La segunda inmobiliaria más grande de China tiene una deuda de 300.000 millones que podría afectar a empresas en todo el mundo
Esta semana las bolsas y economías de todo el mundo se han puesto en alerta por la grave situación económica de Evergrande, la segunda inmobiliaria más importante de China, que ha anunciado que tiene una deuda de 300.000 millones de dólares y que no tiene suficiente liquidez, es decir, dinero en efectivo para pagarla.
La inmobiliaria debe estos 300.000 millones a diferentes bancos chinos, que le prestaron el dinero para llevar a cabo sus proyectos de construcción, pero también a empresas proveedoras y a inversores privados, tanto de China como de otros países. Por lo tanto, el impago de esta deuda podría afectar a empresas y entidades financieras de todo el mundo.
Evergrande fue fundada en 1996 por Xu Jiayin, uno de los hombres más ricos de China. La gran mayoría de sus proyectos están en este país, donde tiene 200.000 empleados y ha construido más de 12 millones de viviendas, edificios públicos, complejos turísticos e incluso es propietaria de un equipo de fútbol.
China es la segunda economía más grande del mundo, solo por detrás de Estados Unidos, con quien mantiene una pugna permanente por liderar la economía global. En ese sentido, el gobierno chino no puede permitirse que una de las mayores empresas del país quiebre, porque eso tendría graves consecuencias y podría afectar a otras empresas chinas.
Los expertos en economía creen que el gobierno chino, liderado por el presidente Xi Jinping, podría financiar una parte de la deuda para evitar el colapso de toda la economía de China. Sin embargo, no rescatarán toda la compañía para dar ejemplo y evitar que otras empresas inmobiliarias se arriesguen tanto con su capital.
A raíz de la crisis de Evergrande, las autoridades chinas han impuesto nuevas leyes para las inmobiliarias: han establecido un límite de endeudamiento para estas empresas y han prohibido que los pisos puedan venderse antes de estar construidos.
¿Por qué ha estallado la burbuja de Evergrande?
La pandemia de covid-19 ha provocado una crisis económica global a varios niveles: falta de materiales para producir, fábricas cerradas, gente sin trabajo… El parón provocado por el confinamiento y las restricciones también han afectado al sector inmobiliario: si la gente no tiene trabajo, tampoco tiene dinero para gastar ni para comprar viviendas.
Evergrande, como otras empresas, ha desarrollado un modelo de negocio basado en los créditos y la deuda: en vez de construir, vender sus obras y coger ese dinero para hacer nuevos proyectos, Evergrande vendía sus apartamentos y viviendas antes de que estuvieran construidos, contando con que podrían terminarlos a tiempo y cobrar después de los compradores.
El problema es que, con la pandemia, muchas obras han estado paradas o incluso se han cancelado, mientras que muchos compradores se han echado para atrás y han renunciado a comprar. El resultado es que todo el dinero con el que Evergrande contaba para seguir invirtiendo y construyendo se ha esfumado.
China es el país más poblado del mundo, con cerca de 1.400 millones de habitantes: eso significa un mercado potencial de viviendas muy importante. Pero de nada sirve en tiempos de pandemia, cuando la construcción se detiene por completo.
La burbuja de beneficios y dinero que la empresa había previsto ha estallado y podría arrastrar a otras empresas en el extranjero. ¿Por qué? Porque para construir, Evergrande había pedido préstamos a bancos chinos, pero también contaba con el capital de grandes inversores extranjeros.
Al mismo tiempo, existía toda una red de empresas proveedoras que dependían de la actividad de Evergrande y también se han visto afectadas por el anuncio de la deuda: empresas de materiales, componentes para las instalaciones eléctricas de los pisos, compañías de transporte… Todas se han quedado sin ingresos.
La sombra de Lehman Brothers
Todavía hay mucha incertidumbre sobre cómo se resolverá la crisis de Evergrande. Muchos la han comparado con la caída de Lehman Brothers, una entidad financiera de Estados Unidos cuya quiebra provocó la crisis económica global de 2008.
Lehman Brothers era un banco de inversión que se dedicaba a comprar y vender productos financieros. En la década de los 2000, uno de sus principales negocios eran los créditos y préstamos hipotecarios: dinero que se presta para comprar viviendas pero que no existe físicamente.
El problema es que apostaron por productos financieros tóxicos como las hipotecas subprime, que daban a los bancos muchos intereses a corto plazo pero eran muy inestables porque no se pedían garantías a la hora de contratarlas. Así, cualquier persona podía pedir una hipoteca y se la concedían sin pedirle ningún anticipo ni tener en cuenta su historial financiero. A partir de 2006, este sistema empezó a fallar: mucha gente ya no podía pagar sus hipotecas y los bancos dejaron de ingresar dinero. Sin embargo, los bancos de inversión como Lehman Brothers seguían concediendo créditos con dinero que no existía, contando con que ya lo ingresarían más adelante.
Este modelo de endeudarse para seguir comprando y construyendo provocó una burbuja que acabó estallando el 15 septiembre de 2008, cuando Lehman Brothers se declaró en bancarrota. Su caída provocó un efecto dominó: fondos de inversión, bancos y empresas de todo el mundo que tenían negocios con esta entidad también cayeron. Se considera la peor crisis financiera desde la Gran Depresión de 1929.
Hoy la historia es similar, pero los expertos señalan que hay diferencias relevantes entre Lehman Brothers y Evergrande. Por un lado, la deuda de Lehman Brothers era mucho mayor: cuando se declaró en bancarrota tenía una deuda de más de 600.000 millones de dólares. Por el otro, Evergrande concentra la mayor parte de su negocio en China, lo que limitaría los efectos a nivel mundial.