Los ataques que sufren los periodistas dificultan su labor y, como consecuencia, afectan nuestros derechos y libertades
Este 2022, 46 periodistas han sido asesinados por hacer su trabajo en todo el mundo, y 502 están encarcelados. Son datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y Reporteros Sin Fronteras (RSF), dos organizaciones que trabajan por la seguridad de los y las periodistas. De hecho, la ONU es la impulsora del Día Internacional para Poner Fin a la Impunidad de los Crímenes contra Periodistas, que se celebra cada 2 de noviembre.
En muchos estados, los periodistas no tienen garantizada su seguridad, una condición esencial para poder hacer bien su trabajo. El periodismo es una profesión que explica qué pasa en el mundo y, a menudo, investiga las ilegalidades o irregularidades cometidas por los más poderosos, como por ejemplo los gobiernos o grandes empresas. Por eso, a menudo, los profesionales de la información deben hacer frente a presiones y amenazas que buscan silenciar su voz.
Aun así, la amenaza al periodismo no es solo la muerte. Tal y como denuncian las Naciones Unidas, los periodistas pueden sufrir encarcelamientos injustos, secuestros, torturas, acoso y, también, ciberacoso. Además, la mayoría de las mujeres periodistas (un 73%) aseguran que han sido amenazadas, intimidadas e insultadas mientras hacían su trabajo.
En muchos casos, estas amenazas no se investigan de forma adecuada y los autores de estos crímenes quedan impunes. Esto dificulta el trabajo de los y las periodistas y, hasta cierto punto, puede paralizar a la sociedad, porque las principales noticias silenciadas son información esencial para la opinión pública.
No solo la guerra es peligrosa
La mayoría de profesionales asesinados trabajaban en investigaciones sobre la violación de derechos humanos, los problemas medioambientales o la corrupción política. En ese sentido, los periodistas no solo están en peligro en los países donde hay guerra, sino también en aquellos lugares donde no se respetan los derechos humanos fundamentales.
En México, han muerto asesinados 14 periodistas desde que empezó el año, el más mortífero para los periodistas mexicanos. RSF señala que la gran mayoría de víctimas son de regiones donde el crimen organizado tiene mucha presencia, como Michoacán o Veracruz. A pesar de los datos, el gobierno mexicano solo ha condenado 5 asesinatos.
El trabajo de los periodistas está protegido en contextos de guerra por los Convenios de Ginebra de 1949, un tratado internacional que establece los derechos de las víctimas en un conflicto armado. Así, los reporteros de guerra tienen derecho a no ser atacados para poder llevar a cabo su trabajo. A pesar de ello, en muchas ocasiones se convierten en el objetivo de ambos bandos, a quienes no les interesa que se informe de los crímenes de guerra.
En mayo, la periodista palestina Shireen Abu Akleh murió asesinada de un disparo en la cabeza mientras cubría una operación del ejército israelí en Palestina. Llevaba un casco y un chaleco que la identificaban como periodista. En un primer momento, Israel negó que la bala procediera de un soldado israelí, pero el informe de la ONU sobre el caso confirmaba esta teoría. Posteriormente, el gobierno israelí aceptó que se trataba de un “accidente”.
Este 2022 ha quedado marcado por la invasión rusa de Ucrania, y también por la cobertura que han hecho medios de todo el mundo. Durante los primeros seis meses de la guerra, murieron 8 periodistas, todos bajo fuego ruso, pero RSF ha contabilizado más de 40 ataques a medios de comunicación. Además, la organización ha denunciado repetidamente la presión del gobierno de Vladímir Putin sobre el periodismo.
En Rusia, los periodistas están perseguidos y son víctimas de censura, amenazas e intimidaciones. El gobierno suele acusar a los periodistas de terrorismo para llevarlos a juicio, pero acostumbran a ser procesos largos y con pocas garantías. El último caso es el de Iryna Danilovych, una periodista que está en el punto de mira del gobierno ruso por haber destapado deficiencias en el sistema público de salud. Desde el inicio de la guerra, muchos medios y agencias de noticias internacionales han abandonado Rusia por miedo a ser perseguidos por las autoridades. Solo este año se ha encarcelado a 13 periodistas, según datos de RSF.
El “cuarto poder” de la democracia
Tradicionalmente, se ha dicho que el periodismo es el “cuarto poder” en una democracia, con relación a los otros tres que la conforman: el ejecutivo, o el gobierno que ejecuta las leyes; el legislativo, o el parlamento encargado de redactar las leyes, y el judicial, que se encarga de impartir justicia de manera independiente a los otros dos poderes.
En este contexto, el periodismo cumple una función de vigilancia del resto de poderes: los periodistas deben poder explicar si alguno de los otros poderes ha actuado de forma indebida o bien ha cometido algún acto ilegal, para que la ciudadanía lo sepa y pueda actuar en consecuencia (manifestarse, votar, exigir responsabilidades).
Uno de los ejemplos más claros de esta función del periodismo es el caso Watergate, cuando dos periodistas del diario Washington Post descubrieron el espionaje ilegal llevado a cabo por el gobierno de los Estados Unidos justo antes de las elecciones presidenciales de 1972. O bien, más recientemente, la investigación sobre los Papeles de Pandora, que revelaban la evasión de impuestos por parte de políticos y personajes famosos de todo el mundo.
Por otro lado, las Naciones Unidas destacan la importancia de la educación mediática para que las personas sean críticas con la información que consumen y aprendan a detectar la desinformación, los rumores o las mentiras. La ciudadanía tiene que conocer cómo trabajan los periodistas y tiene que saber diferenciar hechos contrastados de fake news: este es uno de los pilares de la democracia.