prefieren videojuegos, libros, ropa y calzado.
Una Navidad más verde
Por Navidad también se dispara el consumo energético en las ciudades y en los hogares. Los ayuntamientos instalan luces navideñas para decorar las calles y muchos comercios amplían los horarios de apertura.
El aumento de consumo eléctrico también supone un aumento de la contaminación (para generar energía se emiten gases contaminantes). Así pues, algunas ciudades han optado por reducir la iluminación navideña o utilizar sistemas de bajo consumo.
Para pasar unas Navidades más sostenibles, podemos cambiar algunos hábitos de forma muy sencilla: comprar productos locales en comercios de barrio (que no han tenido que ser importados de muy lejos), reducir la cantidad de papel de regalo optando por envoltorios reutilizables, apagar las luces del árbol o del belén antes de ir a dormir…
El espíritu navideño nos anima a pasar buenos momentos con la gente que queremos: lo más importante no es qué o cómo, sino con quién compartimos la Navidad.