Dos activistas ecologistas lanzan sopa sobre un cuadro de Van Gogh para llamar la atención sobre la destrucción del cambio climático
Dos activistas de Just Stop Oil [Detened el petróleo], organización medioambiental que lucha contra los combustibles fósiles para detener los efectos el cambio climático, lanzaron un bote de sopa de tomate sobre Los Girasoles de Van Gogh, uno de los cuadros más famosos de la National Gallery de Londres (Reino Unido).
Phoebe Plummer, de 21 años, y Anna Holland, de 20 años, saltaron el cordón de seguridad que separa a los visitantes de las obras y lanzaron el líquido contra el lienzo, que estaba protegido por un cristal y no sufrió ningún daño. Después se impregnaron las manos con pegamento y se pegaron a la pared, para que los guardias de seguridad no pudieran arrestarlas.
La acción de protesta fue grabada en vídeo por otros miembros de Just Stop Oil que lo colgaron en redes sociales. El objetivo es concienciar sobre la destrucción del cambio climático con una pregunta tan sencilla como profunda: ¿Qué es más valioso: el arte o la vida?
El colectivo denuncia que el gobierno del Reino Unido quiere aprobar nuevas licencias de explotación de gas y petróleo en el país. Estas políticas forman parte del plan económico de Liz Truss, la nueva primera ministra británica, para reducir la dependencia energética de otros países como Rusia y disminuir el gasto público.
Sin embargo, estos proyectos energéticos pondrían el entorno natural en peligro e incrementarían las emisiones de gases de efecto invernadero, que son la principal causa del cambio climático. En ese sentido, los activistas se preguntan: “¿Por qué protegemos las obras de arte si no protegemos millones de vidas que se perderán por culpa del colapso social y climático?”.
Durante el mes de octubre, Just Stop Oil ha organizado numerosos actos de protesta en diferentes partes del Reino Unido: cortar carreteras, colgarse en el puente de Isabel II o rociar con pintura naranja la sede de Scotland Yard (la policía de Londres) para denunciar los más de 300 activistas que han sido detenidos en estas protestas.
Just Stop Oil: millonarios contra el cambio climático
La organización Just Stop Oil actúa en el Reino Unido, pero está asociada con entidades de otros países como Suecia, Estados Unidos, Canadá, Suiza, Noruega, Australia…
Estas organizaciones han recibido apoyo económico del Climate Emergency Fund [Fondo para la Emergencia Climática], una fundación filantrópica fundada por varios millonarios en California (Estados Unidos). En 2022, han distribuido hasta 4 millones de dólares entre 39 grupos activistas.
Entre estos filántropos se encuentran el guionista y director de cine Adam McKay, que ya alertó sobre el negacionismo climático en la película No mires arriba (2021), protagonizada por un grupo de científicos que intentaban –sin éxito– abrir los ojos a los políticos sobre un peligro inminente para la humanidad.
Otra de las grandes benefactoras de los movimientos ecologistas es Aileen Getty, nieta del empresario estadounidense John Paul Getty, que a mediados del siglo XX era uno de los hombres más ricos del mundo gracias a la producción y venta de petróleo. Gran parte de esa fortuna está en manos de Aileen, que ha decidido destinarla a la lucha contra el cambio climático.
John P. Getty era además un conocido coleccionista de arte y creó el Centro Getty en Los Angeles (Estados Unidos), uno de los museos de arte más importantes del mundo. La colección incluye obras de grandes pintores como Tiziano, Rembrandt, El Greco, Van Gogh, Turner, Degas, Munch…
En ese sentido, algunas personas han criticado que Aileen Getty, cuya familia ha destinado millones de dólares a conservar el patrimonio artístico, patrocine ahora acciones de protesta que tienen el arte como objetivo. El debate está servido.
Arte para llamar la atención
Las acciones de protesta de Just Stop Oil y otros grupos ecologistas han sido muy criticadas por poner en peligro grandes obras de arte que forman parte del patrimonio universal. No obstante, los activistas aseguran que estas actuaciones están diseñadas para causar el mínimo daño a las obras y monumentos: los cuadros suelen estar protegidos por un cristal y las acciones afectan al marco, que puede cambiarse, mientras que las acciones con estatuas se centran en el pedestal de las mismas.
En cambio, vincular estas acciones de protesta con obras de arte garantiza la atención de los medios de comunicación y las autoridades. Y, además, también promueve el debate entre la sociedad: ¿cuántos recursos se destinan a proteger las obras de arte y cuántos a proteger el medio ambiente?
En los últimos meses, varias acciones contra obras de arte han aparecido en los titulares de diarios e informativos de todo el mundo, como el pastel lanzado contra la Mona Lisa en el Louvre de París.
En junio, dos activistas de Just Stop Oil se engancharon al marco del cuadro Melocotoneros en flor (1889) de Vincent van Gogh en la Courtauld Gallery de Londres. Un mes después, cinco personas engancharon sus manos al marco de La última cena (1520), una pintura renacentista en la Royal Academy de la capital británica.
Miembros de la organización italiana Ultima Gerazione se engancharon en agosto al pedestal de Laoconte y sus hijos, una escultura griega del siglo I d.C que se encuentra en los Museos Vaticanos de Roma. Los dos activistas llevaban una bandera que pedía el fin del uso de gas y carbón.
El último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), publicado en febrero, advierte que cada vez estamos más lejos de salvar el planeta. La desaparición de los ecosistemas, la extinción de las especies, las olas de calor extremo y las inundaciones serán cada vez más frecuentes y pondrán en peligro a más de 3.000 millones de personas que viven en zonas vulnerables.