20 abril 2024
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20 abril 2024

Acuerdo para acabar con la deforestación

Más de 100 países se comprometen a detener la pérdida de masa forestal y repoblar los bosques en la próxima década

Los líderes políticos de la COP26, la Cumbre del Clima de las Naciones Unidas, han presentado el primer gran acuerdo del encuentro: los gobiernos de 110 países se han comprometido a detener la tala masiva de bosques y frenar la deforestación global de cara al año 2030.

Los 110 países firmantes representan cerca del 85% de los bosques del planeta, por lo que se trata de un paso histórico para asegurar la supervivencia de estos ecosistemas, que representan el hogar de millones de especies animales y plantas.

Entre los firmantes se encuentran países como Brasil, Rusia, Indonesia o la República Democrática del Congo, en cuyos territorios se encuentran algunos de los bosques y selvas tropicales más importantes del mundo: la selva amazónica en Brasil, la taiga siberiana en Rusia, los bosques tropicales de Indonesia o la cuenca del Congo, donde se encuentra la segunda selva más importante del mundo.

El objetivo del acuerdo no es solo salvar los bosques, sino también reducir las emisiones derivadas de la deforestación. Los árboles absorben el CO2 de la atmósfera y son uno de los principales recursos naturales para combatir el calentamiento global. Por ese motivo, la destrucción de los bosques agrava todavía más el cambio climático.

Las organizaciones ecologistas se han mostrado escépticas ante el anuncio, ya que en 2014 se firmó un compromiso similar que al final no se cumplió. La Declaración de Nueva York sobre los Bosques pretendía reducir a la mitad la pérdida anual de bosques, pero la realidad es que en los últimos años el ritmo de deforestación ha aumentado.

No obstante, los defensores del nuevo acuerdo señalan que hay diferencias importantes. Por un lado, el acuerdo de 2014 no recibió el apoyo de Brasil, de Rusia ni de China, el país más contaminante del mundo. Por otro lado, el nuevo pacto contempla la creación de un fondo de 19.000 millones de dólares para preservar la naturaleza.

La deforestación en datos

Desde 1990 el mundo ha perdido 420 millones de hectáreas de bosque a causa de la deforestación, según un informe publicado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

En los últimos años el ritmo de deforestación ha disminuido, pero la pérdida de bosques sigue siendo grave: cada año se pierden 4,6 millones de hectáreas en todo el mundo. Esto equivale a 46.000 kilómetros cuadrados, una superficie similar a Estonia.

En la actualidad, más del 90% de la deforestación tiene lugar en las selvas tropicales. La región del mundo más afectada es África, que entre 2010 y 2020 perdió 3,9 millones de hectáreas de bosque; seguida de América del Sur que, en el mismo periodo de tiempo, perdió 2,6 millones de hectáreas.

Una de las mayores amenazas para los bosques y selvas son los incendios, que cada año son más violentos e intensos. Los insectos, las enfermedades y los fenómenos meteorológicos extremos pueden ser también un riesgo para la deforestación.

Sin embargo, el principal responsable de la deforestación son las actividades humanas, como la agricultura y la ganadería. Muchos de los bosques acaban destruyéndose al convertirse en tierra de cultivo y tierra de pastoreo para el ganado. De todas las personas que viven en la pobreza extrema, más del 90% dependen de los bosques para obtener alimentos y sobrevivir.

África ha sido la región más afectada por la deforestación en la última década.

El papel de comunidades indígenas

Una parte del fondo se destinará a proteger a las comunidades indígenas, consideradas guardianas de los bosques porque allí es donde viven, es su hogar y también su forma de vida. A menudo, los indígenas han sido víctimas de la deforestación y han tenido que enfrentarse a gobiernos y empresas que quieren explotar de forma ilícita los recursos naturales.

Proteger los derechos de los indígenas es la mejor manera de salvaguardar los entornos naturales: los pueblos indígenas habitan en una tercera parte de los bosques intactos del mundo. Por eso es importante que su experiencia y su opinión se incluyan en las decisiones de la COP.

La deforestación obliga a las comunidades indígenas a desplazarse de su lugar de origen. La mayoría de bosques y selvas se talan para crear campos de cultivo y, sobre todo, como pasto para el ganado. Precisamente, las reses son uno de los principales generadores de metano, uno de los gases de efecto invernadero más nocivos. Por eso las organizaciones ecologistas recomiendan reducir el consumo de carne para combatir el cambio climático.

Dentro del acuerdo, un total de 28 países se han comprometido a promover un comercio sostenible para que la producción de productos como el chocolate o el aceite de palma no provenga de zonas deforestadas. Entre los países firmantes se encuentra también Indonesia, principal productor de aceite de palma a nivel mundial, un cultivo que ha arrasado con miles de hectáreas de selva tropical.

Carta abierta a los líderes mundiales

Greta Thunberg es una activista medioambiental sueca que, con solo 18 años, se ha convertido en un referente para jóvenes ecologistas de todo el mundo. En 2018 empezó a hacer huelga escolar para pedir al gobierno sueco que cumpliera con los compromisos de reducción de emisiones y desde entonces se ha convertido en la cara visible de una nueva generación preocupada por el cambio climático.

Con motivo de la COP26, la activista ugandesa Vanessa Nakate, la polaca Dominika Lasota, la filipina Mitzi Tan y la propia Thunberg han escrito una carta a los líderes mundiales reclamando más acciones para evitar una catástrofe climática y ecológica. La carta ya ha sido firmada por un millón y medio de personas e incluye cinco puntos clave:

- Mantener el objetivo de limitar a 1,5ºC el aumento de temperatura global
- Poner fin a todas las inversiones en combustibles fósiles y detener nuevos proyectos y prospecciones
- Publicar los datos reales sobre emisiones totales
- Activar el fondo de 100.000 millones prometidos en 2015 para ayudar a los países más pobres a luchar contra el cambio climático
- Promover políticas climáticas que protejan a los trabajadores y a los más vulnerables, y que reduzcan todas las formas de desigualdad

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