El paciente ha recibido un implante que administra estimulación eléctrica a su médula espinal, lo que ha mejorado la movilidad de sus piernas
Un grupo de investigadores del Instituto Federal Suizo de Tecnología en Lausana (EPFL) ha desarrollado un implante revolucionario, que ha permitido a un hombre con párkinson volver a caminar con fluidez y sin caerse. Los resultados se han publicado esta semana en la revista científica Nature Medicine.
Para conseguirlo, el equipo de científicos ha desarrollado una neuroprótesis que se coloca en la médula espinal y un generador de impulsos eléctricos que se instala bajo la piel del abdomen. Este dispositivo manda estimulación eléctrica a la médula, activando los músculos de las piernas.
La estrategia es muy innovadora porque no se dirige al cerebro, que es el órgano que enferma con el párkinson. En esta enfermedad, las piernas no se ven afectadas directamente, pero al haber fallos en el cerebro estas no reciben correctamente las órdenes para que se muevan.
El protagonista de la historia es Marc Gauthier, ciudadano francés que con 36 años empezó a tener problemas de movimiento y coordinación. Tras una visita al médico le diagnosticaron párkinson, un trastorno neurológico crónico que afecta al sistema nervioso y provoca una falta de coordinación, rigidez muscular y temblores en los pacientes.
Gauthier se sometió a diferentes tratamientos, pero ninguno le hizo efecto. Con el paso de los años, fue perdiendo cada vez más movilidad y caminar o subir escaleras se convirtieron en actividades muy difíciles para él. Ahora ha vuelto a moverse con fluidez gracias a su neuroprótesis que utiliza unas 8 horas al día.
Párkinson, deterioro en el movimiento
El párkinson es un trastorno del sistema nervioso central que afecta principalmente al movimiento. Esta enfermedad, descrita por primera vez por el médico británico James Parkinson en 1817, es crónica (persiste durante un extenso período de tiempo) y degenerativa (sus síntomas empeoran con el tiempo).
Se caracteriza por la degeneración progresiva de las células nerviosas en una región del cerebro que se llama sustancia negra. Estas células nerviosas son responsables de producir una sustancia química llamada dopamina, que es fundamental para que las personas podamos realizar movimientos uniformes y deliberados.
Esa pérdida de dopamina es la que produce patrones anormales dentro del cerebro, causando un deterioro en el movimiento y la coordinación de los pacientes.
Los síntomas principales del párkinson incluyen temblores (movimientos rítmicos e involuntarios), rigidez en los músculos, bradicinesia (lentitud en los movimientos) y deterioro de la postura y el equilibrio. Además de estos síntomas motores, también se pueden experimentar problemas como depresión, ansiedad o trastornos del sueño.
Aunque no tiene cura, existen tratamientos disponibles como la medicación (medicamentos que incrementan el nivel de dopamina en el cerebro, por ejemplo) y la terapia física y ocupacional. Además, se están desarrollando nuevas tecnologías para hacer frente a la enfermedad, como es el caso del implante que ahora utiliza Marc Gauthier.
La importancia de la médula espinal
El caso de este paciente con párkinson recuerda a Gert-Jan Oskam, un hombre holandés de 40 años que sufrió una lesión en su médula espinal y quedó tetrapléjico tras un accidente en 2011. Gracias a un implante inteligente que conecta su cerebro y su médula espinal, volvió a caminar a principios de 2023.
En este caso, los investigadores colocaron dos implantes en el cerebro, que son capaces de leer sus pensamientos a través de una inteligencia artificial. Estos impulsos se envían a un tercer implante que estimula eléctricamente su médula. Entonces los músculos reciben una serie de señales que le permiten realizar ciertos movimientos con sus extremidades.
Tanto en el caso de Marc Gauthier como en el de Gert-Jan Oskam, el objetivo de los implantes era estimular la médula espinal para que los músculos se movieran. Pero, ¿por qué es tan importante la médula?
La médula espinal es una parte muy importante de nuestro cuerpo. Se trata de una estructura cilíndrica y delgada que se encuentra protegida dentro de la columna vertebral y que actúa como una vía de transmisión de señales nerviosas. Es decir, las órdenes que envía el cerebro pasan por la médula espinal y estas se transmiten hasta los músculos.
Si la médula espinal queda dañada, como en el caso de las personas tetrapléjicas, el paciente puede perder ciertas capacidades motoras, como levantarse o caminar.
En el caso del párkinson, lo que queda dañado es una parte del cerebro. Como consecuencia, la calidad y cantidad de señales transmitidas que llegan a la médula pueden ser anómalas, provocando dificultades en el movimiento y la coordinación. Por eso los investigadores también han conseguido en este caso mover las extremidades de un paciente estimulando la médula.