El fuego alcanzó cerca de 80 estatuas, que fueron esculpidas hace más de 500 años y forman parte del Patrimonio de la Humanidad
La isla de Pascua o Rapa Nui, territorio chileno situado en el océano Pacífico, ha sufrido uno de los peores incendios de su historia. El fuego ha arrasado una parte importante de los humedales de la isla, que son el hábitat natural de especies en peligro de extinción, además de afectar varias estatuas centenarias.
El incendio afectó cerca de 80 moáis, esculturas de piedra que tienen más de 500 años de antigüedad y que simbolizan los antepasados de los pueblos nativos de la isla. Estos monumentos miden varios metros de altura y están esculpidos en piedra volcánica, cuya superficie ha quedado dañada por el fuego.
El terreno quemado alcanza unas 60 hectáreas cerca del volcán Rano Raraku, uno de los más importantes de la isla. También se ha quemado la cantera de piedra donde se fabricaban los moáis y que servía de lugar de estudio para arqueólogos e historiadores, para saber más sobre los pueblos aborígenes.
Las autoridades creen que el fuego fue intencionado y los bomberos tuvieron problemas para contener las llamas debido a la falta de efectivos y a la dificultad para llegar hasta el lugar del incendio. La isla de Pascua se encuentra a 3.700 kilómetros al oeste de la costa de Chile, por lo que solo se puede llegar allí en avión o barco.
En la isla de Pascua viven poco menos de 8.000 personas que dependen sobre todo del turismo al Parque Nacional de Rapa Nui, donde se encuentran los moáis. No obstante, la isla estuvo cerrada a los visitantes hasta hace tan solo dos meses, debido a las restricciones sanitarias por la pandemia de covid.
Una pérdida para la biodiversidad
Por otro lado, el fuego también ha afectado a los humedales de la isla de Pascua, un ecosistema muy sensible que ya estaba sufriendo los efectos del cambio climático y las sequías. El aumento de temperaturas de los últimos años estaba secando la vegetación y reduciendo la cantidad de agua.
Una de las consecuencias más graves del incendio es la pérdida de ŋa'atu o totora, una planta nativa que ya existía hace 30.000 años y que no se encuentra en ningún otro lugar del planeta. Esta planta actúa como fitodepuradora, limpiando las aguas de los humedales, y juega un papel clave en el ecosistema de la isla. Ahora su población ha disminuido y podría ser sustituida por especies de plantas invasoras que no cumplen las mismas funciones, según informa la Brigada de Protección Ambiental de Rapa Nui,
El fuego ha destruido nidos y ha matado a polluelos de especies de aves protegidas como el tavake, un pájaro autóctono de la isla de Pascua cuya población había conseguido aumentar en los últimos años.
Por otro lado, la desaparición de la vegetación agrava la erosión del cráter del volcán Rano Raraku, ya que las plantas protegen el suelo del viento, la lluvia u otros factores externos como el paso de los turistas por la zona.
Las autoridades chilenas señalan que el incendio fue provocado por ganaderos para destruir los humedales y ganar terreno de pastura para el ganado. Esta técnica se utiliza en otros lugares del mundo y está acabando con bosques tropicales como la Amazonía o la selva de Indonesia.
Los moáis: Patrimonio de la Humanidad
La isla de Pascua empezó a poblarse entre los siglos IX y X con pueblos procedentes de la Polinesia Oriental. Estos primeros habitantes procedían de islas en medio del océano Pacífico y llegaron hasta allí navegando miles de kilómetros con embarcaciones que ellos mismos fabricaban.
La cultura de los Rapa Nui (que significa “isla grande” en la lengua aborigen) construyeron enormes esculturas de piedra para honrar a sus antepasados. Hay más de 900 en toda la isla y se cree que cada figura representa a una persona en concreto.
Los moáis miden entre 2 y 10 metros de altura; algunos están medio enterrados bajo tierra y solo se les ve la cabeza. Fueron esculpidos entre el año 1400 y 1650 y están dispuestos en forma de círculo alrededor de la isla, mirando hacia el interior para proteger a sus habitantes.
Durante casi mil años, los aborígenes de Rapa Nui vivieron aislados de cualquier influencia exterior y crearon su propio sistema de creencias, que puede verse en los moais, en las inscripciones grabadas sobre la piedra y en otros restos arqueológicos que se extienden por toda la isla. La lengua de los rapa nui todavía no ha sido descifrada.
A principios del siglo XVIII llegaron los primeros colonizadores europeos, lo que marcó el principio del fin de este pueblo. La isla estaba sufriendo también una escasez de recursos naturales que, unida a las enfermedades que trajeron los colonos y a la esclavitud, redujeron drásticamente la población original.
En 1888, los líderes de la isla firmaron un tratado de soberanía y el territorio pasó a formar parte de Chile, si bien el pueblo indígena seguía considerándose el propietario de las tierras. En 2007, el gobierno chileno aprobó un Estatuto Especial que reconocía sus peculiaridades culturales e históricas, aunque los rapa nui siguen reclamando más autonomía para decidir sobre su tierra.