El calor extremo se adelanta
Varias ciudades de España han enfrentado temperaturas muy altas propias de los meses de verano, una situación agravada por el cambio climático
El mes de mayo ha terminado en España con temperaturas extremas más propias del verano que de la primavera. Ciudades como Córdoba y Sevilla rozaron los 40 grados, mientras que otras regiones, como Aragón y Cataluña, también sufrieron un intenso calor, con máximas de hasta 38°C en Zaragoza. En Alicante y Valencia, alcanzaron los 30°C.
El calor inusual de los últimos días se debe a un anticiclón que se ha extendido por casi toda España, provocando cielos despejados y mucho sol. Además, una masa de aire cálido y seco llegó desde el norte de África, provocando que subieran aún más las temperaturas y que apareciera la calima.
Sin embargo, no debemos olvidar que el cambio climático está jugando un papel fundamental en estos fenómenos meteorológicos extremos, haciendo que cada vez sean más intensos, frecuentes y duraderos. Estamos viendo cómo el calentamiento global no entiende de estaciones, con temperaturas extremas que no esperan a los meses de verano.
La Organización Meteorológica Mundial (OMM) advierte que, si no se toman medidas, las temperaturas de los próximos años seguirán aumentando y alcanzando niveles récord. En su último informe subrayan que existe un 80% de probabilidad de que al menos uno de los próximos cinco años supere a 2024 como el año más cálido registrado.
La situación es alarmante y afecta a todos los países de nuestro planeta. Por eso, el 2 de junio se celebra el Día de Acción contra el Calor para recordar la influencia del cambio climático en el aumento de la temperatura.
¿Qué consecuencias tiene el calor extremo?
Vivir con temperaturas tan altas tiene consecuencias directas en la salud de las personas. Puede causar problemas como golpes de calor, deshidratación, agotamiento y dificultades respiratorias, especialmente en personas mayores, niños y personas con enfermedades crónicas. En el peor de los casos, el calor intenso puede provocar incluso la muerte.
La situación no hará más que empeorar con el paso de los años si la tendencia actual de calentamiento global continúa. Según un estudio publicado en la revista Nature, las muertes por calor podrían llegar a crecer un 50% de aquí a final de siglo, hasta llegar a 2,3 millones de fallecimientos adicionales.
El aumento de las temperaturas también afecta la propagación de enfermedades transmitidas por insectos como los mosquitos: el dengue, el zika, la malaria… El calor crea condiciones ideales para que estos insectos se reproduzcan y vivan más tiempo, lo que aumenta su población y, por tanto, el riesgo de contagio.
Las organizaciones climáticas llevan años insistiendo en la urgente necesidad de adoptar medidas. Es fundamental que los gobiernos se comprometan no solo a limitar el aumento global de la temperatura, sino también a adaptar las ciudades para hacerlas más resilientes. Por ejemplo, creando más zonas verdes (parques, jardines…) con árboles que den sombra.
¿De qué manera te afecta esta noticia?
¿Sabías que la gran mayoría de niños y niñas nacidos hoy en la región mediterránea vivirán más olas de calor extremo, sequías, inundaciones y tormentas tropicales a lo largo de su vida? Podrían experimentar entre dos y siete veces más eventos climáticos extremos que las personas nacidas en 1960, según un estudio de la revista Nature.
Aunque la mayoría se enfrentará a este escenario, cada persona vivirá estos fenómenos de una forma diferente, dependiendo del lugar donde resida. Las olas de calor no se viven igual en lugares que están acostumbrados a las altas temperaturas que en aquellos donde el calor no es tan frecuente.
Por ejemplo, muchas ciudades del norte de España no están preparadas para temperaturas extremas. Las viviendas no suelen tener sistemas de aire acondicionado y la arquitectura de los edificios está pensada para conservar el calor en invierno. Por eso no es lo mismo soportar 30 grados en Córdoba que en Santander.
Pero además de la localización, influyen otros factores. Hay personas que viven en viviendas mal aisladas, que no pueden pagar el aire acondicionado o que trabajan al aire libre. La situación económica juega un papel importante porque no todo el mundo puede acceder a medidas de protección para escapar del calor.