4 mayo 2024
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4 mayo 2024

Bielorrusia: los migrantes como ‘arma política’

El gobierno bielorruso ha desplazado a miles de migrantes hasta la frontera con Polonia para presionar a la Unión Europea

Miles de migrantes se concentran desde hace días en el paso fronterizo de Kuznica, en la frontera entre Polonia y Bielorrusia, a la espera de poder cruzar la frontera y entrar en la Unión Europea (UE). La mayoría son desplazados iraquíes de la etnia kurda que han huido de la violencia en su país. 

Desde junio, las autoridades de Polonia y Lituania (ambos países miembro de la UE) han notado un aumento en la llegada de migrantes irregulares a sus fronteras. Las autoridades polonesas y lituanas aseguran que el gobierno de Bielorrusia ha desplazado a estas personas desde su territorio y les está dejando cruzar la frontera libremente.

Según el gobierno lituano, cerca de 4.000 personas han entrado de forma ilegal desde Bierlorrusia en los últimos meses. Por su parte, Polonia ha desplegado a miles de soldados en la frontera para evitar la entrada de migrantes y se prepara para construir un muro.

En octubre, cuando los líderes de los países miembro de la Unión Europea se reunieron en la cumbre mensual, se opusieron a la construcción de muros y vallas para contener a los refugiados porque eso suponía ir en contra de los valores europeos de acogida y solidaridad. Sin embargo, ahora varios de estos países reclaman que la UE financie estos muros fronterizos para proteger sus intereses.

El pulso entre Lukashenko y la UE

Bielorrusia y la Unión Europea mantienen unas relaciones tensas desde agosto de 2020, cuando el presidente bielorruso, Aleksandr Lukashenko, ganó las elecciones presidenciales en medio de acusaciones de fraude electoral. Lukashenko gobierna en Bielorrusia desde hace 27 años y está considerado el último dictador de Europa.

El resultado de las elecciones provocó manifestaciones masivas en todo el país que fueron reprimidas con violencia por el gobierno bielorruso. La comunidad internacional, con Estados Unidos y la UE a la cabeza, se negaron a reconocer los resultados y aprobaron sanciones económicas contra Bielorrusia, que prohíben vender y exportar determinados productos a Bielorrusia.

La escalada de tensión ha empeorado en los últimos meses con la detención del periodista opositor Roman Protasevich, que fue arrestado por las autoridades bielorrusas por criticar el régimen de Lukashenko

La Unión Europea elevó las sanciones, a lo que Bielorrusia respondió con el desplazamiento masivo de migrantes a las fronteras de países miembro de la UE. Por ese motivo, estos países acusan a Lukashenko de utilizar a los migrantes como “arma política” para lograr sus objetivos.

Esta crisis migratoria es también un reflejo del legado de la Guerra Fría, que durante décadas enfrentó a Estados Unidos y Rusia y a sus respectivos modelos políticos. En la actualidad, esta rivalidad sigue presente en numerosos conflictos internacionales.

El gobierno de Bielorrusia es aliado del presidente ruso, Vladímir Putin, y ocupa además una posición estratégica dentro del continente europeo. Por eso Rusia apoya las políticas de Lukashenko y le brinda apoyo político y económico. Por otro lado, la Unión Europea se ha aliado con los Estados Unidos en las sanciones al gobierno bielorruso.

La frontera entre Polonia, Lituania y Bielorrusia representa un lugar de paso clave para los intereses de Rusia en Europa. Por ese motivo, Bielorrusia estaría intentando desestabilizar la región provocando un conflicto migratorio.

El fracaso del sistema de asilo europeo 

La situación en Kuznica recuerda a la crisis migratoria de 2015, cuando más de un millón de personas que huían de conflictos en Siria y otros países de Oriente Medio se desplazaron hacia Europa con la esperanza de empezar una nueva vida. Pero se encontraron con las puertas cerradas.

Los países de la Unión Europea no esperaban un número tan elevado de solicitantes de asilo y no supieron reaccionar. Los principales países de llegada, situados en el sur de Europa, se vieron desbordados. Algunos gobiernos cerraron sus fronteras, enviando a las fuerzas de seguridad o construyendo muros y vallas, otros improvisaron grandes campos de refugiados con fondos europeos.

Desde entonces, la crisis migratoria se ha convertido en uno de los mayores desafíos para Europa. En un principio, la UE estableció cuotas de acogida para alojar a los migrantes, pero la mayoría de países miembro incumplieron el acuerdo poniendo como argumento la crisis económica y la imposibilidad de acoger refugiados. La popularidad de las políticas de ultraderecha también aumentó el rechazo a la acogida.

El fracaso de las políticas de acogida ha derivado en otros sistemas que suponen una violación de los derechos humanos, como las deportaciones irregulares, el refuerzo de las patrullas fronterizas para evitar la entrada de más personas sin tener en cuenta su seguridad (como ocurre con los centros de detención de migrantes en Libia), o el polémico acuerdo con Turquía, donde cinco millones de persones han sido desplazadas desde Europa a campos de refugiados.

Los miles de migrantes que acampan hoy en la frontera de Bielorrusia esperan una oportunidad para entrar en la Unión Europea y evitar volver atrás en el camino.

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