Las organizaciones de derechos humanos piden que se abran corredores humanitarios para evacuar con seguridad a la población de la Franja
Continúa el conflicto palestino-israelí después de que el pasado 7 de octubre el Ejército de Israel anunciara el “estado de guerra” contra Hamás, el grupo militante islamista que controla la Franja de Gaza (territorio que pertenece a Palestina). En los últimos días, los ataques no han cesado, provocando miles de víctimas civiles.
En un comunicado reciente, el gobierno de Israel dio un plazo de varios días a la población de Gaza para abandonar la zona norte de la Franja. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha confirmado que al menos 600.000 personas consiguieron desplazarse al centro y sur de la región, pero denuncia que las evacuaciones están siendo muy complejas.
En Gaza la población se enfrenta a unas duras condiciones: hay un alto volumen de heridos y el bloqueo israelí los ha dejado sin suministros. Desde hace días no tienen electricidad, gas, ni agua potable, y cada vez es más complicado conseguir alimentos y medicinas. En este escenario, trasladar a la población de una a otra parte del territorio es difícil.
Mientras tanto, miles de personas tratan de huir de la Franja para escapar de la guerra, aunque salir es casi imposible. Todos los pasos fronterizos con Israel están cerrados y el único punto de acceso es el cruce de Rafah (al sur de la Franja). Esta pequeña infraestructura que conecta con Egipto no tiene capacidad para soportar una evacuación rápida y ágil de los civiles y, además, ha sido bombardeada por Israel en los últimos días.
Organizaciones de derechos humanos como la Agencia de la ONU para refugiados palestinos (UNRWA) piden que se abran corredores humanitarios. Un corredor humanitario es una zona desmilitarizada temporal que se establece en una región afectada por un conflicto con el fin de permitir el acceso seguro de ayuda humanitaria (medicinas, alimentos, agua…) y la evacuación de personas.
Ataques a hospitales y civiles
En la noche del martes 17 de octubre se produjo una fuerte explosión en el hospital Al-Ahli Arab, situado en la ciudad de Gaza. Ha sido uno de los incidentes más comentados del conflicto, pues los principales afectados han sido civiles: médicos y enfermos que residían en el centro sanitario.
El ministerio de Sanidad de Gaza (controlado por Hamás) dijo que el bombardeo provocó cerca de 500 víctimas mortales, aunque hasta ahora ningún organismo independiente ha podido confirmar esa cifra. Mientras Gaza acusa a Israel de haber atacado el hospital, el Ejército israelí asegura que fue un cohete fallido de las milicias de Hamás.
Según la ONU, el hospital afectado estaba localizado en el norte de Gaza, donde el gobierno de Israel pidió la evacuación de la población. Sin embargo, el organismo ha explicado que fue imposible el traslado debido a la inseguridad actual de las calles, el estado crítico de algunos pacientes y la falta de suministros (ambulancias, personal médico, camillas…).
La comunidad internacional ha condenado el ataque y pide que se respete el Derecho Internacional Humanitario (DIH). Este conjunto de normas establece que en los conflictos armados como este hay sectores de la población que cuentan con una protección especial. Es el caso del personal sanitario y los periodistas, por ejemplo.
Dificultad para informar e informarse
Informar sobre conflictos bélicos es una tarea desafiante, principalmente porque estos ocurren normalmente en áreas peligrosas y de difícil acceso. Los periodistas que intentan informar desde estas zonas tienen que encontrar fuentes fiables para obtener información, que no siempre es una tarea sencilla. Además, pueden llegar a poner en peligro su vida.
En los conflictos, las partes involucradas a menudo intentan controlar la narrativa y presentar información de manera sesgada. Esto quiere decir presentar los hechos de manera parcial con el propósito de favorecer una perspectiva o punto de vista particular. En algunas ocasiones, esto puede incluir la difusión de noticias falsas.
Además, en la era de la comunicación digital, la velocidad a la que la información se propaga es muy rápida. Los medios de comunicación a menudo quieren ser los primeros en informar sobre los acontecimientos, lo que a veces resulta en la propagación de noticias que no están verificadas del todo.
En este escenario, el papel de los periodistas es tratar de discernir entre la información veraz y las fuentes fiables, y la desinformación y las noticias sesgadas y/o manipuladas.
Todo esto también influye en las personas que se quieren informar. Desde que el conflicto palestino-israelí volvió a ocupar los titulares de los medios, hay una sobrecarga de información. Los diarios, las radios y los canales de televisión están hablando continuamente del conflicto y esto puede hacer que la audiencia se sature y no sea capaz de entender exactamente qué está pasando.