La contaminación por microplásticos amenaza más de un centenar de especies y el ecosistema marino mediterráneo
El Mediterráneo es uno de los mares con mayor concentración de microplásticos: solo representa el 1% de los mares y océanos del planeta, pero acumula el 7% de los microplásticos globales, según un estudio de la ONG medioambiental WWF.
Los microplásticos son residuos plásticos con un tamaño inferior a cinco milímetros. Estas partículas diminutas son muy difíciles de eliminar y pueden incluso introducirse en el organismo de algunos seres vivos, por eso suponen una grave amenaza para las especies marinas y para las personas. Los científicos han descubierto que estos residuos también pueden llegar a la atmósfera.
Cada minuto se compran un millón de botellas de plástico y se consumen 500.000 millones de bolsas cada año, según datos de las Naciones Unidas. Como consecuencia, toneladas de residuos plásticos acaban en los mares y océanos. Esta situación se ha agravado con la pandemia y el uso de miles de millones de mascarillas y guantes desechables en todo el mundo.
Según el estudio de WWF, el Mediterráneo registra 1,25 millones de fragmentos de plásticos por kilómetro cuadrado. Esta cifra multiplica por cuatro la de las islas de plástico del océano Pacífico, formadas por los desechos plásticos que arrastran las corrientes marinas. El hecho de que el Mediterráneo sea un mar semicerrado ha aumentado todavía más la concentración de residuos.
Por otro lado, el plástico representa el 95% de los residuos que flotan en el Mediterráneo y acaban en las playas. Los países más contaminantes son Turquía, España, Italia, Egipto y Francia: países muy turísticos donde la basura marina aumenta cada verano hasta un 40%.
Los residuos plásticos más grandes pueden dañar, asfixiar e incluso matar a los animales, incluyendo especies protegidas como las tortugas marinas o las focas monje. Por otro lado, los microplásticos se introducen en el organismo de peces y crustáceos y entran en la cadena alimentaria hasta llegar a los humanos.
Consecuencias para el ecosistema marino
Cada año se generan 27 millones de toneladas de residuos plásticos en los países del Mediterráneo. Muchos de estos residuos acaban en el mar, lo que tiene graves consecuencias sobre los ecosistemas marinos.
El estudio de WWF explica que la ingestión por plástico amenaza a 134 especies de peces, tortugas marinas, mamíferos y aves. Todas las tortugas que viven en el Mediterráneo han ingerido plásticos, mientras que el 90% de las aves marinas tienen fragmentos de plástico en sus estómagos.
El plástico no solo causa daños físicos, sino que contiene componentes químicos que pueden interferir en procesos biológicos y dañar los órganos de los animales.
Por otro lado, la contaminación por plásticos también tiene consecuencias para la economía: la basura marina afecta al turismo y a la pesca. Los plásticos en el mar pueden afectar a la cantidad de peces disponibles para pescar, además de dañar las embarcaciones.
La lucha contra la contaminación marina es una de las prioridades del ODS14: Vida Submarina para proteger los océanos y el entorno marino. Hoy en día se calcula que hay más de 150 millones de toneladas de plástico en el mar y, si no actuamos pronto, en 2050 habrá más plástico que peces en el mar.
Falta reciclaje
Una de las principales causas de la acumulación de plásticos en los mares es que no reciclamos lo suficiente. En 2020 se produjeron 55 millones de toneladas de plásticos en Europa, según datos de Plastics Europe, asociación que agrupa a los fabricantes europeos de plástico. Sin embargo, solo se recicla una tercera parte (34,6%).
WWF denuncia que, en la mayoría de países del Mediterráneo, los sistemas de gestión de residuos son deficientes y no tienen capacidad para tratar toda la basura que generamos. La mitad de todos los plásticos de Italia, Francia y España se envían a vertederos y, de ahí, muchos acaban en el mar.
Para combatir la contaminación por plásticos, todos debemos involucrarnos. Los gobiernos deben implementar políticas de residuo cero. La Unión Europea, por ejemplo, puso en marcha en 2021 una nueva normativa que prohíbe los plásticos de un solo uso: platos, cubiertos, pajitas, bastoncillos de algodón… Un primer paso para reducir la basura generada por plásticos.
Las empresas y negocios también deben implicarse y adoptar productos y materiales más ecológicos. Los supermercados han empezado a sustituir las bolsas de plástico por bolsas desechables hechas con material compostable, mientras que los bares y cafeterías pueden vender la bebida y comida para llevar en recipientes más sostenibles (hechos de cartón u otros materiales biodegradables).
Por su parte, la ciudadanía debe apostar por un estilo de vida más sostenible y que genere menos residuos: comprar productos sin envasar (a granel), optar por envases reutilizables, llevar siempre encima una tote bag para sustituir las bolsas de plástico, evitar jabones y productos cosméticos con microplásticos (polietileno, polipropileno)…