Conoce la historia de los Reyes Magos, tres sabios de diferentes tierras que viajaron para adorar al Niño Jesús
La leyenda de los Reyes Magos está llena de misterios. La primera aparición de estos personajes se describe en el Evangelio de San Mateo, que narra cómo unos magos llegaron de Oriente para adorar a Jesús de Nazaret, el Rey de los Judíos.
En este texto bíblico no se menciona los nombres de estos tres personajes, ni que fueran reyes, ni cuántos eran. San Mateo los llama «magos» como sinónimo de hombres sabios u hombres de ciencia, astrónomos que sabían leer la posición de las estrellas. Así es como encontraron el camino hasta Judea, donde había nacido Jesús.
No es hasta el siglo III que se empieza a cifrar que eran tres los magos que adoraron al Niño Jesús, sobre todo porque le llevaron tres ofrendas para adorarle: oro como condición de rey, incienso como Dios y mirra como hombre.
El oro era el símbolo de la realeza y el presente más valioso y cotizado; el incienso se vinculaba a la condición divina del honorado, una resina vegetal que al quemarla produce un humo y olor característicos. Y la mirra, se utilizaba para embalsamar a los muertos. Una resina aromática que recuerda la condición mortal del Mesías.
De hecho, estos tres regalos todavía se conservan. Los monjes ortodoxos del monasterio de San Pablo, en el monte Athos, en Grecia, son responsables de custodiar las 28 monedas de oro y las 62 bolitas de incienso y de mirra, que previsiblemente los Reyes Magos entregaron al Niño Jesús. Según la tradición ortodoxa, una princesa cristiana los entregó al templo, después de que la ciudad de Constantinopla cayera en manos de los turcos durante el siglo XV.
Melchor, Gaspar y Baltasar
La primera referencia que aparece sobre los nombres de los tres Reyes Magos de Oriente es del siglo VI en un mosaico bizantino de la basílica de San Apolinar Nuovo de Ravenna, en Italia.
En la imagen, se observa que quien va delante es Melchor, con el pelo blanco. Le sigue Gaspar y finalmente Baltasar, con el pelo negro. Curiosamente, en este caso, los tres reyes no llevan corona, sino una especie de boina. Además, ninguno de ellos es negro.
Esta obra ha aportado información muy valiosa sobre el origen de los Reyes Magos, aunque no es hasta el siglo XIV que se concreta la imagen de un rey blanco, uno rubio y uno negro.
Según la Iglesia, Melchor provenía de Persia; Gaspar de la India y Baltasar de Arabia, hecho que enfatizaba la universalidad del mensaje de Jesús según las tres grandes culturas en la época.
En camello, en barco o en helicóptero. ¿Cómo llegan los Reyes?
La noche del 5 al 6 de enero, la noche de Reyes, es la más mágica del año. Una velada muy celebrada en los países del Mediterráneo Occidental, y en Latinoamérica, donde Melchor, Gaspar y Baltasar traen regalos y golosinas a los niños de todas las casas.
Durante la tarde del día 5, muchos municipios organizan la cabalgada de Reyes, un desfile con carrozas adornadas para recibir a Sus Majestades y que en España se celebra desde mediados del siglo XIX. Alcoy, municipio pionero en la tradición, lo hizo el año 1866 e Igualada, el 1895. En Barcelona, por ejemplo, la cabalgata se celebra ininterrumpidamente desde 1942, con complementos cada año más innovadores y asombrosos.
Los Reyes llegan a las poblaciones en barco, helicóptero, tractor o incluso en camello. Cualquier transporte es válido para que puedan recibir la llave mágica del municipio de manos de su alcalde o alcaldesa. De esta manera, y con mucho silencio, podrán entrar en las casas y dejar los regalos que los niños les han pedido en una carta.
El día de Reyes o Epifanía, es festivo en muchas poblaciones. Una jornada para disfrutar de los regalos que han llegado a casa y reunirse en torno a la mesa para compartir la comida central del día. En la mayoría de países de tradición cristiana es costumbre comer el Roscón de Reyes, que esconde un haba y una figurita.
El origen de este dulce es muy antiguo. Los romanos ya lo elaboraban con frutas bañadas con miel y lo compartían con sus familiares. No fue hasta más tarde cuando se incorporó la tradición de esconder un haba con el símbolo de buena suerte por quien la encontrara. El afortunado sería coronado como el rey de la fiesta.