Los métodos de barrera, como el preservativo, ayudan a reducir las probabilidades de contagio de este tipo de infecciones
Las Infecciones de Transmisión Sexual o ITS son infecciones que se contagian de una persona a otra durante las relaciones sexuales, ya sea en el sexo vaginal, anal u oral. Cada día más de un millón de personas contraen una infección de este tipo, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Las ITS pueden estar causadas por más de 30 tipos de virus, parásitos, hongos o bacterias que se contagian a través de fluidos corporales como el semen, el flujo vaginal o la sangre. Algunas de las más frecuentes son la gonorrea, la sífilis, la clamidia, las hepatitis o el VIH.
A veces, los términos Infecciones de Transmisión Sexual (ITS) y Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS) se utilizan como sinónimos. Aunque sirven para referirse a una misma idea, en realidad no son lo mismo.
Una infección ocurre cuando una bacteria, un virus, o un parásito entra en tu cuerpo y tus defensas se activan para combatirlo. Sin embargo, una enfermedad ocurre cuando la infección se desarrolla y provoca síntomas concretos que derivan en problemas de salud. En ese sentido, muchas infecciones nunca llegan a convertirse en enfermedades.
ITS más comunes
Dos de las ITS más comunes son la gonorrea y la clamidia, un tipo de infecciones bacterianas que afectan especialmente a personas jóvenes. La mayoría de personas infectadas no presenta síntomas y pueden tratarse fácilmente con medicamentos antibióticos. Sin embargo, si las infecciones no se tratan a tiempo, pueden aparecer problemas de salud.
El herpes es otra de las ITS más comunes. Es un virus que puede provocar llagas tanto en los genitales (vulva, vagina, ano, pene o escroto) como en la boca. Puede ser molesto y doloroso, pero normalmente no causa problemas graves de salud. El herpes no tiene cura, aunque hay medicamentos como cremas o pastillas que sirven para aliviar los síntomas.
El virus del papiloma humano o VPH es la ITS más extendida en la actualidad. Según la Asociación Española de Pediatría (AEP), cada año se producen más de medio millón de nuevos casos. En ocasiones el VPH no presenta síntomas, mientras que otras veces provoca la aparición de verrugas genitales. Para prevenir la infección existe una vacuna que suele administrarse a niños y niñas de entre 9 y 12 años.
En los casos más graves, el VPH también puede provocar la aparición del cáncer. Este virus está asociado al 99,7% de casos de cáncer de cuello de útero, según datos de la AEP, pero también está relacionado con otros tipos de cáncer como como los de cabeza, cuello, ano, pene, vagina y vulva.
Por último, el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) es otro de los virus asociados a las relaciones sexuales más conocidos. El VIH ataca el sistema inmunitario y, si no se trata, puede causar el síndrome de la inmunodeficiencia adquirida (SIDA). Cuando una persona se contagia de VIH, el virus permanece en su cuerpo para siempre (no hay cura), pero existen medicamentos que evitan que los síntomas se desarrollen.
Sexo seguro
Para evitar contraer alguna de estas infecciones de transmisión sexual, lo más importante es realizar un sexo seguro. Esto supone incluir una serie de prácticas concretas a la hora de mantener relaciones sexuales con otras personas.
Una de las prácticas de protección más efectivas es el uso de métodos de barrera como el preservativo (tanto masculino como femenino). Estos anticonceptivos, además de evitar embarazos no deseados, también sirven para protegernos de infecciones y enfermedades de transmisión sexual en las relaciones con penetración.
También existen otros métodos de barrera como la barrera bucal: unas láminas de látex que se colocan encima de partes del cuerpo como la vagina o el ano a la hora de tener sexo oral. Con estas barreras se evita el contacto directo, previniendo infecciones pero sin perder las sensaciones de placer.
Para llevar a cabo un sexo seguro también es importante someterse a revisiones médicas periódicas. La mayoría de infecciones de transmisión sexual no tienen síntomas y la única manera de saber con seguridad si tenemos una es acudir a un especialista. Con este examen recibiremos el tratamiento adecuado y evitaremos contagiar a otras personas.