Una investigación de Greenpeace revela que estas prendas viajan miles de kilómetros y terminan en países de Asia y África, donde pocas veces se les da una segunda oportunidad
¿Alguna vez te has preguntado qué pasa con las prendas que tiras en los contenedores de ropa usada? Muchas tiendas han incorporado estos depósitos en sus superficies, prometiendo a los consumidores que la ropa será reutilizada y tendrá una segunda vida. Pero ¿a dónde van realmente los pantalones, camisetas y sudaderas que la gente deja allí?
La organización Greenpeace se hizo la misma pregunta y ha intentado darle una respuesta. Para ello, instalaron dispositivos de geolocalización en 29 prendas de ropa y zapatillas deportivas que estaban usadas pero en buen estado. Estas fueron depositadas en contenedores, tanto de la calle como en tiendas de Zara y Mango, alrededor de 11 ciudades españolas.
Durante más de un año, los investigadores de Greenpeace analizaron los movimientos que realizaban las prendas. Aunque le perdieron la pista a seis, pronto llegaron a una conclusión: nuestra ropa usada pocas veces tiene una segunda vida. La mayoría acaba en vertederos o desechada en el entorno, lo que supone un gran problema de contaminación.
De las 23 prendas, solo dos han acabado en España, según los datos proporcionados por la organización. Las otras 21 han salido de España y se han localizado en 11 países diferentes de cuatro continentes distintos. En total, las prendas han recorrido 205.121 kilómetros: si sumamos el recorrido de todas ellas se podrían dar más de cinco vueltas a la Tierra.
¿Por qué el consumismo es un problema?
La publicación del informe de Greenpeace sobre la ropa usada coincidió con el Black Friday, una jornada en la que las tiendas hacen grandes descuentos para atraer a los compradores. Fenómenos como este fomentan el consumismo, que es la tendencia inmoderada a adquirir, gastar o consumir bienes no siempre necesarios, según la definición de la RAE.
Cuando compramos productos muy baratos, estos suelen ser de baja calidad y no duran mucho, lo que nos obliga a volver a comprar cada poco tiempo. Esta es una forma de consumo poco sostenible que favorece los productos de un solo uso y tiene un gran impacto sobre el planeta.
La industria de la moda es la segunda más contaminante del mundo, según datos de la ONU. Para fabricar ropa se consume una gran cantidad de recursos: por ejemplo, para elaborar una camiseta de algodón, se necesitan 2.700 litros de agua dulce: la cantidad de agua que una persona bebe en dos años y medio. El proceso de fabricación y transporte de la ropa también genera muchas emisiones contaminantes.
El auge de la moda rápida ha sido crucial en el aumento del consumo de ropa. Los europeos consumen de media casi 26kg de textiles y se desprenden de unos 11kg cada año, según el último estudio del Parlamento Europeo. El problema es que actualmente solo el 1% de la ropa usada se recicla en ropa nueva.
¿Qué es la moda sostenible?
La moda rápida (o fast fashion) implica la producción de grandes cantidades de ropa a precios muy bajos, que suele ser de poca calidad y tiene una vida útil muy limitada. Tiendas como Shein fomentan este tipo de producción. El problema es que esto se traduce en un consumo desorbitado, lo que a su vez produce muchos residuos textiles.
Teniendo esto en cuenta, podemos hacernos algunas preguntas sobre nuestros hábitos de consumo a la hora de comprar ropa. ¿Realmente necesito esta prenda o es una compra impulsiva? ¿De qué materiales está hecha? ¿Qué impacto tuvo su producción en el medioambiente y en las personas? ¿Cuánto tiempo planeo usarla?
Existen alternativas a la moda rápida. Por ejemplo, la moda sostenible propone una producción más concienciada con el planeta. Las empresas de moda sostenible optan por materiales menos contaminantes y de mayor calidad para que las prendas duren más tiempo, y así los consumidores no tengan que comprar tanto.
Otra opción que podemos aprovechar es comprar ropa en tiendas de segunda mano. Comprando en estos locales, damos una segunda vida a prendas que podrían terminar en vertederos. Es una gran alternativa para reducir el impacto ambiental y fomentar el consumo responsable.
Aunque pensemos que nuestros actos cotidianos no tienen repercusión en el planeta, debemos recordar que muchos pequeños cambios pueden tener un gran impacto a largo plazo.
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