19 mayo 2024
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19 mayo 2024

200 años de la ‘Novena sinfonía’ de Beethoven

La ‘Sinfonía nº 9’, escrita por el compositor alemán entre 1822 y 1824, es una de las obras maestras más importantes de la historia de la música 

El 7 de mayo de 1824, el público del Theater am Kärntnertor de Viena escuchó por primera vez la Novena sinfonía de Ludwig van Beethoven. Sin saberlo, los asistentes estaban viviendo un evento histórico, pues esta composición ha pasado a la historia como una de las obras maestras más importantes de la música. 

Beethoven comenzó a trabajar en la Sinfonía nº 9 en 1822, durante un período en el que su salud ya estaba deteriorada y su sordera estaba empeorando progresivamente. Sin embargo, su pasión por la música no disminuyó y continuó trabajando en la obra durante dos años más.

En este tiempo, el compositor alemán revisó y refinó la obra, incorporando nuevas ideas y experimentando con la forma y el contenido. Beethoven incluyó las voces en el último movimiento de la sinfonía, una innovación radical para ese momento. A día de hoy, la presencia de coro sigue siendo una de las características más significativas de la Sinfonía nº 9.

Finalmente, en 1824, llegó el momento de presentar la composición en Viena. Aquel concierto fue un evento monumental en la historia de la música, ya que por primera vez una sinfonía incluía voces y coro. La actuación fue un gran éxito, a pesar de que Beethoven ya estaba completamente sordo en ese momento. 

La Novena sinfonía se convirtió rápidamente en una de las obras más influyentes y populares de Beethoven, y su impacto cultural y musical perdura hasta el día de hoy. 200 años después de su presentación ante el público, se sigue hablando de una de las sinfonías más importantes del compositor alemán. 

Un músico extraordinario

Ludwig van Beethoven (1770-1827) fue uno de los mayores compositores de la historia. Su obra influyó en el género de la música clásica pero también en el romanticismo, un movimiento cultural surgido en Europa a finales del siglo XVIII que inspiró a numerosos artistas en el campo de la literatura, la pintura, la arquitectura, la moda…

Nació en una familia humilde donde la música estaba muy presente: su abuelo era violinista y su padre era músico y cantante. No obstante, tuvo una infancia difícil: su padre era alcohólico y muy violento, y estaba obsesionado con que Ludwig llegara a ser un pequeño genio de la música como Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791).

Beethoven se fue a estudiar música a Viena, donde pronto destacó por sus habilidades musicales y se ganó el favor de las clases más ricas. Esto le permitió cierta independencia económica, con la que pudo dedicarse a componer su propia música: rompió con el estilo clásico y escribió partituras llenas de energía y movimiento.

En total compuso 9 sinfonías, 5 conciertos para piano, un concierto para violín, un triple concierto para violín, violonchelo y piano, 32 sonatas para piano, 10 sonatas para violín y piano, 5 sonatas para violonchelo y piano, 16 cuartetos de cuerda, una misa, una ópera y un ballet. Entre sus obras más populares, destacan Claro de luna (1801), Para Elisa (1810) o la Novena sinfonía (1824).

Beethoven también es recordado por su sordera, una enfermedad que empezó a sufrir cuando era muy joven y que marcó gran parte de su carrera. Sin embargo, esta condición no le impidió crear algunas de las piezas musicales más famosas de la historia.

El himno de Europa

La Novena Sinfonía de Beethoven consta de cuatro movimientos en total. El cuarto movimiento es el más especial de todos, pues incluye voces solistas y un coro, agregando una dimensión vocal única a la obra. 

Este último movimiento está basado en la Oda a la Alegría, un poema escrito por el poeta y dramaturgo alemán Friedrich Schiller en 1785. Esta composición poética habla de la unidad de la humanidad y la celebración de la vida en comunidad. 

Durante el siglo XX, el cuarto movimiento de la Sinfonía nº 9 se convirtió en un símbolo en Europa. Tanto fue así que en 1985, la Oda a la alegría de Beethoven fue adoptada por los dirigentes de la UE como himno oficial de la Unión Europea. El himno expresa los ideales europeos de libertad, paz y solidaridad.

El himno se ha interpretado en eventos históricos tan importantes como la caída del Muro de Berlín en 1989, donde la Oda a la Alegría se tocó como un himno de unidad y reconciliación. A día de hoy, el himno se toca en las ceremonias oficiales de la Unión Europea y, en general, en todos los acontecimientos de carácter europeo.

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