La Organización de las Naciones Unidas ha descrito el ataque como una gran una catástrofe humanitaria, económica y ecológica
La guerra en Ucrania continúa ocupando titulares. A primera hora del martes 6 de junio, las autoridades ucranianas comunicaron que la presa de Nova Kajovka, a orillas del río Dniéper (Ucrania), había sido destruida. La presa se encuentra situada en la región de Jersón y actualmente separa a las tropas rusas (a la izquierda) de las ucranianas (derecha).
El desastre ha provocado la inundación de varias localidades y ha obligado a evacuar de urgencia a miles de habitantes de ambos bandos que residen en las zonas afectadas. Hasta ahora, no hay información sobre víctimas entre la población.
Con 30 metros de altura y más de 3 kilómetros de ancho, la presa retiene una gran reserva de agua del río Dniéper. El embalse abastece de agua a la península de Crimea, la central hidroeléctrica de Kajovka y la central nuclear de Zaporiyia. Por esta razón, la destrucción de la presa ha aumentado las preocupaciones sobre la seguridad nuclear en la región.
Las autoridades de Rusia y Ucrania se acusan mutuamente de lo ocurrido, por lo que no se sabe con claridad quién ha sido el autor del desastre. Desde que se conoció la noticia, varios vídeos circulan por Internet, pero ninguno revela qué causó exactamente la destrucción de la infraestructura.
Por su parte, António Guterres, secretario general de la ONU, ha afirmado que Naciones Unidas no tiene acceso a información independiente para esclarecer lo ocurrido. Aún así, ha descrito el suceso como una catástrofe humanitaria, económica y ecológica monumental.
El peligro nuclear
La presa de Kajovka fue construida en 1956 en tiempos de la Unión Soviética, como parte de la planta hidroeléctrica con el mismo nombre. La infraestructura servía para generar energía que suplía con electricidad a miles de personas. Además, la reserva de agua del embalse regaba amplias superficies de cultivos que servían para alimentar a la población.
En este sentido, la destrucción de la presa provocará graves consecuencias para las personas que viven en la región. No obstante, uno de los principales peligros que han señalado los organismos internacionales no tiene que ver con la central hidroeléctrica, sino con la central nuclear de Zaporiyia, localizada río arriba.
El agua del embalse de Kajovka se utiliza para suministrar agua a la planta nuclear, que es necesaria para la refrigeración. La fisión nuclear que se produce en estas centrales genera un calor intenso, por lo que el agua se utiliza para enfriar el reactor y otros componentes de la planta. Así se evita el sobrecalentamiento y también los posibles daños asociados.
Como consecuencia de la destrucción de la presa en la región de Jersón, el nivel de agua del embalse está disminuyendo rápidamente y esto podría repercutir negativamente en la central y las zonas de alrededor. En un caso extremo, la falta de agua podría provocar una fuga radioactiva.
Sin embargo, los expertos del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) que se encuentran en Zaporiyia han asegurado que, de momento, no hay riesgo inmediato para la seguridad de la planta. Según este organismo, la balsa que se utiliza para la refrigeración está llena y tiene agua suficiente para varios meses.
Más de un año en guerra
Desde que comenzó la invasión rusa de Ucrania, la presa de Kajovka ha sido considerada como unos de los objetivos principales de Rusia, ya que es una infraestructura que tiene mucha relevancia estratégica. La presa ha estado en poder de las tropas rusas desde el estallido de la guerra en febrero de 2022.
Asimismo, la destrucción de esta infraestructura se ha producido en un momento en el que se está especulando sobre el comienzo de la contraofensiva por parte de las tropas ucranianas, con el objetivo de recuperar territorios ocupados por Rusia. No obstante, Kiev todavía no ha confirmado que esta sea su intención.
La guerra en Ucrania comenzó hace más de un año y, desde entonces, los medios de comunicación han seguido muy de cerca el conflicto. Las consecuencias están siendo devastadoras para la población: casi 8 millones de ucranianos han huido del país, hay miles de víctimas civiles y ciudades enteras destruidas.
A nivel global, la guerra ha provocado una grave crisis energética en Europa. Esta, a su vez, ha provocado una inflación o aumento de los precios desmesurado en todo el mundo, que está afectando especialmente a la población con menos recursos.
Mientras las tropas de Rusia mantienen los ataques militares, Ucrania sigue buscando el apoyo de la comunidad internacional para ganar el conflicto. Lamentablemente no se sabe con certeza cuándo acabará la guerra y algunos analistas señalan que el final no parece estar cerca.